1.2 Los yacimientos arqueológicos
El registro de yacimientos arqueológicos es relativamente escaso, en comparación con la toponimia documentada. Muchos de los asentamientos han quedado probablemente cubiertos por las tramas urbanas de las actuales poblaciones. Sin embargo, a lo largo de las vías de comunicación y en estrecha relación con los espacios de cultivo se conservan todavía algunos yacimientos islámicos identificados, casi siempre, por hallazgos cerámicos de superficie, algunos muros y algunos silos.
En el margen izquierdo del Ebro solo hay restos significativos en el Coll de Som, donde se ha encontrado abundante cerámica en superficie, y se observan muros que se pueden atribuir al período andalusí. No obstante, la localización en este punto elevado y de difícil acceso parece identificarse más con un punto de vigilancia que con un asentamiento. Un documento lo menciona como castellum Summum , donde habría habido un pequeño huerto con olivos (año 1163, DCT: 134), y por tanto, el lugar se distingue claramente de lo que habría podido ser un asentamiento habitado en la llanura de Tivenys, en su extremo norte, donde se concentraban las parcelas atribuibles a este asentamiento. En esta zona no se han hallado restos debido a la intensa transformación reciente de la vertiente con medios mecánicos, convertida en terrazas para albergar el cultivo de cítricos 6.
En el Mas del Bisbe se conserva aún una capilla gótica construida durante el episcopado de Arnau de Jardí (siglo XIV) y dos torres con base de sillares tallados y alzado de tapia que requieren un estudio pormenorizado antes de proponer una cronología. En un campo adyacente al complejo arquitectónico actual, los aparceros que explotan las tierras han detectado la existencia de estructuras que, por la descripción que hacen, podría tratarse de silos. El topónimo actual y su emplazamiento pueden relacionarse con la donación que hizo, en 1154, el conde de Barcelona Ramón Berenguer IV al obispo Gaufred y a la Catedral de Tortosa de un campum de Bitem quod in tempore sarracenorum fuit regis (DCT: 47), confirmada por el papa Adrián IV en 1156 ( hospicium et campum de Bitem , DCT: 52; 64). También, en estas fechas, un tal Gandulfo Carbonera, genovés, donó al obispo y a la sede lo que tenía in campum de Bitem qui fuit regis . A su vez, lo había recibido del conde de Barcelona y estaba situado al sur de la posesión episcopal, lindando con la vía pública de Benifallet al este, con el Ebro, al sur y oeste, y con las tierras del obispo y la catedral, al norte (DCT: 56). Las afrontaciones son coherentes con la actual propiedad del obispado, el Mas del Bisbe, justo al sur del pueblo de Bítem. Con la donación de Gandulfo se completaba un espacio homogéneo en poder de la sede de Tortosa, el mansum del obispo, mencionado de esta manera en diversos documentos de donación a censo de las parcelas que lo formaban.
Al sur de Tortosa, en el cerro donde se levanta una torre del orden del Temple conocida con los nombres de Torre de la Llotja y Casa del Prat, probablemente del siglo XIV, hay abundantes fragmentos de cerámica andalusí en superficie, un muro que delimita la colina en parte, así como alineaciones de piedras en la vertiente de levante.
En la torre de la Aldea, excavaciones relativamente recientes permiten dar sentido a hallazgos antiguos, como un miliario romano, señalando un probable hito de la Vía Augusta, que coincide con el eje viario documentado en la Edad Media (Rams y Pérez, 2010). La excavación ha documentado una ocupación romana del siglo I dC que se prolonga hasta los siglos IV y V dC. Superpuesta, se ha identificado la fase islámica sin precisar, por ahora, las cronologías. Esta fase está constituida por una fortificación que aprovecha en parte las estructuras romanas y que consiste en un edificio cuadrangular de grandes dimensiones (15 x 24,5 m) con muros de 1,5 m de grosor, en torno al cual parece que habría silos y estructuras más propiamente de habitación que no han podido ser excavadas. Posteriormente a la conquista cristiana se mantuvo la ocupación y se levantó encima de estas estructuras una torre de planta circular (Rams, Pérez 2010). Finalmente, en el manso del Antic se encontró un solo fragmento de cuello de olla andalusí; existe, en cambio, un yacimiento romano de una cierta entidad.
En el margen derecho del Ebro hay más densidad de hallazgos. El promontorio llamado Puig de la Caldera de l’Arram debió ser el asentamiento andalusí del lugar de l’Arram, si tenemos en cuenta la cantidad de fragmentos de cerámica en superficie y las alineaciones de piedras que delatan la existencia de muros. El cerro fue cortado por el lado del río, a levante, y por el paso de la actual carretera, a poniente, circunstancia que impide tener una visión global del yacimiento. Solo la prominencia del lugar justifica que fuera calificado de castellum en un documento del año 1196, en el que se reconocían los derechos del monasterio de Poblet en Xerta y en el castello Alaran (CP: 186).
En Xerta, la existencia de restos arqueológicos (cerámica, silos) en dos puntos elevados situados justo en el límite de la llanura aluvial (Arenalets y finca catastral 43053A01800203, parcela 203) indica que el actual emplazamiento del pueblo es posterior. Al norte de la torre de Corder (Labar, Llaver), coincidiendo con los restos romanos de la masía de la Casa Blanca (Revilla, 1998), hay cerámica andalusí en abundancia.
Al sur del Raval de Cristo y sobre la terraza fluvial hay un yacimiento arqueológico andalusí de una cierta entidad (Racó d’Omedo). Está situado en una plataforma que sobresale de la terraza fluvial cerrada por un muro de tapia de dimensiones considerables. Se encuentran abundantes restos de cerámica en superficie, mayoritariamente, de los siglos XI y primera mitad del XII. En la desembocadura del barranco de Sant Antoni se encuentra el yacimiento del Pla de les Sitges (mas de Xies), sobre la terraza fluvial, 7En el Mas de Giner, ligeramente al sur, también se han encontrado silos con materiales andalusíes. 8Estos asentamientos se pueden relacionar con diversos topónimos de la zona: Beniguerau, Algezira Mascor, Alcàntera, Fazalfori o Quart. Las lindes de las parcelas documentadas permiten situarlas en la desembocadura del mencionado barranco o algo más al sur.
Junto a Amposta, en el Molinàs, se han hallado enterramientos andalusíes (Bosch, Faura, Villalbí, 2004). Por su parte, el castillo andalusí de Amposta ha sido bien documentado en excavaciones que han permitido fechar algunos muros andalusíes en la segunda mitad del siglo XI (Villalbí, Forcadell y Artigues, 1994). 9
Estos emplazamientos siguen pautas similares. La mayoría de lugares de asentamiento y de espacios de cultivo se sitúan por encima de la zona inundable determinada en los mapas de riesgo de inundación de la Agència Catalana de l’Aigua, en especial la que corresponde a períodos de retorno de 50 años. Los lugares escogidos para las zonas de residencia se encuentran o bien en el margen de la llanura fluvial (Benifallet, Tivenys, Bítem, el mismo perímetro medieval de la ciudad de Tortosa, Aldover, yacimiento de Casa Blanca, Vinallop); o bien en áreas ligeramente elevadas con respecto a la llanura, aprovechando pequeños cerros (yacimientos de la Caldera de l’Arram, Arenalets, finca catastral 43053A01800203, Amposta), o bien sobre la terraza fluvial, en puntos donde esta forma espolones avanzados sobre la llanura fluvial (yacimientos del Racó d’Omedo y del Pla de les Sitges). Todos quedan espacialmente vinculados a las áreas de cultivo, las cuales han podido ser delimitadas. Por este motivo, se puede proponer que los emplazamientos actuales de Jesús, Roquetes y Raval de Crist hubieran podido ser asentamientos andalusíes: se sitúan sobre los espolones que forma la terraza fluvial, excavada por barrancos que proceden de las montañas de Els Ports y en los flancos de los espacios de cultivo documentados y reconstruidos mediante el trabajo de campo y la prospección. Finalmente, los emplazamientos del extremo meridional de la ribera fluvial, alineados justo donde empieza el delta (Camarles, el Antic, la Granadella, la Aldea, Burjassénia y Candela), estaban situados en pequeñas elevaciones del terreno o afloramientos rocosos en una zona de marjal y aguazales denominada el Prat (Prado) de Tortosa en los documentos, y que cubría desde el sur de la ciudad hasta la línea de costa a lo largo de ambas orillas del Ebro (fig. 1).
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