Lo importante, de cara a la cuestión general que nos ocupa, es que incluso en lo que no parecen más que fintas polémicas entre distintos actores del mundo intelectual con intereses profesionales diversos, destacan por su trascendencia determinadas afirmaciones de unos o subrayados de otros respecto a la posición de Poe frente al Romanticismo. Así, destaca McElderry el parecer eliotiano —anterior a su pronunciamiento definitivo de 1949— de que “tras la muerte de Byron, sólo Poe y Heine heredaron el espíritu del Romanticismo inglés”, para añadir que éstos, “junto con Baudelaire —a su vez influido por Poe—, parecen más ‘modernos’ que sus contemporáneos” (32). En una poco conocida reseña de 1919, que Eliot nunca quiso reimprimir, del segundo volumen de The Cambridge History of American Literature , lamenta éste que, en su contribución a dicha obra, el profesor Killis Campbell “no llegue a analizar la peculiar originalidad de Poe como poeta”. Y añade: “Percibe la relación de Poe con Byron, Moore y el movimiento romántico en general, pero olvida señalar que Poe es tanto la reductio ad absurdum como la culminación del movimiento” (íbid.). 40Es decir, antes incluso de caracterizar a Poe, en su ensayo de 1949, como una curiosa anomalía que había ejercido su influencia en ámbitos ajenos a la lengua inglesa, Eliot había reparado en la posición excéntrica de su compatriota respecto al Romanticismo propiamente dicho, a la vez que lo situaba en la línea de salida de este movimiento hacia la modernidad.
Volveremos sobre la posición de Eliot sobre Poe en el contexto de la consideración que éste alcanzó entre algunos autores relevantes de la vanguardia literaria anglosajona de entreguerras. Pero antes habremos de ocuparnos, por orden, de las aportaciones concretas de esos estudiosos de Poe a las cuestiones que nos ocupan; algunos de los cuales, como acabamos de ver, fueron reseñados por el propio Eliot.
LA HORA DE LOS ERUDITOS: EL “POE REVIVAL”
No fue casual que las opiniones de Killis Campbell o la biografía de Poe debida a los desvelos de Hervey Allen fueran objeto de la curiosidad de Eliot en su etapa más activa como reseñista de libros, que coincide con el fenómeno que algún estudioso de nuestro autor llama Poe revival o renacimiento de los estudios poeanos en torno a la segunda década del pasado siglo.
Es por esas fechas cuando un jovencísimo Thomas Ollive Mabbott, que acababa de iniciar una carrera de casi cincuenta años de dedicación a la obra del autor de “The Raven”, señala que “el interés en la cuestión de la biografía y bibliografía de Poe ha sido especialmente fuerte en los últimos años” (1920, 372), convirtiendo en diagnóstico optimista lo que quizá no era más que la constatación de un cambio de tendencia. Porque lo cierto es que, visto con la debida perspectiva, el panorama de los estudios poeanos hasta la fecha no podía ser más desolador, y responde plenamente al diagnóstico que emitiría Allen Tate en una conferencia de 1949: “El alegato americano contra Poe, hasta la primera guerra mundial, se basaba en su indiferencia moral, o su limitado alcance moral” (Regan 1967, 42); agravado, además, por la repercusión que tuvo el artículo necrológico que el albacea de Poe, el reverendo Rufus W. Griswold, publicó a la muerte del autor, y que es el punto de partida del descrédito de Poe como “drogadicto y borracho”, o “individuo completamente irracional que se casó con una niña con la que vivió al filo de la muerte por inanición” (Robbins 1977, s/p). Quedan fuera de nuestro estudio tales consideraciones, que sólo mencionamos por lo que pudieron entorpecer el inicio de investigaciones serias sobre las cuestiones que nos ocupan.
En lo que respecta a “Al Aaraaf”, el primer estudio importante, y todavía relevante, del poema lo debemos a William E. Cairns, en 1915. Al comienzo del mismo constata Cairns que “los dos primeros poemas largos de Poe, ‘Tamerlane’ y ‘Al Aaraaf’, han recibido hasta ahora escasa atención en relación a la concedida a la mayor parte de [su] obra” (35); y considera a continuación que “si bien ‘Al Aaraaf’ no es un poema de gran mérito intrínseco, es la producción más importante de un periodo que es significativo en la historia del desarrollo literario de Poe” (íbid.). Cairns traza la historia textual del poema, desentraña su oscuro argumento, rectificando los errores e inexactitudes de estudiosos anteriores, y aventura una ambiciosa interpretación: este temprano poema sería una primera formulación de la teoría estética que el autor desarrollaría a lo largo de toda su vida, y que no encontraría su plasmación definitiva hasta trece años más tarde, en textos como “The Philosophy of Composition” y “The Poetic Principle”. En “Al Aaraaf”, señala Cairns, está el germen de las ideas estéticas principales de Poe. Si la labor encomendada a Nésace, la criatura angélica que rige el curso de la estrella errante, es difundir la idea de belleza por el universo, está claro que el obstáculo principal que encuentra en su cometido al acercarse a la tierra es la vigencia en ésta de las pasiones humanas, como el amor que siente el humano Angelo —trasunto del pintor Miguel Ángel—por Ianthe, que le impide atender a la llamada de Nésace y, por tanto, lo recluye en la esfera mortal, privado de la posibilidad de elevación del alma hacia la contemplación de la belleza. O, como señalará Poe años más tarde en “The Poetic Principle”: “Sólo en la contemplación de la Belleza nos resulta posible alcanzar esa placentera elevación, o excitación, del alma, que reconocemos como Sentimiento Poético, y que tan fácilmente se distingue de la Verdad, que es la satisfacción de la Razón, o de la Pasión, que es la excitación del corazón”. 41
La mención a la Razón es también decisiva, y apunta al tema central de “Al Aaraaf”: un exceso de “verdad” (“Truth”) o conocimiento es también fatal para la vía de elevación hacia la contemplación de la belleza, tal como el propio poeta explicita en su “Sonnet—To Science”, antepuesto a su poema largo de 1829.
Constata también Cairns las influencias que pesan sobre el poema, desde Milton a Moore y Shelley, poniendo así de manifiesto su relación con la línea principal del Romanticismo inglés, la que enraíza el movimiento con los grandes poemas “imaginativos” o visionarios en esa lengua. Por todo ello, se puede decir que este temprano crítico apunta ya a una interpretación de la obra de Poe como un todo en evolución desde unos presupuestos inicialmente románticos —entendiendo por Romanticismo la revivificación que la aludida tradición visionaria experimentó a finales del siglo XVIII— hasta las intuiciones estéticas absolutamente originales que pueden constatarse en la obra madura del norteamericano. Llama la atención que Cairns no mencione Eureka como la síntesis final de esa maduración cuyas semillas estaban ya presentes en el poema juvenil; pero, en cualquier caso, su consideración de la obra total de Poe como un conjunto coherente con las premisas expresadas en “Al Aaraaf” sigue siendo relevante para nuestros propósitos.
A esa unidad de fondo apuntaba también el artículo juvenil de Mabbott antes mencionado. Siguiendo una sugerencia de J. H. Whitty, responsable de la edición de The Complete Poems of Edgar Allan Poe de 1911, según el cual el poema “The City in the Sea”, de 1831, expande un pasaje de “Al Aaraaf”, concluye Mabbott que este poema encierra una alusión a la historia bíblica de Gomorra, ciudad cuyas ruinas, según una leyenda aducida por el joven crítico, eran visibles desde la superficie de las aguas del Mar Muerto; lo que enlaza, no sólo con la mención explícita a Gomorra en los versos 37 y 38 de la segunda parte del poema (“the stilly, clear abyss / Of beautiful Gomorrah!”), sino con el motivo general, sobre el que volveremos más adelante, de la ascensión y la vista desde las alturas, que tendrá diversas expresiones en la obra posterior de Poe.
Читать дальше