UN SUEÑO DENTRO DE OTRO
LA POESÍA EN ARABESCO DE EDGAR ALLAN POE
Biblioteca Javier Coy d’estudis nord-americans
http://www.uv.es/bibjcoy
Directora
Carme Manuel
UN SUEÑO DENTRO DE OTRO
LA POESÍA EN ARABESCO DE EDGAR ALLAN POE
José Manuel Benítez Ariza
Biblioteca Javier Coy d’estudis nord-americans
Universitat de València
Un sueño dentro de otro: la poesía en arabesco de Edgar Allan Poe
© José Manuel Benítez Ariza
1ª edición de 2015
Reservados todos los derechos
Prohibida su reproducción total o parcial
ISBN: 978-84-9134-165-9
Imágenes de cubierta e interiores: Manuel Martín Morgado
Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera
Publicacions de la Universitat de València
http://puv.uv.es
publicacions@uv.es
A Mª Ángeles y Carmen,
in our kingdom by the sea
ÍNDICE
Agradecimientos AGRADECIMIENTOS En primer lugar, al profesor Rafael Galán Moya, de la Universidad de Cádiz, que dirigió la tesis doctoral de la que procede este libro, y sin cuya disponibilidad, atención y estímulo, así como su palpable amistad, dicho trabajo se hubiera quedado en mero proyecto inconcluso. A los doctores Dídac Lloréns Cubedo (UNED), Rafael Vélez Núñez (Universidad de Cádiz) y Juan Ignacio Guijarro González (Universidad de Sevilla), por cuya extrema receptividad hacia este trabajo todavía me felicito, y cuyos consejos han beneficiado notablemente el texto que el lector tiene ahora en sus manos. A todas aquellas personas que me han facilitado el acceso a determinados textos y fuentes, y muy destacadamente al poeta y profesor José María Moreno Carrascal, de Villanova University, FA, fidelísimo corresponsal que nunca ha dejado una petición desatendida. Por supuesto, a Carme Manuel, directora de la Biblioteca Javier Coy d’Estudis Nord-Americans, por su calurosa acogida a este proyecto. Al escritor y traductor —también de Poe— Antonio Rivero Taravillo, que ha aceptado prologarlo. Y al pintor Manuel Martín Morgado, por sus arrebatadas ilustraciones. A todos ellos, mi más sincero agradecimiento, desde la convicción de que sólo desde una soledad bien pertrechada de afectos es posible concentrar las modestas fuerzas de uno en empeños como éste. J.M.B.A.
Prólogo: Soltando lastre, por Antonio Rivero Taravillo
Prefacio: Un contemporáneo
Presentación
Capítulo I:
“Un fracaso heroico”: Poe y sus poemas “románticos” de 1827 y 1829
Capítulo II:
Hachas que afilar: Poe y la crítica
Capítulo III:
La “autobiografía confusa”: Tamerlane and Other Poems
Capítulo IV:
“Al Aaraaf” y Eureka : de la visión romántica a la cosmogonía
Epílogo/Conclusión. Después de “Al Aaraaf”: hacia una poética “simbolista”
Apéndice: Traducción de algunos poemas de Edgar Allan Poe en verso castellano
Bibliografía
AGRADECIMIENTOS
En primer lugar, al profesor Rafael Galán Moya, de la Universidad de Cádiz, que dirigió la tesis doctoral de la que procede este libro, y sin cuya disponibilidad, atención y estímulo, así como su palpable amistad, dicho trabajo se hubiera quedado en mero proyecto inconcluso.
A los doctores Dídac Lloréns Cubedo (UNED), Rafael Vélez Núñez (Universidad de Cádiz) y Juan Ignacio Guijarro González (Universidad de Sevilla), por cuya extrema receptividad hacia este trabajo todavía me felicito, y cuyos consejos han beneficiado notablemente el texto que el lector tiene ahora en sus manos.
A todas aquellas personas que me han facilitado el acceso a determinados textos y fuentes, y muy destacadamente al poeta y profesor José María Moreno Carrascal, de Villanova University, FA, fidelísimo corresponsal que nunca ha dejado una petición desatendida.
Por supuesto, a Carme Manuel, directora de la Biblioteca Javier Coy d’Estudis Nord-Americans, por su calurosa acogida a este proyecto.
Al escritor y traductor —también de Poe— Antonio Rivero Taravillo, que ha aceptado prologarlo.
Y al pintor Manuel Martín Morgado, por sus arrebatadas ilustraciones.
A todos ellos, mi más sincero agradecimiento, desde la convicción de que sólo desde una soledad bien pertrechada de afectos es posible concentrar las modestas fuerzas de uno en empeños como éste.
J.M.B.A.
PRÓLOGO
SOLTANDO LASTRE
Edgar Allan Poe (1809-1849) se alza en la historia de la literatura como una de esas figuras que, siendo mucho, son más de lo que son porque en ellas no apreciamos sólo los logros individualmente alcanzados sino la fecundidad en autores y movimientos posteriores cuya trayectoria ya no podemos distinguir de su estímulo. Su huella es doble y enorme, y lo rescata de una única novela y de los ensayos con los que se ganó el sustento en el periodismo. Como narrador, Poe es el precursor de los relatos de terror, de tema científico y policíacos que en la segunda mitad de su siglo se desarrollaron, creando modelos e incluso géneros; como poeta tuvo una enorme influencia en otros tres de otra lengua, el francés, que lo auparon a antecedente de ese segundo Romanticismo: el Simbolismo. Haber suscitado ese interés y admiración en Mallarmé, Baudelaire y Valéry ya dice mucho de su carácter excéntrico en la tradición angloamericana. Por más que William Carlos Williams, Hart Crane o el primer T. S. Eliot vieran puntos de interés en este poeta que ya se definía a sí mismo como “americano” (de los EEUU) en ese siglo de la gran poesía de Inglaterra (que no llega a abarcar cien años, pues va de 1798, fecha de publicación de Baladas líricas a 1892, año en que muere Tennyson), la alargada sombra de Poe llega sobre todo a Europa (también Fernando Pessoa lo tradujo) y al Río de la Plata (no sólo en Borges, sino en sus traductores Cortázar y Obligado y en Lugones y otros antes).
Como escribió Juan Eduardo Cirlot, Poe “nos habló tan larga y tristemente de la muerte, dándole a la vez tantos rodeos, y mostrándola en tan dolientes e inauditos aspectos (metamorfosis, resurrecciones totales o parciales)” que ocupa un lugar único. Sólo Nerval se le acerca en esto. Él mismo cultivó como nadie el que consideraba el tema supremo: la muerte de una mujer hermosa. Y compuso algunos poemas de añoranza y pérdida (pienso en “El cuervo” o “Annabel Lee”) que forman ya parte del repertorio vivo y memorable de infinidad de lectores, y no únicamente de los textos originales sino también de sus traducciones a prácticamente todas las lenguas. Las adaptaciones al cómic y al cine no han escaseado. También ha habido recreaciones en verso, como el poema “El cuervo” que Luis Alberto de Cuenca incluyó en su libro de 2010 El reino blanco . Y es que como el propio Luis Alberto ha afirmado en su siguiente entrega, Cuaderno de vacaciones (2014), nada importa el posible solipsismo, el alcoholismo, el cúmulo de defectos de Poe. “Sí importa, en cambio —por citar tres casos / de directos discípulos de Poe—, / que Melville inventara Moby Dick / a partir de la extraña criatura blanquísima / que clausura el relato de Arturo Gordon Pym , / o que las pesadillas de Lovecraft se forjaran / sobre las de Edgar, o que Baudelaire / tradujera al francés su prosa en cinco entregas / que lo harían famoso en toda Europa. / ¡Larga vida al psicópata de Boston!”.
Pero vamos ya a este libro, escrito por un poeta de una generación posterior a Luis Alberto: José Manuel Benítez Ariza. Y me interesa destacar de este su estatus de poeta, su estatura poética, pues este trabajo con el que Benítez Ariza ha alcanzado el arduo título de doctor se beneficia no solo del rigor filológico del profesor gaditano, sino de la intuición de un fino poeta que es asimismo traductor excelente, como demuestra al trasladar en verso castellano un puñado de composiciones exentas y fragmentos de los poemas extensos de Poe: “Tamerlán” (1827) y “Al Aaraaf” (1829), que como se ve por sus fechas fueron obras de juventud. Dos fracasos que Benítez Ariza disecciona y muestra también en sus triunfos, aportando las claves de las fuentes que Poe enseguida hace manantiales propios. Muy atinadamente habla aquí de Byron y de ese amigo suyo hoy poco conocido fuera de Irlanda: el Thomas Moore autor, además de la impagable colección de melodías irlandesas a las que puso la letra del romanticismo, de una obra de inspiración arábiga que tuvo peso en “Al Aaraaf” y que, me pregunto ahora y lo sugiero a vuelapluma, quizá estuviera también revoloteando en el ánimo de Yeats al componer su poema, también relativamente extenso, sobre Harum Al-Rashid en La torre (1928).
Читать дальше