Pero el poder, el prestigio y el patrimonio se debían mantener y perpetuar, asegurando su íntegra transmisión. Para ello, micer Berenguer Mercader recurrió a la vinculación como fórmula jurídica con la que blindar la propiedad, atarla a la familia y consolidar más aún la conciencia de linaje. En su testamento redactado en 1467 7 decidió la vinculación del señorío de Buñol, mediante la agnación de primogenitura de sus descendientes varones, con la necesaria condición de adoptar y llevar las armas de los Mercader. 8 De esta manera, el primer llamado a heredar era su hijo primogénito, mosén Honorato Berenguer Mercader, y sus descendientes varones nacidos de legítimo matrimonio. De no tener descendencia, el segundo de los llamados a la herencia del vínculo sería su hijo mosén Pedro Mercader y sus descendientes legítimos varones. Truncadas las dos líneas sucesorias masculinas, micer Berenguer Mercader llamaba a la transmisión del vínculo, que no a la herencia, al primogénito y legítimo varón de la mayor de sus hijas, Beatriz, y a falta de descendencia masculina al primogénito varón de Isabel, Joanna y Violante, en los mismos términos y condiciones que para todos los anteriormente llamados. Agotada la línea de sucesión directa, el vínculo seguiría la línea sucesoria de su hermano mosén Macián, arcediano mayor de la Catedral de Valencia, y tras él de su sobrino mosén Guillén, hijo de su hermano mosén Guillén, debiendo este seguir la sucesión masculina de descendientes legítimos del padre del testador. De no poder seguirse esta línea, trasladaba la sucesión del vínculo a los varones legítimos de su primo y suegro mosén Berenguer, que una vez interrumpida pasaría a los descendientes masculinos de su primo, y hermano del anterior, Pedro Mercader.
El resto de las cláusulas testamentarias del vinculador contemplaban, entre otros, los legados a su mujer e hijos. Nombraba a Isabel Mercader usufructuaria y administradora vitalicia de todos sus bienes siempre que no contrajera segundas nupcias. Ordenaba la restitución de la dote de treinta mil sueldos y las arras correspondientes, y dejaba estipuladas las dotes de sus hijas Joanna y Violante en 5.000 y 4.000 florines respectivamente. A su segundogénito, mosén Pedro Mercader, le otorgó la posesión de Cheste, aunque con el compromiso de reversión de un hermano a otro en caso de muerte sin descendencia de alguno de ellos. Desde una perspectiva actual, la solución adoptada por mosén Berenguer puede parecer más próxima a la concepción de dividir el patrimonio, con el objetivo de prevenir posibles desacuerdos, que a la idea de reunir para fortalecer; no obstante, también pudo tener la intencionalidad de potenciar dos ramas del linaje en torno a sendas propiedades territoriales. Sin embargo, la muerte sin descendencia de mosén Honorato Mercader y Mercader en 1503 reunió de nuevo los señoríos de Buñol y Cheste bajo la dirección de su hermano don Pedro Mercader y Mercader (†1520), aunque también él optó a su muerte por la división patrimonial entre sus dos hijos, don Baltasar y don Juan Mercader y Blanes.
Una buena estrategia de proyección social estaba ligada a una buena elección matrimonial, la cual contribuía tanto al ascenso como a la consolidación social, pero también al incremento del poder económico y a la extensión de las redes de solidaridad. Requería, sin duda, todo un despliegue de la más fina estrategia, en la cual el interés por conseguir el enlace deseado trascendía el ámbito de la pareja para implicar a la familia, la casa e incluso al linaje. Los matrimonios se concertaban por el cabeza de familia, tanto en función del objetivo que se deseaba alcanzar con el enlace, como por la posición que ocupaba el hijo o hija con respecto al resto de los hermanos. Aunque se pusiera un mayor esmero en la elección del consorte del primogénito, no por ello había que descuidar la elección del resto de los hijos, puesto que con todos se tejían fidelidades, y todos, en uno u otro grado, podían ser llamados a la transmisión del vínculo y con ello a la representación del linaje. El destino podía desviar la línea sucesoria hacia un segundón, en cuyo proyecto de vida quizá no se había contemplado la sucesión, ni tan siquiera el matrimonio, tal y como sucedió con don Melchor Mercader en el siglo XVI.
En líneas generales, los candidatos se eligieron básicamente entre destacadas familias de la aristocracia regnícola, exceptuados dos enlaces con casas foráneas concertados ya en el siglo XVI, como fueron los Ruiz de Calcena, procedentes de Aragón, y los Córdoba de Jaén (árbol genealógico I). La hipergamia fue el vehículo de progresivo ascenso social, y no recurrieron a la reiteración de enlaces con las mismas familias, lo cual permitía un mayor campo de influencia y una mayor extensión en los vínculos de conexión. Al menos en el siglo XV, la política matrimonial de los Mercader no parece estar relacionada con una determinada militancia en una opción, bando u opinión 9 política. Pese al acercamiento de mosén Berenguer Mercader al partido de los Romeu, parece que el linaje se mantuvo al margen de la adscripción familiar a bando definido, hasta el punto de concertarse, en una misma generación, matrimonios con miembros de familias enfrentadas entre sí, como eran los Romeu, Mascó y Calatayud contra los Castellví, Blanes y Boïl; una clara apuesta por su neutralidad que permitió canalizar la estrategia matrimonial hacia los intereses económicos y los beneficios de integración social.
Siguiendo un recorrido desde los inicios, en el siglo xiv el jurisperito mosén Berenguer Mercader contrajo matrimonio con Sancha Gómis, y casaron a su unigénito, mosén Juan Mercader y Gómis, con Laura Miró, perteneciente a una familia ya consolidada en la élite del Reino de Valencia. Fruto de este matrimonio nacieron seis hijos varones y una mujer. El primogénito, mosén Berenguer Mercader y Miró, enlazó en un primer matrimonio con Violante Esplugues, de quien no hubo descendencia. En segundas nupcias contrajo matrimonio con su prima Isabel Mercader, 10 lo que parece una clara apuesta por un enlace consanguíneo que consolidara el linaje, en un momento de engrandecimiento patrimonial con la adquisición de los señoríos de Buñol y Cheste y la vinculación del primero. Respecto a sus hermanos, mosén Juan Mercader se casó con Aldonza Sánchez en primeras nupcias y con Isabel Vallterra en segundas; mosén Guillem enlazó con Ayronis Bonet; Beatriz contrajo matrimonio con don Lucas de Bonastre; mosén Macián Mercader fue, como ya hemos apuntado, destinado a la Iglesia, y con respecto a mosén Pedro y mosén Bernardo si hubo enlace, lo desconocemos por el momento.
La estrategia matrimonial de la siguiente generación fue tejida por mosén Berenguer Mercader y Miró e Isabel Mercader. Decidieron enlaces para todos y cada uno de sus seis hijos, dos varones y cuatro mujeres. Con ello no solo demostraron poseer una sólida capacidad económica, sino también una clara disposición por ampliar y consolidar lazos de solidaridad familiar que sirvieran de estrategia presente y de sustrato para generaciones futuras. Las familias Castellví y Blanes fueron las elegidas para los dos hijos varones. El primogénito, mosén Honorato, se casó con Leonor de Castellví, mientras que mosén Pedro lo hizo con Juana de Blanes. Con respecto a las hijas, todas ellas se desposaron con nobles propietarios de dominios territoriales: Beatriz Mercader se casó con Francisco Romeu, señor de Alfarrasí, Isabel, con Pedro Boïl, señor de Manises, Violante, con Ximén Pérez de Calatayud, señor del Real, y Joanna, con Pedro Sánchez de Calatayud, vizconde de Gayano, en Italia.
Una generosa prole suponía un seguro de relevo generacional y la continuación de la rama principal del linaje. A la muerte de mosén Berenguer Mercader y Miró en 1471, la numerosa descendencia de su hijo segundogénito, mosén Pedro Mercader y Mercader y Juana de Blanes, permitió contrarrestar la falta de sucesión del primogénito y heredero del vínculo, mosén Honorato Berenguer (†1503). Mosén Pedro Mercader, a diferencia de su padre, sí decidió orientar a dos de sus ocho hijos 11 al celibato, y reducir así gastos en la partida matrimonial: mosén Gaspar Mercader y Blanes sirvió a los intereses familiares desde su canonjía en Barcelona, mientras que su hermana Jerónima ingresó en el convento de la Puridad de Valencia. Para el primogénito, nuevamente la estrategia fue optar por un enlace consanguíneo que cohesionara el linaje, asegurara el vínculo y ampliara el patrimonio. Así, la candidata para mosén Juan Mercader y Blanes fue su prima María Violante Mercader y Mascó. Tanto ella como su hermano, Miguel Juan Mercader, eran hijos y herederos a partes iguales de sus padres mosén Guillermo Mercader y Violante Mascó. Como tutor y curador de los hermanos, su tío y futuro suegro era conocedor del patrimonio heredado por sus sobrinos y fue quien tuvo la última palabra en la decisión del enlace. Según las capitulaciones matrimoniales, firmadas el 5 de abril de 1503, 12 el patrimonio de María Violante se aportaba íntegramente como dote, aunque la cantidad no podía ser especificada hasta que no se contabilizara y dividiera la herencia de sus padres. No obstante, se reservarían como bienes parafernales 1.500 sueldos de renta de una propiedad de 22.500 sueldos. Por su parte, Juan recibiría de su padre el usufructo de las rentas del lugar de Cheste, las rentas derivadas del molino, casas, huertas y tierras contiguas situadas en la partida del monasterio de la Zaidía durante un periodo de diez años, y como domicilio conyugal una casa que perteneció a Berenguer Mercader, situada en la calle de los Caballeros, 13 los bienes necesarios para amueblarla, y 10.000 sueldos para gastos de vestir de María Violante. Asimismo, el documento recoge, por un lado, la donación ínter vivos 14 de la baronía de Buñol de mosén Pedro a Juan, efectiva a la muerte del progenitor. Se aseguró María Violante la restitución de la dote, con la promesa de la toma de posesión de la baronía de Buñol. Con respecto al resto de los hijos, mosén Baltasar Mercader y Blanes se unió a Isabel Ferrer, mosén Pedro a Isabel Almenar, mientras que Isabel Mercader se casó con don Juan de Montpalau, y Damiata con don Ramón de Olcina, señor de Planes.
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