En los viajes de Margarita y Mariana, el Mediterráneo fue protagonista por partida doble, pues a través de sus aguas se efectuarían dos viajes relacionados con estos acontecimientos. El primero, el de la Casa de la reina, que viajaba desde el puerto de Málaga hasta el de Génova, para desde allí ir a buscar a la reina a Trento, viaje que efectuaban en varias de las galeras y navíos que formarían parte de la armada que más tarde regresaría con la nueva soberana. El segundo, el protagonizado por la reina y su séquito desde Génova hasta su desembarco en algún puerto del reino de Valencia.
Las numerosas relaciones de sucesos que se imprimieron sobre estos acontecimientos, además de responder a la importancia del hecho histórico, se debieron también a otros factores importantes, como su larga duración en el tiempo –algo más de un año–; las diferentes ceremonias oficiales inherentes a las bodas –llegada del embajador extraordinario con los poderes al lugar donde se celebraría el acto; celebración de las mismas; entrega de la princesa; ratificación del matrimonio […]–; las fiestas con que las ciudades por las que debía pasar agasajaban a la reina y su comitiva, en particular las entradas oficiales en Milán y Pavía, con todo el despliegue de aparatos efímeros –parte fundamental del engranaje político de la monarquía–, a los que se sumaban otros agasajos como fuegos artificiales, saraos, naumaquias, juegos de alcancías, fiestas teatrales, torneos, máscaras […]; por último, otros viajes colaterales, como el ya mencionado de su casa; el viaje del monarca desde la corte hasta el lugar elegido para la ratificación del matrimonio; viajes de otras personalidades, como el del embajador extraordinario, el del cardenal-arzobispo designado para bendecir las bodas o el del propio papa Clemente VII, en el caso de Margarita de Austria. Ceremonias, entradas y desplazamientos que daban lugar a su correspondiente relato, descripción o diario, con la finalidad de informar, propagar, dejar memoria de los monumentos efímeros, exaltar a la monarquía, a los grandes señores […]. A estos impresos hay que añadir las fuentes manuscritas, a veces utilizadas en las obras impresas e incluso destinadas expresamente a los autores de relaciones más extensas o a una publicación posterior que en ocasiones no se llegaba a imprimir.
Del viaje de Mariana, Alenda y Mira, en su indispensable obra, Relaciones de solemnidades y fiestas públicas de España , 2 enumera una treintena, casi el mismo número en prosa y en verso. Otros autores recogen alguna más en prosa y sobre todo bastantes más en verso. 3 En su mayoría se trata relaciones breves con una media de cuatro hojas, en 4º y en 8º, escritas en su mayoría en italiano y en castellano, algunas en francés y latín, publicadas en Nápoles, Roma, Bruselas, Valencia, Sevilla y Madrid. Prácticamente todas están escritas en tono laudatorio y propagandístico, y son escasas las burlescas o satíricas, casi siempre en verso. Las relaciones extensas corresponden a las entradas triunfales en las ciudades más importantes, como Milán, Pavía y Madrid, con la descripción pormenorizada de arcos triunfales y demás construcciones efímeras, así como la composición y descripción del cortejo y de la ceremonia. Otras relaciones extensas son aquellas que bajo la fórmula de relación diaria relatan parte o la totalidad del viaje e incluyen también la descripción de los monumentos efímeros. 4
De la nueva esposa de Felipe IV contamos con una información excepcional, que podemos considerar la crónica oficial de su viaje, titulada el Viaje de la serenísima reina doña Mariana de Austria [...] [fig. 9], en la que su autor, el escritor portugués Jerónimo Mascareñas, 5 relata, a lo largo de los seis libros en los que está dividida la obra, todo los pormenores de las bodas y los desplazamientos por tierra y mar, desde las capitulaciones matrimoniales, a principios de 1647, hasta su llegada al Palacio del Buen Retiro, el 4 de noviembre de 1649. La obra, publicada en Madrid en 1650, incluye también una descripción de las ciudades más importantes del itinerario, así como la trascripción de documentos oficiales utilizados en algunas de las ceremonias, y cartas de Mariana a su familia.
Fig. 9. Frontispicio de Viage de la Serenissima reyna Doña Maria Ana de Austria [...] de J. Mascareñas, 1650, Madrid, Biblioteca Nacional de España.
En Jerónimo Mascareñas concurrían todas las condiciones y méritos necesarios para llevar a cabo esa empresa. De familia noble, culto, religioso, canónigo de la catedral de Coímbra y Consejero de las Órdenes Militares de Portugal, y escritor prolífico. En 1640, cuando Portugal se separó de España, Mascareñas se trasladó a la corte española, donde su lealtad a Felipe IV le fue ampliamente recompensada. Era miembro del Consejo Real de las Órdenes de Castilla y sumiller de cortina, prior de Guimarães y obispo electo de Leiria; había escrito numerosos libros de historia, vidas de santos y personajes ilustres y, sobre todo, Felipe IV le había nombrado capellán y limosnero mayor de la nueva reina, formando así parte de su casa real que partió a recibirla a Trento. A este respecto es interesante el dato que proporciona González Dávila, 6 cuando al referirse a una relación del viaje de Felipe III a Valencia, escrita por su capellán y limosnero mayor, dice que este cargo llevaba aparejado escribir en los libros diarios lo que sucedía cada día en el Palacio del rey. 7 Seguramente esta circunstancia y sus dotes literarias transformaron el obligado diario del viaje en una crónica histórica, para la que se serviría de otras relaciones impresas o manuscritas, en particular para las descripciones de las entradas públicas. Mascareñas indica en el prólogo de su obra que nunca tuvo intención de publicarlo, pero que agradó tanto al rey que se llevó a la imprenta. 8
La obra de Mascareñas es, como la de Mal Lara sobre el viaje del futuro Felipe II, y la de Lavaña sobre el de Felipe III a Portugal, un verdadero y fidedigno relato histórico. Como indica López Poza, 9 en los tratados de Oratoria estas relaciones se consideraban a veces como «especies subalternas de la Historia», lo mismo que los anales, memorias y biografías.
De este viaje real, otro religioso calatravo, «colegial del Imperial de su Orden en la Vniuersidad de Salamanca», Fray Antonio de León y Xarava, que también formaba parte del séquito español de Mariana, relata en forma de diario el viaje de la reina desde Viena hasta España. Como Mascareñas, Xarava indica en el prólogo de su obra, titulada Real Viaje de la Reyna Nuestra Señora Doña Mariana de Austria […], 10 que desde el día en que por mandato de Felipe IV salió de la corte formando parte de los criados que iban a acompañar a la reina en su viaje hacia la corte, decidió anotar día a día «las mas singulares grandezas y circunstancias de la jornada de la Reyna». Aunque su relato es más conciso y su estilo menos depurado, algunas partes son más vivas, como las que relatan los viajes marítimos por el Mediterráneo de la casa de la reina, y de Mariana y su séquito.
La información que proporcionan estas relaciones nos permiten reconstruir el viaje de la segunda esposa de Felipe IV desde Viena hasta la Corte de los Austrias, con paradas más dilatadas en ciudades como Pavía y Milán para describir la ceremonia de las entradas con que estos reinos de España la agasajaron. 11
DE VIENA A TRENTO
Unos días después de la boda, la reina partió de la corte imperial, acompañada, además de su hermano Fernando, del cardenal Harrach, arzobispo de Praga, de su confesor, el padre Juan Everardo Nithard –quien a la muerte de Felipe IV desempeñaría un papel fundamental al lado de la reina–, del duque de Terranova, que la acompañaba en calidad de caballerizo mayor, de Juana de Mendoza, condesa de La Coruña y marquesa de Flores-Dávila, como camarera mayor, además de damas, dueñas y un gran número de criados inferiores.
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