1 ...8 9 10 12 13 14 ...27 Al día siguiente, de vuelta a Trento, se despidió el cardenal Harrach, cuyo lugar lo ocupaba ya el cardenal Montalto, que regresaba a Alemania. Por la tarde la ciudad se engalanó con un arco de triunfo y cuadros, plantas y flores en la fachada del palacio. El 21, Mariana y su séquito emprendieron la primera etapa de su viaje por Italia, con destino a Milán.
DE TRENTO AL PUERTO DEL FINALE. ENTRADAS EN MILÁN Y PAVÍA
Antes de atravesar el río Adesse, frontera de la República de Venecia, llegó orden de que no siguieran adelante porque en los territorios venecianos aún no se habían terminado los preparativos para recibir a Mariana, que se prolongarían hasta el 28.
Unos días antes de la partida de Trento, el 13 de mayo, Antonio Briceño Ronquillo, embajador de España en Génova, había comunicado al duque de Nájera que la república estaba preparando un suntuoso recibimiento en honor de la reina, por lo que le pedía su opinión sobre continuar el viaje hacia el puerto del Finale «para evitar cuestiones de etiquetas», o hacia el puerto de Génova, pasando por tierras venecianas, si bien, en previsión, él ya les había advertido de la posibilidad de embarcar en el Finale, pretextando el mal estado de salud que reinaba en aquellos dominios. 29 Si según Mascareñas se cruzaron diferentes recados que retrasaron el viaje varios días, llegando incluso los venecianos a empezar a levantar el puente de madera que habían construido sobre el río Adesse, parece evidente que la respuesta de Nájera fue negativa. Al comprobar que la comitiva no cedía y seguía adelante, volvieron a colocarlo, entrando en el estado veneciano hacia las cinco de la tarde, entre las salvas del castillo cercano al río. 30
No se detuvieron hasta Caurino, primer pueblo de la corona española, donde Mariana fue recibida con grandes honores, a la vez que dio audiencia al embajador veneciano, general Capelli. Continuaron a Busolengo y Desenzano, donde acudieron gran número de damas y caballeros de Verona a ver a la soberana, y el 24 llegaron a Brescia, donde se detuvieron para descansar del viaje. El 26 salieron hacia Soncino, primer lugar del Milanesado, donde costó mucho que las carrozas y literas pasaran el río Oglio, muy crecido por las incesantes lluvias, ya que no se había previsto ningún puente, por lo que tuvieron que detenerse en ese lugar para reparar los daños causados. La estancia fue aprovechada por los capitanes y oficiales de las diferentes compañías de lanzas, caballos e infantería –un total de 500 españoles y 500 italianos– dispuestas por el gobernador de Milán, para acudir a besar la mano de Mariana, presentando sus armas y sus banderas con grandes salvas, escaramuzas y otras demostraciones militares.
El 28 partieron hacia Lodi, y, como continuaba lloviendo con fuerza, optaron por desviarse hacia la ciudad veneciana de Cremona para evitar los problemas de Soncino. Aunque no estaba prevista la llegada de Mariana a esa ciudad, fue saludada con una gran salva de la artillería del castillo y recibida por el gobernador, que permitió que entrase todo el ejército que la acompañaba y que la reina atravesara la ciudad con todo su séquito. Precisamente, sobre el incidente con los venecianos, el embajador Briceño envió otra carta al duque de Nájera, fechada el día 29, en la que le comunicaba lo arrepentida que estaba la República por haber estado reacia en lo referente al recibimiento y paso de Mariana por sus estados, por lo que estaba dispuesta a enviar cuatro diputados a suplicarla que embarcase en Génova, donde organizarían un gran recibimiento. El embajador manifestó a Nájera que él era partidario de aceptar la oferta para evitar una ruptura con la república. Prueba del deseo de los venecianos de subsanar su error lo tenemos en el hecho de que al día siguiente el embajador envió a Nájera otra carta, en la que le comunicaba que los venecianos habían comenzado a arreglar los caminos y preparar los arcos triunfales para recibir a la esposa de Felipe IV. 31 Todavía el primero de junio le reiteraba que los venecianos habían ordenado llevar a Novi el mayor número posible de piezas de artillería para la salva Real, así como que se revisaran los palacios de la ciudad para alojar a los criados de la reina y se tomaran 150.000 libras para los gastos de su recibimiento. 32 Aún más, el 23 de julio la república intentaba por todos los medios suavizar sus relaciones diplomáticas con la monarquía española y así, a través del embajador Ronquillo, hizo saber a Nájera las decisiones que habían tomado relativas a fórmulas de etiqueta y eximir al equipaje de la reina del pago de derechos de aduana. 33 Como se comprobará seguidamente, el cambio de postura de los venecianos llegaba tarde y el desembarco se efectuaría en el Puerto del Finale, propiedad de la monarquía.
Poco antes de llegar a Lodi, salió al encuentro de la comitiva el gobernador de Milán, acompañado de varios caballeros que se habían acercado a recibirla. Después de pasar debajo de dos arcos triunfales preparados al efecto por la ciudad, la reina y su acompañamiento continuaron hacia Milán, a donde llegaron el 30 de mayo.
ENTRADA PÚBLICA EN MILÁN 34
La importancia política del Milanesado, incorporado a la Corona española desde 1559, y su posición geográfica entre la corte de Viena y el puerto de Génova determinaron las visitas de los monarcas hispánicos, así como de las princesas austriacas e infantas españolas que viajaban al encuentro de sus futuros esposos, como el recibimiento de Carlos V en 1541 35 o el de la archiduquesa Margarita de Austria, el 30 de noviembre de 1598, 36 en su viaje desde Graz hasta el puerto de Valencia, después de celebradas las bodas por poderes en Ferrara, oficiadas por el Papa Clemente VIII. 37 La llegada de la segunda esposa de Felipe IV fue una oportunidad más para que la capital de Milanesado mostrara su prestigio, riqueza, amor al arte y lealtad al monarca español.
La pertinente lluvia no permitió que la entrada de Mariana se efectuara hasta el 17 de junio. Hacia las cuatro de la tarde, la reina y su hermano, a caballo y bajo palio, precedidos y seguidos de un numeroso y vistoso acompañamiento, encabezado por una escuadra de trompetas y atabales de la casa de la reina, y cerrado por cuatro compañías de alabarderos a caballo y la guardia de lanceros del gobernador de Milán, comenzó el desfile. Mariana vestía saya entera de raso encarnado con mangas de punta, la falda cubierta de bordados de plata realzados de hojuelas y canutillo de plata. Un sombrero negro con penacho de plumas nacaradas y blancas cubría su cabeza. El sillón y la gualdrapa del caballo morcillo sobre el que cabalgaba estaban confeccionados con la misma tela de la falda del vestido, lo que para Xarava «parecio que su Magestad venia sobre vn Trono viuo de plata», 38 comparación que le dio pie para expresar con su pluma sus mejores deseos a la joven reina. Su hermano cabalgaba a su lado sobre un caballo bayo claro, vestido a la española de tristami cuajado de brocados de oro y plata, ferreruelo gayado 39 con los mismos bordados, plumas y cabos blancos.
El escenario de la entrada se extendía desde la Puerta Romana, a la entrada de la ciudad, hasta el palacio real donde se alojaría la reina durante su estancia en la ciudad, más de dos millas de longitud que se jalonaron de arcos triunfales y otras decoraciones efímeras.
Puerta Romana era una de las puertas de la muralla levantada por los españoles, de orden dórico almohadillado con tres pasos, el central de medio punto y mayor tamaño que los laterales adintelados, engalanada para el recibimiento de Margarita de Austria, que en esta ocasión se enriqueció con un frontispicio con el escudo de armas de nueva reina, sostenido por dos niños, y una balaustrada coronada por cinco estatuas, personificaciones de Himeneo , dios de las bodas, Religión, Gracia, Prudencia y Prodigalidad , con las que se expresaban las venturas que la feliz unión traería a Europa, a la cristiandad, a España y a Italia. Dos episodios bíblicos pintados en cuadros situados sobre las puertas laterales aludían a la paz que proporcionaría el matrimonio real – Encuentro de la reina de Saba con Salomón [Reyes 10, 1-13]– y la ansiada sucesión de la monarquía española – Encuentro de Raquel con Jacob que la recibe como esposa [Gen 29]–.
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