Cuando en 1572 don Baltasar Mercader decidió redactar su testamento, no debía presentir la inminencia de la muerte, dada la escasa atención que prestó al preámbulo de éste. Fue la consciencia del futuro traspaso de la vida terrenal a la eterna la que decidió organizar el destino de su patrimonio. Desde esta fecha, don Baltasar tardó en morir trece años, y aunque ello no derivó en un cambio sustancial de su testamento, sí que supuso la confección de algún codicilo retocando alguna voluntad testamentaria. Como en 1572 le pareció evidente que sería su hermano don Melchor el que heredaría el vínculo de Buñol, fue esta previsible circunstancia la primera en abordar, no sin un cierto tono de frialdad, algo de justificación y un tanto de resentimiento, al considerar que con los 5.000 ducados que rentaba el señorío de Buñol su hermano tendría más que suficiente para beneficiar a sus hijos. Consideraba dicha cantidad más que acomodada, y sobre todo teniendo en cuenta que él no encontró algo similar al acceder a la baronía, sino que por el contrario hubo de hacer frente a las múltiples deudas de su hermano. A Dios agradecía haberle dado una larga vida con la cual haber podido saldar todas las deudas, cuyo montante ascendía a 23.000 libras; 49 un pago que hubo de afrontar con los ingresos procedentes de las rentas del señorío, de cuantía, según apuntaba, muy inferior a los 5.000 ducados de renta estimados en aquel año de 1572 y que era, por otro lado, lo único que su hermano Melchor iba a recibir de él. 50 Porque don Baltasar quiso que la gran beneficiaria de su patrimonio fuera su propia alma, por lo que constituyó una gran obra pía para el eterno regocijo de su inmortal espíritu. A la muerte de su mujer, doña María de Córdoba, heredera usufructuaria, los canónigos y el capítulo de la Catedral de Valencia, se encargarían de la administración de la obra pía siguiendo las minuciosas directrices del testador. 51
Sin embargo, y contra todo pronóstico, don Baltasar sobrevivió a su hermano don Melchor, por fallecer este el 27 de marzo de 1579, 52 circunstancia que hacía de su sobrino el inmediato sucesor en el vínculo de los Mercader. Pese a seguirse la agnación establecida por el vinculador, don Baltasar confeccionó un codicilo en el que nombraba sucesor a don Gaspar Mercader. Justificaba el documento en aras de evitar pleitos en la sucesión y querer favorecerlo por considerarlo como propio hijo, un aprecio que, por otra parte, no supuso modificar un ápice su testamento. 53 Finalmente, don Baltasar Mercader murió el 30 de septiembre de 1585, y por expreso deseo de última hora sus restos mortales descansarían en el altar de la iglesia de San Juan del Mercado de Valencia, 54 rectificando con ello lo recogido en su testamento de 1572, donde eligió ser sepultado en el altar mayor de la iglesia del Convento de la Puridad de Valencia, lugar donde ya se localizaban los restos de sus hermanos don Gaspar y don Melchor, su cuñada doña Rafaela, y desde 1580 la mujer de su sobrino doña Laudomia Carròs de Moncada. Los desencuentros familiares y las sospechas sobre Laudomia pudieron motivar el cambio de última hora en la ubicación de su sepultura. Si las sepulturas familiares permitían generar lazos de unión al integrar sujetos de otras familias, 55 también por efecto contrario podían disgregar a aquellos sujetos que no estaban dispuestos a compartir la eternidad con el resto de los ocupantes.
Tras su muerte, la casa de la calle de los Caballeros, que durante generaciones había sido la residencia del titular de la baronía, quedó anexionada al vínculo para uso y disfrute de sus poseedores, junto a las casas adyacentes que con el tiempo se habían ido incorporando a la propiedad. 56 Y tan solo un día después de la muerte de don Baltasar, su mujer María de Córdoba y Mendoza hizo donación a su sobrino, el ya séptimo barón de Buñol, de algunos bienes libres de la herencia de su marido, entre los que constaba el hostal o venta de Buñol situado en el camino real. 57 Donación que justificó en aras de evitar posibles pleitos, pero que no sirvió más que para atraerlos, ya que en noviembre de 1592 el capítulo de la Catedral de Valencia interpuso demanda contra el nuevo señor de Buñol, reclamándole la venta de Buñol por considerarla bien no vinculado. Don Gaspar defendió el carácter de regalía de la venta y devolvía la pelota al cabildo, haciéndole responsible subsidiario del deterioro sufrido por la baronía como consecuencia de la deficiente gestión de su tío don Baltasar Mercader. 58
Después de tres años de viudedad, don Gaspar Mercader decidió en 1583 su segundo matrimonio, esta vez con doña Laura Cervelló y Llançol, hija de don Pedro Cervelló, caballero de la Orden de Santiago, tercer barón de Oropesa y comendador de Paracuellos, y doña Francisca Llançol de Romaní, hija del barón de Gilet. En esta ocasión, don Gaspar enlazaba con la futura heredera, por fallecimiento de su hermano, de la baronía de Oropesa y con uno de los linajes de mayor proyección social, que al igual que los Mercader debían su ascenso a los servicios prestados a la Monarquía. Las capitulaciones matrimoniales se formalizaron y firmaron en Valencia el 19 de enero de 1583, 59 y se ofició la ceremonia el 17 de mayo del mismo año, no sin antes obtener la necesaria dispensa matrimonial por cuarto grado de consanguinidad. 60
En el correspondiente contrato matrimonial se establecía que doña Laura aportaba al matrimonio una dote de 160.000 sueldos, de los cuales, 120.000 serían aportación de don Pedro, y los 40.000 restantes de la dote de doña Francisca Llançol. Concretamente, se estipulaba un pago de 20.000 sueldos en joyas, de 60.000 sueldos en censales y de 80.000 sueldos en cuatro anualidades de 20.000 sueldos cada una, con el compromiso de pagar un interés anual de quince mil por millar (6,66%) en dos pagas iguales, para lo cual hacían consignación a nombre de don Gaspar de 5.333 sueldos y 4 dineros en censales hasta finalizar el pago. Por su parte, don Gaspar se comprometía a la restitución de dote y arras , además de a la concesión de la posesión de la villa de Buñol y lugares de Yátova y Alborache a doña Laura Cervelló hasta la total devolución. 61 Para la posible futura descendencia del matrimonio, don Gaspar Mercader destinaba 30.000 sueldos de renta, que quedarían vinculados por orden de masculinidad y primogenitura, a excepción de que el primogénito llegara a acceder a la baronía de Buñol, en cuyo caso perdería el derecho, que recaería en el segundo hijo varón; agotada la línea masculina, se establecía el mismo orden para la femenina. El incumplimiento de los acuerdos se penaba con 5.000 ducados de oro. La muerte de don Pedro Cervelló el 10 de julio de 1586 62 convirtió a doña Laura en señora de Oropesa, y a partir de entonces don Gaspar aparecerá en la documentación como señor de las baronías de Buñol y Oropesa.
El infortunio por prematuras muertes o nula descendencia había dejado un tanto debilitada a la familia Mercader, en lo que corresponde a los lazos de unión y solidaridad que el matrimonio crea entre familias. Don Gaspar Mercader se ocupó en volver a tejer esa red de solidaridad familiar utilizando el matrimonio como vínculo de unión. Si, por su primer matrimonio, don Gaspar ligó el apellido Mercader al de los Carròs, Montcada y Pardo de la Casta, por su segundo matrimonio lo hacía al de los Cervelló, y mediante la concertación de matrimonio de sus tres hijos mayores, fruto del primer matrimonio, la familia Mercader emparentaría con los Centelles, Rocafull y nuevamente los Carròs. Por lo que respecta a la estrategia matrimonial de los ocho hijos habidos con doña Laura Cervelló, fue esta la encargada de orientarla, puesto que la muerte de don Gaspar en 1603, cuando todos ellos eran aún menores, lo privó de este menester. Las dos hijas, doña Victoria y doña Laura, tomaron los hábitos, aunque solo esta última estaba destinada por su padre a la religión. Para ello don Gaspar le legó 1.000 libras, mientras que a su hermana Victoria le constituyó una dote de 3.000 libras. La muerte de don Juan, don Pedro y don Berenguer hizo heredero de Oropesa a don Miguel, quien, casado con doña Vicenta Montpalau, hubo de anteponer el apellido Cervelló al de Mercader, cuando en vida de su madre heredó el vínculo de la baronía de Oropesa, por la renuncia de doña Laura y subsiguiente retirada al convento de Santa Catalina de Sena como sor Dominga del Rosario, donde ya profesaban sus dos hijas. 63 Respecto a sus otros dos hijos, don Luis y don Galceran, desconocemos por el momento si hubo enlaces matrimoniales. 64
Читать дальше