Incluso irá más lejos al afirmar que, más que la superioridad del espíritu o del entendimiento, es el talento para emocionar a su discreción lo que da el poder sobre los otros hombres:
De tous les talents qui donnent de l’empire sur les autres hommes, le talent le plus puissant n’est pas la supériorité d’esprit & de lumières, c’est le talent de les émouvoir à son gré, ce qui se fait principalement en paroissant soymême ému & penetré des sentiments qu’on veut leur inspirer (ibíd.: 38). 50
La materia de la que se extrae lo maravilloso, para Dubos (secc. L), procede de hechos históricos, de la física, la astronomía o la geografía, y observa cómo estos hechos maravillosos siguen siendo verdad para los poetas, cuando hace tiempo dejaron de serlo para historiadores y otros escritores. De manera que los artistas deben atender, en ese sentido, a la opinión vulgar recibida de su época, aunque se contradiga con lo afirmado por los sabios. 51
Como tantos otros autores, Dubos considera que lo maravilloso es la esencia del poema. Así, a propósito de la Tragedia (secc. XLII), señala: «Puisque le but de la Tragedie est d’exciter la terreur & la compassion, puisque le merveilleux est de l’essence de ce Poëme, il faut donner tout la dignité possible aux personnages qui la representent» (ibíd.: 398). 52Lo que no se contradice con una llamada de atención contra los excesos (secc. XXVIII): «les sentimens trop merveilleux paroissent faux & outrez» (ibíd.: 227).
No está, pues, exenta de dificultad la conjunción de lo maravilloso y lo verosímil y parece solo al alcance de los grandes poetas, como apunta en la citada secc. XXVIII:
Il ne me paroît donc pas possible d’enseigner l’art de concilier le vraisemblable & le merveilleux. Cet art n’est qu’à la portée de ceux qui sont nez Poëtes, & grands Poëtes. C’est à eux qu’il est reservé de faire une alliance du merveilleux & du vraisemblable, où ils ne perdent pas de leurs droits (ibíd.: 228). 53
A partir del talento para esta sutil alianza, hace Dubos distinción entre los poetas «de la classe de Virgile», los versificadores «sans invention» y estos otros que denomina «Poëtes extravagans», y sentencia: «Voilà ce qui distingue ces Poëtes illustres des Auteurs plats» (ibíd.).
Entre los poetas extravagans , dirá Dubos (secc. XXVIII), están los «hacedores» ( faiseurs ) de novelas de caballerías, como los Amadís , a los que no solo no les falta de lo maravilloso, sino que, al contrario, están rebosantes de ello, pero tanto sus ficciones inverosímiles como los sucesos prodigiosos en exceso desagradan a los lectores con criterio formado y conocimiento de autores como Virgilio. 54
La importancia de Luzán como teórico literario es sobradamente conocida en las letras hispanas. Su obra La poética o reglas de la poesía en general y de sus principales especies (1737) nos permite profundizar un poco más en la naturaleza de lo maravilloso, especialmente en el Libro II, de expresivo y horaciano título: «De la utilidad y del deleite de la poesía». Varios capítulos nos proporcionan observaciones de interés.
La materia maravillosa fruto de la fantasía y el ingenio señala ya el enunciado del cap. XI, en el Lib. II: «Como se halle materia nueva y maravillosa por medio del Ingenio y de la Phantasía con la dirección del Juicio» (1737: 115), páginas que sin duda constituyen la alusión más directa a lo maravilloso de entre los precedentes poéticos que venimos estudiando:
Supuesto que la Belleza poética consiste principalmente en lo raro, maravilloso, grande, extraordinario, nuevo, inopinado e ingenioso de la Materia y del Artificio del sujeto imitado, o del modo de imitarle, veamos cómo y con qué medios se halle esta Materia.
Luzán aborda la naturaleza de lo maravilloso a partir del «Ingenio» y «Phantasía del Poeta», «son como dos Potencias del alma», escribe, y lo hace tomando como punto de apoyo el pensamiento de Muratori (1706: 74), quien, en el ya citado Della perfetta poesia italiana (Lib. I, cap. VII), apunta: «Ingegno, Fantasia, e Giudizio Potenze necessarie a trovare il Bello»: 55
Un feliz, agudo y vasto Ingenio, una veloz, clara y fecunda Phantasía, son como los Proveedores y despenseros de la novedad, de la maravilla y del deleite poético. Y si a estas dos potencias o facultades se añade el Juicio, que es la Potencia maestra y el Ayo, y director de las otras dos, se hará un compuesto feliz de todas las partes que se requieren, para formar un perfecto Poeta. Las dos primeras Potencias son como los brazos del Poeta, que hallan Materia nueva y maravillosa, o la hacen tal con el Artificio; el juicio es como la Cabeza, que las preserva de excesos, rigiéndolas siempre por dentro de los límites de lo verisímil y de lo conveniente (Luzán, 1737: 115 y ss.). 56
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