La capacidad de alcanzar esta segunda oportunidad no es una tarea muy simple, por cuanto hemos de lidiar con dos condiciones imperativas: en primer lugar, la inmensa resistencia a renunciar al uso de las defensas mágicas y omnipotentes , las cuales fueron creadas usando lógicas presentes en los primeros años de nuestra infancia y a las que nos hemos habituado, después de “apoyarnos” inconscientemente en ellas por muchos años, junto al hecho común que tales defensas devienen en otras formas de rescate, como lo es por ejemple la religión. En segundo lugar, tenemos que considerar la dificultad de dar una mirada objetiva a algo tan cercano a nuestro yo, algo que a veces se nos hace imposible lograr, quizás similar a lo dicho por Shakespeare: “porque los ojos no pueden verse a sí mismos”. Es por ello y con el afán de encontrar una solución que se hace indispensable obtener ayuda externa, bien sea a través del psicoanálisis o de la psicoterapia psicoanalítica.
El propósito principal de esta “segunda oportunidad” debería ser, el intentar desandar las huellas traumáticas dejadas en nuestro inconsciente por nuestros padres ignorantes y “peligrosos”, pero además, y muy importante, llegar a perdonarlos a ellos y a nosotros mismos, por nuestros propios errores y por lo mal que ellos hayan podido hacerlo, por cuanto con mucha frecuencia, ¡los padres deseando hacer bien terminan haciendo mal! El objetivo principal será concebir la oportunidad de “convertirnos”, al hacernos adultos, en nuestros propios padres rescatadores y “contener” el trauma que se repite constantemente en nuestra mente, en lugar de ser “contenido” por éste y actuarlo. En otras palabras, transformarnos y comprender que cualquier injuria que hubiese sido infligida en nuestro ser, es algo que no nos merecíamos. ¡Al final, ello va a significar transformarnos en nuestro mejor y más incondicional amigo, cuyo objetivo sería crear y mantener a toda costa, un estado interno de bienestar!
1Un concepto que Bion tomó prestado del filósofo David Hume, para explicar cómo un objeto o un hecho apunta a otro, si bien las ideas implícitas en ambos no están relacionadas. Pareciera como si no hubiese nada lógico que explicara la relación entre ambos y que apuntara más bien hacia una causalidad o relación causa-efecto, donde ambos quedan ligados durante la experiencia accidentalmente, permaneciendo así vinculados desde ese entonces. Dos elementos están en “conjunción constante”, dice Hume, cuando inferimos uno a partir del otro, no de acuerdo a la razón, sino debido a la particular circunstancia que los unió, por lo cual podríamos fallar al tratar de comprender la lógica de tal conjunción. (López-Corvo, 2003).
2Traducido de la obra de John Cooper, p. 48a.
3La mayoría de la literatura existente se refiere a esta forma de trauma como stress post-traumático .
4Ver López-Corvo, 1992, 1995, y 1999.
5René Thom fue un matemático francés, quien introdujo el concepto de “teoría de la catástrofe”, que en simples términos considera que pequeñas alteraciones en ciertos factores de un sistema no lineal pueden afectar el equilibrio de tal manera que pudiesen preservarlo o hacerle desaparecer, induciendo cambios significativos y abruptos en la funcionalidad del sistema.
6Ver López-Corvo, 2014, Capítulo XI.
7Bion define la turbulencia como un estado de resistencia o perturbación mental ligado a un cambio, en relación con la comunicación con otra persona o, ante todo, a lo que podríamos considerar como un crecimiento psicológico. (Ver Lopez-Corvo, 2018).
8Es un mecanismo al cual me he referido anteriormente como el “self olvidado” (López-Corvo, 2006).
9Desarrollaré con más detalle esta forma de defensa en el siguiente capítulo.
10Me refiero a “poderoso” como una comparación con la “indefensión” del niño.
CAPÍTULO II
Ataque al aparato conceptual de la infancia y sus consecuencias en la edad adulta
El desconocimiento por parte de los padres acerca de la forma de pensar de sus hijos pequeños, consecuencia de una falta de conocimiento de la psicología infantil, así como el total olvido, en todo adulto, de la forma como pensábamos cuando éramos niños, lleva continuamente a los padres a abusar de sus hijos. Existen por lo menos cinco formas diferentes de abuso: i) invisibilidad , ii) adultización , iii) sobreprotección , iv) excesiva agresión , v) incesto .
Tales amenazas inducen en el niño un “terror sin nombre”, que por lo general produce en este la creación de mecanismos de defensa, entre ellos la necesidad de un protector o rescatador, por lo cual fragmentan a sus padres en dos entidades opuestas: malos y peligrosos por un lado y buenos y protectores por otro; son sentimientos que pueden mantenerse a lo largo de la vida y se muestran posteriormente en la desconfianza y en la continua búsqueda de un “rescatador”, esto último es obvio en el caso de Dios y la religión, un concepto que he elaborado en mayor detalle en los capítulos IX, X y XI. Al mismo tiempo, el niño ataca a la realidad externa que siente le amenaza, destruyendo su “aparato perceptor” de su realidad tanto externa como interna, como una forma de no tener conocimiento de tales realidades, como su única protección ante la intimidación. El aspecto más atacado por el niño es el aparato sensor: el oído y la visión, así como la función alfa o capacidad de pensar con lógica. Tal fragmentación diminuta de la percepción, por no tener amarre, los lleva a proyectarla fuera, a lo largo de su vida, utilizando mecanismos como la “identificación proyectiva”, que conduce, sin saberlo, a recrear la situación original de su trauma infantil o trauma pre-conceptual e, inconscientemente, a reproducir continuamente aquella condición que en su infancia le llenó de temor; es una circularidad a la cual me he referido como “la trampa traumática”. Por ejemplo, los padres agresivos que continuamente regañan, lastiman o acusan a sus hijos, pueden generar en ellos una especie de sordera selectiva, que más tarde en su vida va a generar conflictos significativos con la pareja; ante todo las madres, por cuanto las niñas son siempre más frecuentemente abusadas, en el sentido de ejercer un mayor control sobre ellas, mediante exigencias, acusaciones y amenazas.
En general estos padres, que sin ser sordos se comportan como tal al no escuchar y prestar adecuada atención a sus hijos, abusarán de ellos haciéndoles invisibles, como si no existieran; y ellos, cuando adultos, harán los mismo con sus parejas y con sus propios vástagos. La “adultizacion”, por otra parte, representa la forma como la gran mayoría de los padres interactúan con sus hijos, al no recordar y conocer la forma como piensan los niños, los tratan y exigen como si fueran adultos. En cuanto a la sobreprotección, la agresión exagerada y el incesto, hay poco que agregar, por cuanto son condiciones bien conocidas. Sobre la sobreprotección diría que casi siempre es utilizada por la madre y genera en el niño una exagerada dependencia hacia sus padres, que al mismo tiempo oculta la dependencia infantil e inconsciente de la madre, por cuanto con frecuencia es ella quien necesita de sus hijos, cuando inconscientemente los transforma en sus padres mediante identificaciones proyectivas. Sobre el incesto diría que los padres deben ser vigilantes, por cuanto son situaciones que marcan de por vida. Por lo general son familiares o personas cercanas quienes abusan sexualmente de los niños. Nunca deben permitir que sus hijos duerman en casa de amigos mientras sean pequeños, sino que esperen hasta que ellos sean suficientemente grandes y puedan defenderse por sí solos.
En su artículo sobre “Diferenciación entre la personalidad psicótica y la no-psicótica”, publicado en 1957, acerca del ataque que los niños hacen a su capacidad de conceptualizar su realidad, como defensa ante la amenaza agresiva de sus padres, Bion ha dicho lo siguiente:
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