La homonimia característica de estos linajes extensos supone un verdadero quebradero de cabeza para el investigador. Recientemente ha sido propuesta una reconstrucción genealógica según la cual Gil Ruiz sería padre de Gonzalo, 19lo que implica un ritmo de reproducción generacional bastante acelerado, pero adecuado a una época de crisis demográfica continental. La documentación notarial valenciana aporta algún dato más al esclarecimiento de la genealogía de esta familia.
Unos meses más tarde de la primera aparición de Gonzalo Ruiz por las mesas notariales de la lonja, el 11 de agosto de 1417, juraba la ciudadanía valenciana Martín Ruiz, vecino de Teruel, por un período de siete años. 20Le avalaba un mercader, Joan Ferrer. 21Años más tarde, en 1425, el comerciante turolense, para entonces ya valenciano, pagaba 49 florines al físico Manuel de Vilafranca por el salario y los gastos mantenidos en el viaje hecho a Teruel para cuidar durante mes y medio de su difunto padre, Gonzalo Ruiz, vecino de aquella villa. 22Quizá este personaje sea el mismo Gonzalo Ruiz que negociaba con lana en el mercado valenciano en 1417; quizá fuera el doncel habitante de Valencia que tres años antes del fallecimiento, en 1422, estaba también presente en la ciudad para nombrar procurador a Domingo de Torrecilla, un escribano local de manifiesta evocación aragonesa, pero procuración en la que actuaba como testigo Gabriel de Riusec, un doctor en leyes cuya familia volvería a tener relación con la familia Ruiz. 23
Tres años más tarde del fallecimiento del progenitor, en 1428, Martí Roís liquidaba obligaciones de la época de su padre y abuelo. 24Se trataba de una antigua deuda, aún no saldada, mantenida por un barcelonés desde 1410. El notario registraba la siguiente filiación:
Martinus Royç, civis Valentie, filius et heredes venerabilis Martini Royç, quondam habitatoris Turoli, filiique et heredis cum beneficio inventarii bonorum et iurum venerabilis Egidii Royç, militis quondam habitatoris ville de Mora.
Y añadía: dicto quondam Egidio tunch judeo existentis nuncupato Samuel Nageri . Es decir, partiendo de la hipótesis del error notarial, por el que se confunde el nombre de Gonzalo Ruiz con el de su hijo Martí, es factible que aquel fuera hijo y heredero de Gil Ruiz, el milite que vivía en la villa de Mora, de la que era señor el gobernador del reino, por lo que correspondería al nieto verificar el inventario de los bienes del difunto padre y ratificar el saldo de la antigua deuda contraída con el abuelo.
Martí Roís mantuvo la relación con sus parientes turolenses durante esos primeros años, al margen de su credo confesional. En 1444, cerraba un trato con Mossé Najarí, un hebreo de Albarracín, hijo del honorable Gonzalo Ruiz, un escudero fallecido de Teruel, quizá el propio padre de Martí y, por tanto, su hermano, quien habría declinado renegar de sus creencias religiosas. 25El compromiso afectaba al arrendamiento de los impuestos reales en el reino de Aragón y a negocios tenidos en común con la familia Caballería, pero ofrece un posible indicio sobre los orígenes familiares de Roís. Mossé Najarí siguió manteniendo relación con el mercado valenciano en esas fechas: al año siguiente, Lluís de Santàngel le transfería una pequeña cantidad de dinero. 26Y otros miembros del linaje siguieron el mismo camino. En 1435, los cuñados de Martí Roís, Rafael y Bonanat Bellpuig compraron un cargamento de lana a los hermanos Yantó (Jentó) y Aaron Najarí, a los que en el mismo día alquilaron una tienda en la parroquia de Sant Martí, propiedad del caballero Galceran de Requesens. 27Por tanto, una conclusión parece indiscutible: no todas las ramas de la familia siguieron el camino marcado por Gil y Gonzalo Ruiz en 1416, quizá en una estrategia colectiva de preservar las posiciones privilegiadas del linaje en ambas comunidades, y algunos parientes siguieron siendo fieles a su antiguo credo religioso y manteniendo relaciones financieras con sus parientes de sangre cristianos.
El acto jurídico realizado por Martí Roís ante el justicia civil de la ciudad en 1417, suponía la obtención de la condición de ciudadanía, con todas sus ventajas y privilegios, y el inicio de la historia de la familia tras su asentamiento en este mercado mediterráneo. En cualquier caso, la nueva situación no afectaría a la continuidad de los contactos empresariales y financieros con sus familiares aragoneses. Quizá valga la pena dar un salto adelante en el tiempo para confirmar la solidez de los viejos vínculos. Primeros días de febrero de 1454. La muerte rondaba la cama del mercader y este dispuso sus últimas voluntades. 28Repartía el patrimonio y las funciones entre sus hijos, pero no se olvidaba de un hermano con el que debió compartir profesión a lo largo de su vida y que le había representado en sus negocios durante varias décadas:
Item confesse que só content e pagat del dit honorable en Gil Roiz, germà meu, de qualsevol béns, mercaderies e diners que per mi en tot lo temps passat fins en la present jornada de huy haia rebut, regit e administrat e de qualsevol deutes me haia degut per qualsevol causa, manera o rahó, absolent e diffinint aquells e béns de aquell de qualsevol questió, petició o demanda que per mi o mos hereus li pogués ésser feta [...].
A ORILLAS DEL MEDITERRÁNEO
Los primeros años de actividad profesional de Martí Roís en Valencia permanecen aún en el olvido. Solo desde los inicios de la década de 1440, es decir, pasados dos decenios desde su instalación, queda registrado con relativa frecuencia su paso por las mesas de los notarios dispuestas en el entorno de la antigua lonja. En cualquier caso, la abundante documentación recogida hasta el momento permite inferir algunos rasgos de la empresa llevada por el comerciante turolense a lo largo de la primera mitad del siglo XV. Primero, esta debió fundarse sobre la herencia de un patrimonio familiar copioso, al menos de mayor tamaño que el característico de un comerciante valenciano de tipo medio, acumulado durante la época de promoción social de sus predecesores Najaríes y, consecuentemente, reproducido con la comercialización de la lana aragonesa. Segundo, la paulatina acumulación de capitales, desde esos comienzos privilegiados, condujo a la obligada diversificación de inversiones que otorgó a la empresa unas dimensiones similares a las que eran habituales entre las élites mercantiles locales. Tercero, y relacionado con lo anterior, la actividad profesional pronto desbordó los estrechos márgenes del mercado municipal y exigió, en la lógica de la reproducción del capital comercial, la internacionalización de los negocios, esto es, salir al Mediterráneo, siguiendo las estelas dejadas por los cargamentos de los operadores italianos y catalanes.
En los primeros años, la actividad de Martí Roís se centró en la importación de lana turolense hacia el mercado valenciano. Probablemente, sobre esta dedicación pesaba la especialización profesional transmitida por su padre, para quien habría trabajado hasta la muerte de este o su emancipación, como era habitual en las empresas de la época. No queda mucha información de esa ocupación en los archivos valencianos. En 1446, Gimeno Caudete, vecino de la villa de La Puebla de Valverde, situada al pie de la sierra de Javalambre, una de las principales zonas aragonesas de aprovisionamiento de la ciudad, entregó a Martí Roís 150 arrobas de vellón procedente de su cabaña, al precio que vendiera meses después un vecino del mismo lugar. 29Ya hacía muchos años que Valencia había consolidado su función como centro de redistribución internacional de lana proveniente de una extensa área que abarcaba buena parte de la vertiente oriental de la península. La fibra textil más apreciada por los mercaderes internacionales procedía de los rebaños del Maestrazgo turolense y castellonense, los cuales recorrían estacionalmente las veredas y cañadas que llevaban hasta los invernaderos de las tierras prelitorales del reino valenciano, donde eran esquilados. En torno a esos años centrales del siglo XV, la cría ovina se había extendido por todo el territorio, fuera ganado local o trashumante, y sus tratantes se acostumbraron a comerciar con todo tipo de vellón ante la creciente demanda exterior. Unos años antes, en 1444, Roís había adquirido una cierta cantidad de vellón, 20 arrobas, unos 250 kilogramos, esquilada del ganado propiedad de un carnicero de la ciudad, y en 1447, campesinos de Alfafar y Albal le entregaron 260 corderos, quizá destinados a su propia cabaña o al aprovisionamiento de las carnicerías municipales. 30Las compras se extendían a las poblaciones que circundaban la capital, cuyos pastos alimentaban los rebaños locales: en 1444 adelantó dinero a un mudéjar de la huerta de Alzira que iba a trabajar para él comprando lana durante ese año. 31Sin embargo, en conjunto, no son muchas las referencias archivísticas que remiten a la actividad de Martí Roís como comprador de fibra textil, lo que contrasta con su frecuente diligencia en el mercado local valenciano en el que comercializaba vellones, lo cual puede sugerir que gran parte de la hebra que vendía procedía de los ganados familiares o de las compras realizadas por sus parientes en Teruel, negocios y transacciones ajenos a las mesas notariales valencianas.
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