La muerte sin descendencia en 1503 de don Honorato Berenguer Mercader y Mercader unió en manos de su hermano don Pedro Mercader y Mercader los dominios territoriales de Cheste y La Hoya de Buñol. Y al igual que hizo su padre, también él optó por la división patrimonial entre sus dos hijos don Juan y don Baltasar Mercader y Blanes. Como primogénito, don Juan era el primer llamado a recibir el vínculo de Buñol, y con ocasión de sus capitulaciones matrimoniales con doña María Violante Mascó en 1505 recibió de su padre la posesión del señorío, reservándose este el usufructo. Sin embargo, en 1516 don Pedro cedió a su segundogénito, mosén Baltasar Mercader, el usufructo de Buñol junto con el señorío de Cheste, decisión que no tardó en provocar la disconformidad de don Juan. En defensa de sus derechos, apeló a la Corte de la Gobernación, pero no se vio favorecido en su veredicto al recibir el dictamen favorable para su hermano, a la sazón alcaide del castillo de Xàtiva, a quien se le permitió el disfrute de las rentas de Buñol hasta la muerte del padre. Cuando esta acaeció en 1520 se produjo la definitiva división del patrimonio: Buñol seguiría la línea marcada por el vinculador, mientras que Cheste quedaría definitivamente en manos de Baltasar Mercader y Blanes y sus descendientes, lo que dio lugar al inicio de una línea secundaria en el linaje Mercader. Una concordia firmada entre los hermanos amainó el enfrentamiento entre ellos. 15
Don Juan Mercader y Blanes se propuso recuperar la relevancia y los ingresos económicos derivados del cargo de baile general de Valencia que con anterioridad habían disfrutado sus antepasados. En 1522 la plaza de baile quedó vacante y don Juan no tardó en mostrar su interés por ocuparla. Le avalaban las tres generaciones de Mercader que con anterioridad habían ocupado el oficio, los 5.000 ducados prestados a la tesorería real de Carlos V, un collar de oro con nueve perlas engastadas, tres diamantes, cinco rubíes y una esmeralda donado en 1521, e incluso los servicios prestados al virrey Diego Hurtado de Mendoza en la lucha contra los agermanados (1519-1523). No obstante, nada de ello sirvió para devolver el cargo a los Mercader, al decantarse Carlos V por don Luis Carròs de Vilaragut y Castellví. 16 El collar pasó a engrosar el patrimonio real, los servicios al virrey se sumaron al haber de los servicios prestados a la Corona por los Mercader, mientras que los 5.000 ducados se consideraron un préstamo para gastos del ejército real en la guerra con los agermanados, y fueron devueltos a la familia en 1525. 17
Para entonces don Juan Mercader y Blanes ya había fallecido, 18 y también su mujer doña María Violante Mercader y Mascó. La ausencia de ambos progenitores a edad tan temprana descabezó la rama principal del linaje Mercader y la desproveyó de una comprometida dirección para los ocho hijos, todos ellos menores: el primogénito Gaspar Mercader y Mercader, seguido por Baltasar, María, Violante, Ana, Jerónima, Ángela y Melchor. Don Baltasar Mercader y Blanes, señor de Cheste quedó albacea testamentario y a cargo de la curaduría de la prole de su hermano por designación de la Corte del Justicia Civil, 19 al haber fallecido también los designados por el testador.
Según dispuso don Juan en su testamento, dos esclavas negras (Nadoleta y Caterina) y su descendencia quedaban al servicio de sus hijos por un periodo de quince años aplicable a cada uno de ellos, transcurridos los cuales dispondrían de su libertad. Por derecho de agnación, el primogénito, don Gaspar, se hacía cargo del vínculo instituido por mosén Berenguer Mercader y Miró, mientras que a don Baltasar correspondían los bienes libres del patrimonio con la obligación de sufragar los gastos de alimentación de sus hermanos hasta los 25 años de edad. Don Melchor tomaría los hábitos por expreso deseo del padre, y hasta que llegara ese momento le constituía una renta de setenta y cinco libras para su manutención. A ninguna de las cinco hijas la destinó al celibato, y siguiendo lo dispuesto por mosén Berenguer Mercader y Miró en su testamento, las dos mayores, María y Violante Mercader, fueron dotadas con 70.000 sueldos cada una, cantidad que se detraería de las rentas del señorío de Buñol, revirtiendo en la herencia en caso de morir antes del matrimonio o sin descendencia. Las tres menores, Ana, Ángela y Jerónima, percibían solo la legítima, una dobla de oro, considerando que ya habían recibido la parte que les correspondía de la dote de su madre.
Desde fi del siglo XV la ciudad de Valencia vivió una intensa actividad social y cultural al estilo de las cortes italianas. Ello fue así por la presencia de una corte estable configurada en torno a los virreyes de sangre real, entre ellos, ya en el siglo XVI doña Germana de Foix y el duque de Calabria. 20 En este ambiente cortesano se desenvolvieron e integraron don Gaspar y don Baltasar Mercader y Mercader, depositarios en su juventud de las armas y patrimonio de los Mercader, quienes, conforme a su noble condición, establecieron su modus vivendi . En común tuvieron que ambos disfrutaron del honor de actuar de anfitriones para el monarca: en 1528 don Gaspar recibía en sus dominios al emperador Carlos V y su séquito de camino a Valencia, mientras que su hermano don Baltasar recibió en 1564 al rey Felipe II a su paso por Valencia de regreso a Madrid tras la celebración de las Cortes en Monzón. 21 También coincidieron en sus respectivos enlaces con linajes foráneos del Reino de Valencia, los Ruiz de Calcena del Reino de Aragón, y el castellano Córdoba y Mendoza.
En 1538 don Gaspar Mercader y Mercader contrajo matrimonio con doña Juana Ruiz de Calcena de Vintimilla y Castellar, hija del ya difunto secretario del rey Fernando el Católico, don Juan Ruiz de Calcena. Las capitulaciones matrimoniales se firmaron por poderes en Barcelona el 29 de abril de 1538. 22 Doña Juana aportaba al matrimonio una dote por valor de 13.500 ducados, moneda real de Valencia, 23 de los cuales 3.700 ducados serían en dinero efectivo y pagados en dos plazos, uno antes y el otro tres meses después de solemnizado el matrimonio; 300 ducados en rentas procedentes de la localidad de las Herrerías de la villa de Molina; 24 8.000 ducados en censos sobre la Generalitat de Valencia, o la fábrica de Murs i Valls, la Lonja o sobre casas y propiedades, y los 1.500 ducados restantes en ropas y alhajas. 25 Don Gaspar acrecentaría la dote de su esposa en 6.750 ducados de oro y aseguraba la restitución otorgándole la posesión de la baronía de Buñol y villa de Siete Aguas a doña Juana hasta cumplir con esta. Como barón de Buñol, don Gaspar recibió de sus vasallos un servicio de 1.000 ducados por su matrimonio. 26 Sin embargo, pocos meses después, en diciembre del mismo año 1538, don Gaspar Mercader murió sin descendencia, aunque sí dejando una larga lista de deudas, de cuyo pago se hizo cargo su hermano don Baltasar, receptor del vínculo. Entre las que recoge su testamento redactado el 16 de diciembre 27 figuraban las contraídas con familiares, como su primo hermano don Miguel de Montpalau, 28 también con don Luis Calatayud y con don Gonzalo Díxer, con su hermana ya fallecida doña Violante Mercader, mujer de don Juan Jerónimo Servalto, y con su sobrina, doña Ángela Servalto, hija de los anteriores, por razón de su curaduría. Además, don Baltasar debía cumplir con la última voluntad de su hermano de legar 15.031 sueldos a su hermana doña Ana, aún doncella, y la restitución a doña Juana Ruiz de Calcena de Vintimilla de los 11.500 ducados ya recibidos de la dote, junto a las arras, por razón de su virginidad.
Heredó el vínculo su hermano don Baltasar Mercader y Mercader, caballero de la Orden militar de Santiago, apodado El Rico . 29 En 1539, siendo ya barón de Buñol, contrajo matrimonio con doña María de Córdoba y Mendoza, 30 dama de la emperatriz doña Isabel e hija de don Antonio Fernández de Córdoba y Mendoza y doña María Hurtado de Mendoza, nieta por línea paterna de don Diego Fernández de Córdoba, II conde de Cabra, y María Hurtado de Mendoza y Luna, hija del I duque del Infantado y II marqués de Santillana, don Diego Hurtado de Mendoza. 31 Un lamentable episodio truncó, si es que estaba en sus expectativas, una posible actividad política, ya que quedó inhabilitado en 1544 por el Consejo de la Ciudad para el desempeño de oficio u obtención de beneficio o franquicia. La inhabilitación fue consecuencia de una desmesurada bravuconada que don Baltasar Mercader protagonizó durante la celebración de la procesión de la festividad del Corpus de aquel año 32 y que debió de pesar en el abandono de la residencia habitual de la calle de los Caballeros y su traslado a Buñol: «... me fonch forçat estar retirat alguns anys com o so ( sic ) estat en Bunyol fent-me molt bona compania la dita dona María Córdova e Mendoça, molt amada muller mia». 33 Retiro «forzado» que justificó en su testamento como estrategia económica para poder hacer frente a las múltiples deudas contraídas por su hermano, pero en el que, sin duda, debió de pesar la inhabilitación. Dada la práctica absentista de los anteriores señores de la baronía, las dos décadas que allí pasó constituyen el más largo periodo de convivencia del señor de Buñol con sus vasallos, aunque de ningún modo fueron aprovechadas para introducir mejoras en el señorío, como tampoco lo fueron para llevar una eficiente gestión de este. La dejadez hacia la conservación de las instalaciones fue la tónica que primó en la actitud de don Baltasar Mercader, poco implicado en realizar inversiones que mejoraran el estado de las posesiones vinculadas, al considerar «que per a ell prou y havia», 34 un comentario que manifiesta su falta de desvelo por la heredad, motivado por la carencia de descendencia directa. El abandono produjo el deterioro de molinos, hornos o almazaras, derrumbes sin reparación en el castillo de Buñol y en el de Macastre, desatención de tierras de cultivo y la tala indiscriminada de árboles.
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