Más tajante al respecto es el fundamental artículo de Floyd Stovall “An Interpretation of Poe’s ‘Al Aaraaf’” de 1929, tan ineludible como decisivo. Discrepa Stovall de Cairns en algunos detalles; y, sobre todo, en el alcance que querrá dar a sus afirmaciones: por ejemplo, Stovall considera plenamente maduro el elemento “religioso-astronómico” (107-108) presente en el poema, germen de una cosmogonía que Poe no explicitará hasta Eureka . Quizá, a nuestro entender, fuera prematuro decir que el poema de 1829 era ya “una representación, principalmente pictórica, de la relación de Dios con todo el universo, pero en particular con los habitantes de la tierra y Al Aaraaf, expresada en términos de poder y belleza” (107). Esa visión totalizadora, en términos tan precisos, no se hará explícita hasta Eureka . Obvia así Stovall, frente a Cairns, el carácter gradual de un proceso que, cuando Poe compone “Al Aaraaf”, está sólo en fase de germinación.
Por otra parte, también Stovall es consciente de las deficiencias del poema, en las que insiste quizá con más vehemencia que su predecesor: así, esta obra no sólo es “oscura”, sino que también presenta “imperfecciones de estilo” y “defectos de estructura”; siendo el resultado “un potpourri de materiales indigeridos y propósitos que no convergen en ningún foco” (106); lo que se debe, entre otras cosas, a la coexistencia en el poema de tres “hilos” temáticos separados (107) y posiblemente mal avenidos, entre ellos los ya mencionados —y creemos que extrapolados— elementos religiosos y astronómicos, a los que hay que unir, como ya constatara Cairns, el anticipo de una teoría estética.
La caracterización que ofrece Stovall es, como vemos, combativa y polémica. Y, a la vista de otras concreciones, anteriores o posteriores, ofrece algunos elementos problemáticos: ¿es el poema, en efecto, como afirma este crítico, una “profecía” (112) dirigida al futuro, a pesar de estar datada en 1572, año en el que la supernova que descubrió Tycho Brahe, y con la que Poe explícitamente identifica su “estrella errante”, fue visible desde la tierra? Por otra parte, no se entiende muy bien que Stovall identifique a Angelo como griego (“a Greek”; íbid.), contra la ya citada aclaración del propio Poe en su carta a Isaac Lea. 42Algunos de estos puntos oscuros serán contestados por Richard C. Pettigrew y Marie Morgan Pettigrew en un artículo de 1937, significativamente titulado “A Reply to Floyd Stovall’s Interpretation of ‘Al Aaraaf’”, en el que, entre otros detalles, refutan la afirmación de éste de que el poema de Poe da a entender que la tierra es literalmente destruida por la cercanía del planeta errante —como sí ocurrirá en el relato “apocalíptico” “The Conversation of Eiros and Charmion” (“La conversación de Eiros y Charmion”, 1839), en el que el paso de un cometa cerca de la tierra arrastra consigo el nitrógeno de la atmósfera terrestre y provoca la ignición del planeta. 43
Pero quizá lo más interesante y permanente de la interpretación de Stovall sea lo que deja entrever respecto al fracaso estético del poema. Stovall intenta adscribir a Poe a una teoría típicamente romántica de la Imaginación, concebida como una capacidad de visión no contaminada por la ciencia. Pero lo esencial en la obra de Poe es su condición de ser escenario de un conflicto dinámico entre ambos factores, imaginación y ciencia (verdad, conocimiento), por un lado, así como entre imaginación y pasión por otro; y, lejos de permanecer inmutables a través de toda la evolución de la obra de Poe, dichas oposiciones evolucionaron desde la situación de conflicto que presentan en “Al Aaraaf” hasta la síntesis que ofrece Eureka .
Es importante señalar que en 1963 Stovall todavía se reafirma en lo dicho sobre “Al Aaraaf” en 1929, pero aprecia también las diferencias existentes entre los primeros y últimos poemas (Regan 1967, 175), aunque sin especificarlas. Sorprende también, en este estudioso, la curiosa inversión de términos que sugiere en ese mismo artículo de 1963: “Dupin” —señala, mencionando al protagonista del famoso relato “The Murders in the Rue Morgue”— “trae la imaginación poética en ayuda del razonamiento lógico matemático” (176); aunque la dualidad cienciaimaginación en Poe, y su resolución en Eureka , más bien indican que el carácter ancilar es asignado siempre a la primera, y no a la segunda. Como el propio Stovall afirma a continuación, “las facultades imaginativa y analítica funcionan mejor cuando operan juntas” (177). Y a esa comprensión difícilmente podría llegarse sin haber considerado la relación entre “Al Aaraaf” y el resto de la obra de su autor; es decir, entre una tentativa puramente imaginativa y una serie de estrategias en las que imaginación y raciocinio lógico-matemático se combinan en diverso grado, antes de alcanzar una síntesis satisfactoria.
A estos efectos, hay que señalar la insistencia de otros Poe scholars de este periodo en el carácter gradual que tiene el desarrollo de las ideas sólo germinalmente presentes en el poema de 1829. En 1926 ya Joseph Wood Krutch definía la maduración de tales ideas como “un proceso” (Regan 1967, 16), insistiendo incluso en lo mucho que éste debe al mero azar de los avatares editoriales del autor. Krutch sitúa la fase principal de la maduración de esas ideas estéticas en el primer año en el que Poe trabajó para el Southern Literary Messenger , 44y menciona las reseñas de ese periodo en las que tales ideas estéticas hallaron concreción; entre ellas el largo artículo que Poe dedicó a The Culprit Fay de Joseph Rodman Drake, en el que, además de atacar ferozmente el provincianismo literario norteamericano, ahonda en la distinción coleridgeana entre fantasía e imaginación (Regan 1967, 16). En la subsiguiente exposición del “cuerpo doctrinal” contenido en ésa y otras reseñas, Krutch no olvida mencionar la importante afirmación de que la poesía no debe “referirse… a la pasión” (íbid., 24), lo que nos devuelve —aunque Krutch no lo señala— a las ideas centrales de “Al Aaraaf”.
De lo expuesto, parece deducirse también que, así como “Al Aaraaf” resulta central en la determinación del origen de algunas de las intuiciones que luego madurarían en el “cuerpo de doctrina” que constituye la teoría estética de Poe —y también, correlativamente, en su visión del mundo en general—, el otro poema objeto de nuestro estudio, “Tamerlane” no ha merecido tanta atención ni ha sido objeto de especulaciones de tanto calado. Como excepciones, y todavía dentro de este Poe revival al que venimos aludiendo, hemos de señalar al biógrafo Arthur Hobson Quinn, que, como decíamos de Mabbott en el capítulo anterior, supo apreciar las correspondencias existentes entre el asunto autobiográfico de ese poema —trasposición a un ámbito fantasioso de los amores de Poe hacia Sarah Elmira Royster— y otras referencias al mismo asunto en el tardío “Annabel Lee” (1941, 123). Por lo mismo, Quinn detecta la relación entre el poema “Evening Star”, incluido en el volumen de 1827 y nunca más reimpreso, y el tardío “Ulalume”, ambos referentes a una especie particular de visión imaginativa por la que el visionario es objeto de una dolorosa regresión; y ambos situados en similares circunstancias astronómicas y nocturnas. La idea de que, hacia el final de su vida, y una vez completado el circuito que lleva de “Al Aaraaf” a Eureka , Poe pudiera estar cerrando un círculo más amplio, el que uniría “Tamerlane” con los poemas de asunto autobiográfico que el poeta escribió en sus últimos años, es sugerente y apunta también a un más amplio movimiento de reconsideración o regreso a los temas centrales de aquellos lejanos poemas fallidos. De ello nos ocuparemos más específicamente en el capítulo dedicado a “Tamerlane”.
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