— Aún no.
— Ay, es que son difíciles de conseguir, y yo los que he visto son en inglés. Aunque te gustaría. Pero eso, que tienes buenas ideas.
— Y alguna cosa terminada.
— ¡No me digas! Pero, si dices que la novela se te atraganta…
— Exactamente. Son guiones lo que tengo terminado.
— ¿Tú haces guiones? No serías tan amable de ocuparte del guion de esta semana, ¿verdad? —Ricardo se rio nasalmente mientras fumaba—. No, pero en serio. ¿Escribes también guiones? Con la de veces que nos hemos quedado aquí hablando y no me habías dicho nada…
— Ya, bueno… Es que me da vergüenza.
— Entonces, poco futuro te veo yo como escritor, Ricardo, si te avergüenzas de tu trabajo.
— No es eso. Es solo que le tengo mucho respeto. —Chicho hizo una mueca levantando las cejas—. Perdón. «Te» tengo mucho respeto.
Chicho se quedó mirando su puro girar entre sus dedos con una enigmática sonrisa en los labios y sin decir nada. Kino, que siempre se había jactado de que era muy bueno leyendo a la gente, hubiera puesto la mano en el fuego porque Chicho no solo no se había creído que ese fuera el motivo principal, sino que además daba por hecho que Ricardo no quería aprovecharse de que lo conocía. No quería pedirle un favor.
Sin embargo, Kino sabía que no era del todo así. Puede que su padre y Chicho se hubiesen hecho amigos a base de hablar todas las noches en las que trabajaba allí Ricardo, pero el motivo por el que este había ido a trabajar allí en primer lugar era que quería conocer a Chicho. Él mismo lo había admitido.
De manera que finalmente allí estaba Ricardo creando una ocasión para hablar de sus guiones de una forma fortuita con el gran Chicho Ibáñez Serrador. A quien, por cierto, parecía que le solían gustar las ideas que tenía el joven Ricardo.
— Parece que tengas miedo de algo —dijo Chicho.
— Sí. De que me plagies el guion.
— Yo ya no estoy pa esas —contestó Chicho después de una potente carcajada.
— ¿No vas a volver a hacer cine nunca más?
— Ni loco. Ya era suficientemente difícil hace diez años, así que ahora ni me planteo volver a intentarlo. Es curioso, ese fue el motivo por el que me metí en tele y, sin embargo, aquí estoy, trabajando más y pasándolo peor que en cualquier rodaje.
— Seguro que también te lo pasarás mejor. Algo bueno le verás.
— Hombre, esto tiene sus cosas, no te voy a mentir. Bueno, entonces, ¿de qué trata ese guion tuyo? ¿Es corto o largometraje?
— Es de largometraje.
— ¿Y de qué trata?
—Pues a ver, lo primero, es una película que es imposible que algún día se llegue a rodar en España. Si fuese a alguna productora yanqui me compraría el guion al instante, pero aquí ni de coña.
— ¿Por qué?
— Pues porque es una cinta de acción y aventuras.
— Umm… Tienes tu parte de razón. No es un género que esté muy de moda hoy en día. Y menos en España.
— Que es precisamente uno de los motivos por los que sería un éxito. No tendría competición dentro del género. Igual que pasó hace un par de meses, en noviembre, con La Guerra de las Galaxias. Nadie daba un duro por ella, y mira…
— Buena observación. Quizá como no está de moda ese género el mercado no está saturado.
— Efectivamente.
— ¿Pero también sería como La Guerra de las Galaxias? ¿Con navecitas y luces de colores?
— No, no, no. Nada que ver. Bueno, hay algún elemento fantástico, pero nada que ver.
— ¿Y qué tiene esta película? ¿Qué cosas hay que llamen la atención?
— Pues verás, como te decía sería una historia de acción y aventuras al estilo de los antiguos seriales radiofónicos de cuando éramos pequeños, que contaban las andanzas de aventureros que iban en pos de antiguas ciudades perdidas —Chicho hizo un gesto de aprobación silenciosa mientras sonreía—, con mucho tiro y mucha situación imposible de sobrevivir. Pero que obviamente pues el protagonista sobrevive.
— Obviamente.
— La historia estaría ambientada en 1937.
— ¿En plena Guerra Civil? —exclamó Chicho con los ojos como platos—. Muy arriesgado…
— Sí, bueno, el protagonista es un exiliado que está escondido en Egipto, y allí sobrevive con otro granuja amigo suyo, Yassine. Hasta ellos dos llega un día una joven…
— Ah, el interés romántico. La dama que necesita ayuda…
— No exactamente. Aunque bueno, también. Más que pedir ayuda les contrata. Ella es una mujer de armas tomar y se convertirá en la jefa de los dos cuando les encargue una misión: encontrar a su padre, quien fue secuestrado por los nazis.
— Oohhh… me encanta lo que estoy escuchando. Me tienes intrigado. ¿Hay un título? Porque no puedes vender un proyecto así sin un título.
— Claro que sí . —Ricardo hizo una pausa dramática y alzó las dos manos apuntando hacia el vacío delante de ambos—: Mateo Salazar y el oasis de Dakhla.
Tanto el recuerdo de Chicho como Kino se sorprendieron ante esta declamación. El primero porque reconocía el potencial en la obra que le describía Ricardo, y Kino se sorprendió y dio un respingo al conocer la historia de cómo germinó la idea de la que sería el primer gran taquillazo de la ya de por sí exitosa carrera de su padre.
—Dime una vez que haya salido bien.
Spiegel pensó por un momento y luego le apuntó triunfalmente con un dedo mientras exclamaba:
—¡ Higher Ground !
Después de un corto silencio, Kino hizo de tripas corazón y admitió lo obvio.
—No sé qué canción es.
Y tras decir esto se arrebujó bien dentro de su chaquetón de invierno, pues el frío en el patio de la sede seguía siendo infernal. Aunque tampoco lo suficientemente infernal como para que él y Spiegel se abstuviesen de salir a fumar el porro-del-viernes-al-salir-de-trabajar. Que como Kino siempre decía, era el mejor del día.
—Canciones —corrigió Spiegel mientras recogía el peta que le pasaba su amigo.
—Bueno, pues canciones.
—¿Sabes quiénes eran los Chilli Peppers?
—Sí, claro.
—¿Y sabes quién era Stevie Wonder?
—Ahí no, me has pillado.
—Bien, pues dos cosas. La primera es que ya tienes deberes, porque te tienes que oír su discografía. —Kino desplegó su holo-pulsera y empezó a apuntar los nombres de todo lo que decía Spiegel mientras asentía sonriendo—. Y yo creo que te va a gustar, que tú tienes buen gusto. Era un tío muy funky . Y la segunda es que Stevie Wonder hizo una canción que se llama Higher Ground , que luego la versionaron los Chilli Peppers.
—¿Y de una canción funky hicieron una versión rock ? ¿Una versión buena, me refiero? —preguntó Kino incrédulo.
—Pues sí, y quedó genial.
—Vale, lo voy a buscar, porque eso que me dices me parece muy raro.
—Busca, busca.
—Pero, de todas maneras, será la excepción que confirma la regla.
—No te creas.
—A ver dime otro ejemplo en el que una versión de otra canción no sea una mala idea. Uno que conozca yo ahora.
— Whiskey in the jar .
—A mí, personalmente, me gusta más la original. La de Thin Lizzy .
—Bueno, pero la otra también está bien.
Kino se encogió de hombros.
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