El Colegio Mexiquense, A.C.
Dr. César Camacho
Presidente
Dr. José Antonio Álvarez Lobato
Secretario General
Dr. Raymundo César Martínez García
Coordinador de Investigación
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J
JP
JPT
Políticas públicas para el desarrollo municipal / Coord. Cristina Girardo.—
Zinacantepec, Estado de México: El Colegio Mexiquense, A. C., 2020.
171 p.: cuadros. (Quincentenario del Municipio Mexicano, 2) Incluye refererencias consultadas
ISBN 978-607-8509-68-3 (edición impresa)
ISBN 978-607-8509-75-1 (edición electrónica)
1. Políticas públicas y municipios. 2. Desarrollo municipal. 3. Municipios - Aspectos sociales y económicos. I. Girardo, Cristina, coord.
Edición y corrección: Trilce Piña Mendoza Diseño, formación, tipografía y cuidado de la edición: Luis Alberto Martínez López Ilustración de portada: Luis Alberto Martínez López
Primera edición 2020
D.R. © El Colegio Mexiquense, A. C.
Ex Hacienda Santa Cruz de los Patos s/n,
col. Cerro del Murciélago,
Zinacantepec 51350, México
MÉXICO
Página-e: www.cmq.edu.mx
Esta obra fue sometida a un proceso de dictaminación académica bajo el principio de doble ciego, tal y como se señala en los puntos 31 y 32, del apartado V, de los Lineamientos Normativos del Comité Editorial de El Colegio Mexiquense, A.C.
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Hecho en México /Made in Mexico
ISBN 978-607-8509-68-3 (edición impresa) ISBN 978-607-8509-75-1 (edición electrónica)
Presentación
Introducción: El municipio y las políticas públicas para impulsar el desarrollo local/territorial Cristina Girardo
I. Apuntes de trabajo sobre la tragedia municipal Mauricio Merino
II. Principios de gobernanza local en un mundo globalizado Alfonso X. Iracheta Cenecorta
III. Rasgos principales del enfoque del desarrollo económico territorial Francisco Alburquerque Llorens
IV. La política pública municipal en el marco del federalismo mexicano: la historia reciente y los riesgos en el actual proceso de cambio Rodolfo García del Castillo
V. Modelos criminales en Roma: el caso del barrio de Ostia Ilaria Meli
VI. Participación en la prestación de un servicio municipal: comité independiente de agua potable en Jiquipilco, México Javier Cruz Romero Arana y Cecilia Cadena-Inostroza
Cinco siglos de historia han pasado y hoy lo conmemoramos porque conmemorar no es solamente hacer memoria en común, evocación que permite la retrospectiva y el recuento; es, también, ejercicio de reflexión y proyección, visión estratégica que se alimenta de enseñanzas, algunas dolorosas, pero todas aleccionadoras y fecundas. Oportunidad para repensar y, así, revalorar al muy mexicano municipio. Preludio a la acción que, conociendo de dónde se viene, traza el camino hacia dónde se quiere ir.
Tal fue el propósito del Segundo Congreso Internacional de Derecho Municipal, convocado por El Colegio Mexiquense a propósito del quincentenario de la fundación del primer municipio en la América continental; foro en el que, sin dogmatismos, en un clima de libertad, muy destacados conferencistas y ponentes, nacionales e internacionales, hicieron un diagnóstico acertado, fundado y crítico de la historia, del presente y devenir de esta comunidad política que es, al mismo tiempo, asamblea de iguales, gobierno doméstico y escuela de la democracia.
Intentemos retroceder en el tiempo y recrear la escena. En la selva de la ciénaga del Golfo del Anáhuac, el olor de la vegetación descomponía los intestinos, el calor provocaba que el viento ardiera, el color llenaba de verdes imposibles los ojos de los conquistadores. ¡Sobrenatural! Así fue el primer impacto que recibieron, poderoso como el temor que los impulsaba a avanzar hacia lo incógnito; con la improbable consciencia de estar adentrándose en el futuro. En ese entorno y con una síntesis de audacia, ambición y aventura, en una playa baldía, el 22 de abril de 1519, amparándose en la práctica legal llamada “poblamiento”, figura jurídica usada años antes en la península Ibérica para recuperar los territorios ocupados por los árabes, Hernando Cortés procedió a la apremiada fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz, el primer ayuntamiento en tierra firme del septentrión.
Con este acto jurídico creador, dotó de fuerza legitimadora a la “Nueva España del Mar Océano”. Fue, en palabras del historiador Antonio García de León, un acto de extrema rebeldía, pero también de evidente agudeza jurídica y de genio político. Fue, lo entendemos así, acontecimiento histórico y momento fundacional. Punto de quiebre y de partida, agonía y alumbramiento, origen y destino.
Una vez elegido el cabildo por la tropa de soldados convertidos en vecinos de ocasión, Cortés dejó atrás su condición de subordinado de Diego Velázquez de Cuéllar y asumió las responsabilidades que le asignó el ayuntamiento de la villa como “Justicia Mayor, Alcalde y Capitán General de todos”. Ignoraba que, en ese tiempo, el imperio mexica tenía como su base de organización sociopolítica al Calpulli, estructura vecinal con autonomía, formada por un conjunto de familias con ascendencia compartida que poseían tierras y desarrollaban trabajo comunitario; un gobierno interno y una escuela de formación para jóvenes guerreros. Sociedad organizada y hegemónica que habría de derrumbarse en los siguientes meses para dar paso a la fusión de dos civilizaciones predestinadas a converger desde ángulos opuestos; una desde la épica y otra desde la tragedia, para formar, juntas, la simiente de la nueva nación mexicana.
Resultó paradójico: mientras en España, en Villalar, moría el gobierno comunal en los dominios del primer Habsburgo, en Veracruz nacía el municipio mexicano en los dominios del último tlatoani.
Estos hechos acreditan, pues, que el nuestro, como la Patria misma, es un municipio mestizo; que rescataba la fuertemente arraigada estructura social prehispánica, al tiempo que echaba mano de la experiencia del cabildo español que heredó una larga tradición que se remonta incluso a la república romana en cuyo seno había germinado la civitas moderna. La propia etimología del vocablo “municipio” lo sugiere pues proviene de las voces munus y capere , que juntas se refieren a la obligación que se imponía a los habitantes de los primeros centros urbanos a “hacerse cargo” de los gastos comunes, es decir, a contribuir a la cosa pública; tras de lo cual se les reconocía como individuos capaces de representarse ante la autoridad, portadores de derechos y aportadores de opiniones en la discusión de los asuntos generales. Iniciaba entonces la conversión del hombre libre en ciudadano y contribuyente.
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