En primer lugar, se puede señalar que ejercicios familiares o vecinales han generado empresas de economía social y solidari para hacer frente al desempleo de algunos de sus miembros, atendiendo, con ello, a las nuevas necesidades sociales que emergieron por el confinamiento, por ejemplo, se hacen compras cooperativas de alimentos vecinal; se generan emprendimientos asociativos de transporte de alimentos, coadyuvando a la permanencia de las cooperativas de consumo y comercialización de productos locales, resolviendo, también, una necesidad y poniendo en marcha un circuito económico local al transportar los alimentos a los consumidores.
Al construir tejidos vecinales y de apoyo mutuo, se observa que la puesta en marcha de actividades no monetizadas ligadas, desde el marco teórico, a la economía solidaria y que se enlistaron, también, en párrafos anteriores: bancos de tiempo, trueque, faenas, ollas comunales que, en sí mismos, se adelantan en momentos de crisis en diversos escenarios.
Un punto fundamental que se ha dinamizado y ensanchado es el papel del consumo local y que se ilustra más con los casos de estudio elegidos para este capítulo. Es decir, a partir del confinamiento, que inició en marzo del 2020, las cooperativas de consumo y comercialización de alimentos han observado un incremento en sus ventas impulsado, también, por estos emprendimientos asociativos y familiares que han generado. En los consumidores de estas iniciativas, se observa el rescate del papel político del consumo apostando por los circuitos cortos de producción y el consumo, privilegiando el comercio de proximidad.
Estas han sido diversas propuestas y peticiones que se han elaborado desde distintos actores de la economía social y solidaria en México a partir del confinamiento provocado por la pandemia de la covid-19 que, entre otras cosas, ha traído una profundización de la desigualdad económica y social. A continuación, se explora el quehacer de tres experiencias de economía social y solidaria en la ciudad de Puebla, México.
Las experiencias de economía social y solidaria en Puebla, México
La información contenida en este apartado sobre el Tianguis Alternativo de Puebla, El Mandadito y la Cooperativa de Consumo de Santo Tomás Chiautla se recogió, sobre todo, de la participación de representantes de estas experiencias cooperativas en el foro virtual “Diálogos por la Economía Social”, que organizó la Universidad Iberoamericana Puebla, México, el 21 de agosto de 2020.
Tianguis Alternativo de Puebla. El primer día de Tianguis fue el 21 de julio de 2007, iniciaron con tres mesas de productores de las cuales dos eran de mermeladas. Esto fue lo que recordó Rocío García, cofundadora del Tianguis Alternativo de Puebla (tap). También comentó que el tap cuenta con distintos comités de operación: gestión del día de plaza, certificación participativa, vinculación, comercialización y formación y sensibilización. Actualmente, al tap concurren 44 familias productoras, tienen vinculación con universidades, voluntarios, grupos de aprendizaje y con redes alimentarias alternativas.
En el 2019 y 2020, previo a la pandemia, asistían al tap entre 350 y 400 consumidores cada sábado. En la pandemia surgió el Tianguis virtual junto con la tienda Tawá. A través de este espacio virtual, se comercializan de 35 a 40 canastas integradas por distintos alimentos comercializados en el Tianguis. Los productores que, por la pandemia, se vieron afectados en sus ingresos por la reducción de sus ventas son quienes trabajan armando las canastas y reciben un porcentaje de la misma por esta labor.
Como parte de los retos que enfrenta el tap, Rocío García (comunicación personal, 21 de agosto, 2020) menciona el área de sensibilización a los consumidores debido a que es un área cancelada durante la pandemia y debido a que el tap es un espacio de formación. En el corto plazo, es necesario fortalecer el trabajo colectivo en comercialización, la formación de productores y, también, la generación de ingresos que permita gestionar salarios, pues, hasta el momento, el trabajo de coordinación se hace de manera voluntaria.
También, García (2020) señaló que en el área de formación de productores resulta necesario intensificar este rubro para ampliar la red alimentaria y, al mismo tiempo, acompañar a otros colectivos para formar su propio mercado y generar una metodología de formación. A largo plazo, un reto es impactar más en la producción y consumo local, en los sistemas alimentarios territoriales. “Una gran ventaja es que la pandemia los ‘agarró’ organizados, es decir, la organización permitió y permite enfrentar la crisis y ser autónomos les permite decidir qué hacer” (R. García, comunicación personal, 21 de agosto, 2020).
El Mandadito. El Mandadito inició en el 2014. Se encuentra ubicado en la comunidad de Tlaxcalancingo en el municipio de San Andrés Cholula en el estado mexicano de Puebla. Lo integran cinco personas, en su mayoría mujeres. Esta experiencia surgió ante la necesidad económica y de salud, sobre todo, de sus integrantes al vender el excedente de la producción familiar de hortalizas. Después de estos primeros esfuerzos organizativos, fueron invitados a recibir acompañamiento empresarial por la Incubadora de empresas de economía social de la Universidad Iberoamericana Puebla. Además de la venta de hortalizas agroecológicas, El Mandadito se dedica a comercializar semillas, compostas y otros abonos orgánicos como la lombricomposta.
En la pandemia se enfrentan a la pérdida del empleo de muchas familias y, con ello, la reducción del consumo, también al cierre de espacios públicos para dar los talleres, reunir a las personas en el campo y hacer visitas a domicilio. Ahora en pandemia dan los talleres y asesorías para generar sus abonos orgánicos y asesoría agroecológica y de alimentación a través de sesiones virtuales. También han hecho alianzas con la Cooperativa de Consumo de Santo Tomas Chiautla para comercializar sus productos: hortalizas, plantas, semillas.
Como uno de sus retos a corto y mediano plazo, se encuentra la generación de más canales de comercialización y también consolidar su organización empresarial, siempre desde la lógica de la economía social y solidaria, poniendo en el centro la reproducción de la vida. Para ello, tienen la necesidad de seguir siendo asesorados por la Universidad Iberoamericana Puebla con el fin de continuar en la estandarización de sus procesos cooperativos y seguir en el camino de formación y capacitación en la generación de espacios de soberanía alimentaria.
Cooperativa de Consumo de Santo Tomás Chiautla. Esta cooperativa nació en marzo del 2019, respondiendo a la problemática de atender la escasez de alimentos sanos en la población de la comunidad de Santo Tomas Chiautla, una comunidad todavía rural que pertenece a la Ciudad de Puebla, capital del estado mexicano del mismo nombre.
Esta cooperativa se inició con un punto de venta Tianguis, que viene del náhuatl, que significa “mercado” y describe a un mercado ambulante. A partir de la pandemia de la covid-19, se entregan a domicilio las distintas despensas que provienen de las 20 unidades de producción, albergadas en este proyecto y cuentan con 200 productos entre alimentos frescos y procesados con un aproximado de 115 consumidores constantes.
A raíz de la pandemia de la covid-19, se “desbordó” la demanda para atender las necesidades específicas de los consumidores. El centro de la actividad de esta cooperativa es impulsar el bienestar individual y comunitario a través del consumo responsable y sostenible. Al ser una cooperativa joven, su principal desafío es generar una planeación estratégica y una estructura organizacional. Actualmente, la Cooperativa de Consumo de Santo Tomás Chiaulta cuenta con nueve socios que realizan todas las actividades operativas necesarias. También piensan iniciar con el acopio de residuos plásticos con los mismos productores que entregan a la cooperativa sus productos a comercializar, con el objetivo de generar circuitos de economía circular (reducir, reutilizar, reparar, reciclar) y, también, darle intencionalidad al proyecto, es decir, darle valor a esa intención.
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