Sin embargo, su búsqueda no debió concluir con estas páginas. Al pie del último folio el propio marqués anotaba: «parece falta otro quaderno que sigue a este y no se a encontrado ahora». 49
El Catálogo de santas imágenes de Nuestra Señora
Bajo el título de Catálogo de todas las santas imágenes de Nuestra Señora que dichosamente se veneran en la ciudad, villas y lugares, en el reino de Valencia con una breve descripción del modo, sitio y lugares en donde se hallaron y tuvieron el origen las santíssimas imágenes con sus invocaciones , 50don José de Castellví, muy aficionado a los catálogos, dedicó uno de ellos a las imágenes veneradas en el reino que, por referencias internas del mismo, sabemos que estaba escribiendo durante el año 1689. 51No se trata, sin embargo, de un elenco completo y la impresión que se desprende de su lectura es la de ser una obra inacabada en la que se advierte el interés de recoger noticias de las imágenes marianas del reino independientemente de que su advocación fuera la misma. Elemento común a todas ellas es que no refiere apariciones de la Virgen sino el descubrimiento o el inicio de la devoción hacia las imágenes que relaciona. Parece que, conocedor de la postura crítica que comenzaban a adquirir los falsos cronicones, evita referir apariciones de la Virgen aunque las sustituya por hallazgos de imágenes, aspecto en el que a lo largo de la obra se constata su evidente interés por dejar claramente diferenciadas las noticias que puede documentar a partir de las fuentes y aquellas que son exclusivamente resultado de la tradición.
Para escribirla puso a contribución todas las fuentes de información a su alcance. A lo largo de la obra encontramos evidencias de que para la confección de su obra Villatorcas pudo contar con las noticias que le facilitaron personajes coetáneos, caso de José Rodríguez sobre la Virgen del Remedio que se veneraba en el convento de Nuestra Señora del Remedio de la orden de la Trinidad; o de José de San Sebastián sobre la Virgen del Niño Perdido de Caudiel. Tampoco faltan evidencias de que, al menos algunos pasajes, fueron leídos por una segunda persona después de escritos. Aunque concede validez a las informaciones orales de los coetáneos, se apoya principalmente en obras impresas, obras manuscritas y documentación de archivo.
Las obras impresas constituyen la principal fuente de información de Castellví para la elaboración de su relato sobre varias de las imágenes, caso de la Virgen del Puig. Pero tampoco dejó de recurrir a obras que no habían sido llevadas a la imprenta, caso de la Virgen de la Salud de Algemesí. Asimismo, su afán de recopilación le llevaría a consultar, más allá de la suya, bibliotecas privadas de las que poder extraer información como indica al reseñar la tradición sobre la devoción de la imagen de la Virgen del Pie de la Cruz. También recurrió a la investigación a partir de documentación de archivo para indagar los orígenes de la devoción a las imágenes y de ello constituyen una muestra las referencias aportadas sobre la Virgen de los Ángeles de San Mateo. Es más, siendo una imagen de propiedad particular, recoge la donación hecha a la Iglesia mediante la referencia al correspondiente documento notarial. Pero sus mejores resultados son los derivados del cruce de información de diferentes procedencias. Un buen ejemplo en este sentido lo constituye su relato sobre la Virgen de la Balma de Zorita en que se combinan las obras impresas, los documentos de archivo y el análisis del contenido de unos gozos antiguamente cantados. Tampoco renuncia a la crítica de las fuentes que hace servir, corrigiendo aquellos datos que contradicen las fuentes primarias e insiste en la prioridad que se debe conceder a los documentos originales.
Resultado de su indagación es una obra en la que la diferente profundización en cada una de las imágenes parece condicionada por la cantidad y calidad de las noticias que le proporcionan las fuentes y que también se muestra irregular en cuanto a la extensión e incluso al interés de un contenido, que armoniza iconografía, devoción, historia y arte.
Las iconografías objeto de atención se encuentran ubicadas en espacios públicos, como iglesias, ermitas, santuarios o conventos, pero también en espacios privados, ya sea la capilla del palacio de los condes de Cocentaina o un convento de clausura como el de la Trinidad de Valencia. Elemento común a anotar para todas las advocaciones será el origen de la veneración, los prodigios y milagros que la propiciaron y las características físicas y materiales de las imágenes. Como origen de devoción se mencionan a lo largo de la obra iniciativas populares vinculadas a la peste o a las malas cosechas. No obstante, resultan mucho más abundantes las referencias al origen particular de un fervor que posteriormente pudo extenderse. Destacados miembros de la nobleza como don Blasco de Aragón, doña Violante Mompalau, los marqueses de Benavites, don Alonso Coloma, el señor de Agres, los condes de Carlet, don Francisco Lançol —maestre del Orden de Montesa—, el duque de Segorbe o el arzobispo Ribera se sitúan entre sus promotores.
En el manuscrito encuentran también reflejo las diversas expresiones de la religiosidad barroca, desde la vida solitaria y ascética del eremita a las demostraciones festivas de mayor fastuosidad, pasando por las procesiones acompañadas de rogativas o la presentación de ofrendas para ornato de la imagen. Ahora bien, Castellví no ciñe su narración a los aspectos estrictamente devocionales. Partiendo de ellos, su curiosidad le lleva a incorporar también referencias a las que se puede conceder cierto valor desde el punto de vista histórico y la misma aspiración cabe atribuir a los comentarios sobre el valor artístico de algunas imágenes o de los retablos, capillas o templos que las acogían, muy abundantes a lo largo del texto. Desde esta perspectiva, la obra ofrece una información que supera el simple catálogo y que, independientemente de su interés histórico, resulta de utilidad por lo que supone de aportación al conocimiento de su autor y de su legado escrito.
Academias, poesía y teatro
Que don José de Castellví tuvo una presencia muy activa en las Academias de su tiempo y que además fue un apasionado de la poesía y del teatro resulta cada vez más evidente a la luz de los estudios existentes. De su temprana participación en las Academias y de sus contribuciones poéticas constituye una excelente muestra el hecho de que su nombre figurara entre los poetas que participaron en la Real Academia celebrada a los años de Carlos II que, con una introducción del conde de Alcudia, publicó en 1669 Gerónimo Vilagrasa. 52Para la ocasión, un joven don José de apenas 16 años compuso en obsequio al séptimo cumpleaños del rey un extenso poema de setenta y dos versos con el lema de A un amor desinteressado en que hacía gala de su condición de menino de doña Mariana de Austria. 53
Mayor es la información que se conserva sobre la actividad que desplegó en la Academia del Alcázar. No por casualidad formó parte de ella como electo de la Poesía, bajo cuya autoridad se situaron ocho socios con la denominación de «efectos de la poesía»: José Coloma, Diego de Escals, Francisco Figuerola, Jaime Fuster, Gaspar Mercader, Vicente del Olmo, José y Marco Antonio Ortí y Moles. En condición de tal, destacó muy especialmente en la organización del homenaje poético póstumo a Calderón de la Barca en 1681. Los pormenores de la gestación del acto, el soporte de la Academia del Alcázar, la edición a cargo de Castellví y el contenido de la publicación fueron objeto de profuso estudio por Mas y Usó 54y más recientemente P. Pérez ha incidido en la personalidad de los autores del poemario. 55La conservación de un ejemplar de la obra en la Biblioteca Nacional, permite, además, conocer la contribución de Villatorcas al mismo. 56En honor del dramaturgo, compuso un soneto y un romance heroico. Si la figura literaria de morir para nacer a la fama, la alabanza, la gloria y la victoria impregna los versos del soneto, en el Romance heroico afloran el fúnebre lamento por la muerte del literato; la alabanza de su ingenio, de su obra y de su contribución al enaltecimiento del teatro; la exaltación de sus obras profanas y de sus autos sacramentales, en clara alusión al que dejara inacabado por su encargo; el canto a su inmortalidad y a su renacer, cual Ave Fénix, y el anhelo de eterno descanso e infinita gloria.
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