La ess impulsa, promueve y sostiene la autonomía económica de las mujeres, así como la sustentabilidad ambiental en estas iniciativas. También, las acciones que hacen con los excedentes que generan se reinvierten al interior de la empresa de ess, se integra en un fondo de capacitación y educación para sus asociados, se generan innovaciones sociales y productivas al interior de las organizaciones, se participa activamente en proyectos que tengan como propósito el bienestar colectivo de los territorios en donde inciden, entre otras. Es decir, no se trata de que las empresas de economía social no generen excedentes, al contrario, necesitan generarlos para su sostenibilidad y, también, para satisfacer las necesidades sociales y económicas del colectivo, los excedentes se reparten equitativamente a partir de las acciones señaladas en este párrafo.
Sin embargo, es preciso acentuar que las organizaciones de economía social y solidaria no existen fuera del mercado convencional capitalista y tienen influencia de las relaciones sociales que generan, es decir, un sistema con dominio del capital que las atraviesa y las constituye como formas concretas y complejas.
Las experiencias de economía social viven la inevitable contradicción de nacer dentro de una sociedad cuyos valores hegemónicos reproducen la primacía del capital, en donde sus integrantes tienen que aprender nuevas formas de relación y también entrar a la economía de mercado capitalista. La Economía Social es una alternativa que busca desarticular las estructuras de reproducción del capital y a construir un sector orgánico que provea las necesidades de todos con otros valores, que afirme otro concepto de justicia social que combine el mercado regulado como otros mecanismos de coordinación de las iniciativas, que pugne por redirigir las políticas estatales y en particular la producción de bienes públicos. (Coraggio, 2008, p. 39)
Coraggio (2020), en su participación virtual en el Seminario de Economía Social organizado por la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México el 3 de septiembre, señaló que la economía social y solidaria no puede ser una respuesta de sectores subordinados, históricamente excluidos y/o expulsados, sino que requiere una visión sistémica para construir otro modelo económico. Para ello, será necesario, según Coraggio (2020), un programa de acción para la economía social, solidaria y popular, es decir, para la economía que privilegia el trabajo por encima del capital, un plan de acción eficaz a corto, mediano y largo plazo, que inicie por desmercantilizar las condiciones básicas de la vida, como la alimentación.
La economía social y solidaria como una propuesta y las prácticas de construcción consciente de otro sistema económico, racional desde la perspectiva de la reproducción y desarrollo de la vida, esto requiere disputar la concepción hegemónica de qué es lo económico, pero también de qué es la solidaridad, en suma, una economía con mercado y no una economía de mercado. (Coraggio, 2009, p.156)
Para esta propuesta sistémica, que potencie la construcción de la economía social y solidaria como modelo económico transformador, es preciso mirar los sectores excluidos no solo por la economía de capital, sino por el propio movimiento cooperativista y sindicalista corporativizado y que ha excluido a sectores marginados y otras experiencias de la economía transformadora no necesariamente cooperativa, contribuyendo a la fragmentación del movimiento y, como consecuencia, al debilitamiento en su acción. Este enfoque precisa construir e impulsar una militancia por la democracia participativa, entendiendo con ello la máxima del movimiento zapatista: mandar obedeciendo (Coraggio, 2020).
La propuesta amplia de la economía social y solidaria en México en tiempos de pandemia
En México, a partir del inicio de la pandemia de la covid-19, diversos actores de la economía social y solidaria han planteado distintas propuestas y estrategias de acción con el objetivo de coadyuvar a la dinamización de la economía local en diversos territorios. Por ello, para ilustrar este apartado, se muestran las propuestas generadas por el sector social de la economía, se señalan las necesidades e ilustran las actividades de estas organizaciones y, también, se revisan las demandas planteadas al Gobierno federal para impulsar el fomento de este sector durante la crisis generada por el cierre de gran parte de las actividades económicas por el confinamiento.
Se hará énfasis en el quehacer de tres experiencias de economía social y solidaria en la ciudad de Puebla, México, las cuales son cooperativas de consumo y comercialización de alimentos locales y agroecológicos, estos son: el Tianguis Alternativo de Puebla, El Mandadito y la Cooperativa de Consumo de Santo Tomás Chiautla. Si bien estas iniciativas tienen su origen previo a la pandemia de la covid-19, se revisan las medidas que han implementado para sobrevivir en estos tiempos.
La información presentada en este apartado se obtuvo de comunicados socializados en redes sociales, entrevistas a profundidad con algunos actores y testimonios obtenidos en conversatorios y foros en que han participado representantes de estas iniciativas de economías transformadoras.
Desde las experiencias existentes de economía social y solidaria
En el contexto actual de pandemia de la covid-19, las distintas y diversas experiencias de economía social y solidaria en México han puesto en marcha alternativas de comercialización de sus bienes y servicios de acuerdo con las posibilidades organizativas y empresariales con las que cuentan, es decir, a su entorno de posibilidad. Ante esto, se pueden enlistar algunas de las iniciativas más recurrentes en tiempos de pandemia, que distintas experiencias consolidadas de economía social y solidaria han realizado:
Reactivación de los canales de comercialización de acuerdo con las condiciones empresariales de cada experiencia (plataformas digitales que permitan promocionar y comercializar sus productos y/o servicios, generación de cadenas de distribución, oferta de nuevos productos y servicios, articulación de circuitos cortos de producción y/o gestión de servicios). Se observa que aquellas experiencias más organizadas y consolidadas pusieron en marcha la comercialización de sus bienes y/o servicios en plataformas digitales, tal es el caso de las grandes cooperativas de café como el grupo cooperativo Yomol A Tel, Tosepan Titataniske y la Unión de Cafeticultores Indígenas de la Región del Istmo (uciri).
También, al interior de las Cajas de Ahorro y Crédito, se activaron créditos de reactivación económica con el objetivo de impulsar la actividad económica de sus asociados.
Un aspecto relevante para tener en cuenta al interior de las experiencias de economía social y solidaria ha sido la vigorización de actividades no monetizadas: bancos de tiempo, trueque y faenas. Según el marco teórico existente, estas prácticas no mercantilizadas han sido ligadas tradicionalmente a la economía solidaria.
También, se observa un impulso con mayor énfasis en la producción local agroecológica-transición de los alimentos, como respuesta a la caída o detención de los flujos de comercialización de alimentos a nivel regional o nacional de algunos productores medianos, pues no hubo trabajo del modo habitual en los centros de abasto regional y se han tenido que ofertar los productos en las comunidades de las que son parte y, también, en algunos casos, impulsando una producción agrícola natural o bien en una franca transición agroecológica.
Desde los distintos procesos organizativos, desde la sociedad organizada
En este segundo apartado, se da cuenta de ejercicios económicos que se han generado en tiempos de pandemia de la covid-19, ya sea para resolver una necesidad vecinal o comunitaria, una necesidad individual para enfrentar el desempleo y/o para apoyar a las organizaciones de la ess para llevar sus productos a los consumidores, sobre todo, en el caso de las experiencias cooperativas de alimentos. En este sentido, se mencionan los ejercicios observables en las ciudades como México, Puebla, Guadalajara y sus zonas conurbadas.
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