Llueve en junio
Abisaí Benítez Galeana
© Llueve en junio
Primera edición, diciembre 2021
D.R. © Abisaí Benítez Galeana
s.e.reverberante@gmail.com5560039338
www.reverberante.com
Diseño de portada: Karina Maldonado
Diseño editorial: Noemí Moreno
Cuidado de la edición: José Alberto Gurrea
Coordinación y contacto: José Luis Zapata
ISBN: 978 - 607 - 99181- 6 - 3
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, sin la autorización previa por escrito de la editorial y/o el autor.
Porque olvidé besarte
aquellos días de lluvia.
VERSO Verso
Vendo mis vísceras VENDO MIS VÍSCERAS Vendo mis vísceras que escurren en la noche en la que leo a Huidobro. También vendo otoños, Lunas llenas Vacías, Menguantes y voces apagadas. Mis vísceras no se venden Se vendan. Los otoños se caen, las lunas se desgajan con los conejos dentro. Y a la mañana pregunto ¿Cuánto tiempo cuesta, corazón, dejar las luces aplacadas?
Me hice un abrigo ME HICE UN ABRIGO Me hice un abrigo con las hojas amarillas del almendro, para correr entre la niebla del camino. Después, me despojaré, una a una. Y convertido en tierra volveré, junto al viento, a meterme en tu piel oscura. Entonces Hecho polvo Habré vencido Cualquier intento de tocarte Cual ocaso en la llanura.
Martes en la mañana MARTES EN LA MAÑANA Las moscas me han hurgado la basura La basura me hurgó la mañana Una mañana bucle Que tirita en el reloj: Hoy Mañana Pasado. Despertar resulta fácil Levantar un cuerpo de piezas trozos ¿Qué decir? Vestirme con mis manos agua Mirarte en mi cuerpo El espejo se escuece entre las sombras. Gira el bucle: Abre las ventanas Fija la puerta Bebe agua Café Imaginaciones Olvidé apagar el ventilador Y besarte aquel día de lluvia. Hoy: Las moscas hurgan La basura huele El reloj que repite, Armar un cuerpo Un despertar cíclico de martes. Mientras tanto que resbalen las sombras Moriré, hirviéndome la piel No apagué el ventilador, Lo olvidé.
Hay mar donde uno vaya HAY MAR DONDE UNO VAYA Besos que se rompen en la noche que amarillece Me puse unos zapatos para no volver, Y no volver. Me fui pero, te traje entre mis cabellos Perseguirte para no seguir te vas, no estás y estás. Litorales nuevos Hay mar donde uno vaya, deja abierta esa puerta Recogeré un trozo de luz para mis auroras.
Te espero sentado en la jardinera de la hierbabuena TE ESPERO SENTADO EN LA JARDINERA DE LA HIERBABUENA Te espero sentado en la jardinera de la hierbabuena viendo la tarde arribar, luz sagrada que se acaba Te espero con un trompo Una cuerda Y un sonar de llantas oxidadas, vieja bicicleta. Te espero sentado en la jardinera de la hierbabuena Mamá no pierde la novela El abuelo ronca en la mecedora Huele de noche y el último bus cruzó. Te espero con mis manos en el rostro Los pies descalzos Y arrancando algunas hojas de la hierbabuena.
Descomposición de un cuerpo escuálido DESCOMPOSICIÓN DE UN CUERPO ESCUÁLIDO Supliqué que me arrancaras todos los órganos Cómete mi piel, enrédate Succiona mi sangre, enrédate Enrédate, que mi vida te pertenece. Mastica mis tendones y cuélgalos a los tuyos Rómpeme los huesos, cuéntalos Incrústalos a tu carne negra, cuéntalos Que de mí no exista algo Sáciate. Huesos Tendones Sangre Venas Médula ósea Masa encefálica Las corneas y pupilas Así, viviremos juntos Así, moriremos juntos.
Malcriado MALCRIADO Se comer con la boca cerrada Decir gracias y hasta luego Ceder al anciano el asiento Respetar la luz roja del semáforo Las rayas amarillas Las rayas blancas. Pero nunca eduqué mis deseos, deseos que explotan por mis ojos Cuando tu silueta no es ausente, y tu oxigeno exhalado cuece la cordura. Quisiera nunca educarlos: Mis deseos y dientes Mi piel y mis ojos Mis piernas sobre las tuyas Para no olvidar besarte aquellos días en los que haya lluvia.
Bertolt 1940 BERTOLT 1940 Llovió demasiado El día que Bertolt Dibujó toronjas En amaneceres. Él siguió sus pasos Por habitaciones De luces oscuras Abre los ojos, A ratos se moja. ¿Quién sabe frenar los años? Apenas va subiendo la vida Pinta siluetas en atardeceres Se hundió En seguida, Océano blanco, De los barcos De papel Que construyó En los anocheceres.
Acapulco Espuma ACAPULCO ESPUMA Espumas espuma de olas desgastadas Preguntando si te hicieron bien. De pronto el mar nos tragó Causa una pena navegar por el tiempo Saber que tantas canciones nos llevan a ti. Espumo la añoranza de tus aguas mansas Pensando en escapar guardarte en el bolsillo Y protegerte de todo mal.
A las diez tendrás que marcharte A LAS DIEZ TENDRÁS QUE MARCHARTE A veces duermo triste Otras no duermo. Tenerte no busco Buscarte no quiero. Porque al final, a las diez tendrás que marcharte.
Y,y,y Y, Y, Y Odio a mi piel que sólo ve la desdicha Aborrezco a mi pelo Mi pelo duele Todo vive con la despresencia Y Y Y Creo en esos labios ¡No bailarán nunca con los míos!
Se mueven las cortinas SE MUEVEN LAS CORTINAS Se mueven las cortinas Dos mensajes de texto. Revoluciones en mi cabeza Sueño despierto Despierto del sueño. El Volkswagen canta Se mueven las cortinas Tres mensajes de texto.
Por la ventana veo a un gato
Tuyo
Gritos y cajas viejas
Serenata en la Plaza Borda una tarde de diciembre
Entre los nudos
Nostalgia terca
Olvido, oxido, soledad y otra vez polvo
Defunción otoñal
Satisfacciones
Es la nostalgia
Sueño
Cecilia
El viernes, quizá
No estoy tan solo
Cuando la mañana termine en un ocaso
Tus muertos
Me convertiré en iguana
Obsequio
Insomnio
Mecedora
Tú y una lista de incoherencias
Vivir con la tenue claridad de luna
Lo cotidiano
2010
Otra ventana
Rio verde azul
Los días en San Miguel de Allende
Silueta en la montaña que resbala en los corrales del caballo
Ayer
Si a la mañana no vuelves
Preguntas para un desaparecido
Él ya se fue
CUENTO
Beto, gafas de aumento
Make Ándá
Junio
A la vecina no le importo
Conversaciones con la ventana
Olvidé el termo de café
Darío
La tarde
Doña Leonor
La hija del bolillero
El niño de la bicicleta
Los autos que pasaban
Jazmín
Verso
Vendo mis vísceras
que escurren en la noche
en la que leo a Huidobro.
También vendo otoños,
Lunas llenas
Vacías,
Menguantes
y voces apagadas.
Mis vísceras no se venden
Se vendan.
Los otoños se caen,
las lunas se desgajan
con los conejos dentro.
Y a la mañana pregunto
¿Cuánto tiempo cuesta, corazón,
dejar las luces aplacadas?
Me hice un abrigo
con las hojas amarillas del almendro,
para correr
entre la niebla del camino.
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