Profundizando en su temática hemos podido establecer cinco grandes campos en función de los criterios que brindaba la propia biblioteca. Religión y Teología con 1.151 volúmenes constituye el bloque más amplio, con una materia muy diversa que incluye Teología, Biblia, Sagrada Escritura y Santos Padres, Espiritualidad y Devoción, Doctrina y Controversia, Hagiografías, Moral, Sermones…, del que merecen destacarse la presencia de autores representativos de vías muy distintas, incluido Lutero, además de otros autores prohibidos para cuya lectura el marqués había obtenido licencia papal en 1696. Y también relevante es el grupo de hagiografías entre las que adquieren particular significación las biografías de monjas, beatas y santas, sin duda base de la obra que les dedicara Villatorcas. Le sigue en importancia numérica el conjunto formado por Filosofía, Ciencias y Artes Aplicadas con 574 volúmenes. El apartado de Filosofía incluye obras fundamentales de los filósofos más destacados y los registros clásicos conviven con los autores del Renacimiento hasta llegar a la Filosofía Moderna, con Descartes como representante más destacado. Ciencias engloba obras de Medicina, Aritmética y Matemáticas, Geometría, Astrología, Astronomía y Cosmografía, Geografía, Historia Natural, Agricultura, Física, Química y Farmacia principalmente, materias en las que también los autores clásicos y fundamentales comparten anaqueles con los representantes de la Ciencia Moderna. La biblioteca cuenta también con una cuidada selección de autores y obras relacionadas con el arte y disciplina militar, tratados de artillería, fortificación y arquitectura militar. Junto a ellas encontramos obras vinculadas al arte de navegación, tratados de caballería, muy particularmente escritas en lengua italiana. Y tampoco faltan las relativas a manifestaciones artísticas, como la música, arquitectura o escultura.
Literatura y Gramática , con 489 volúmenes constituye un conjunto en el que tienen cabida casi todos los géneros si bien es la poesía el dominante, con representación de poesía española, italiana, latina, portuguesa o francesa. En el grupo de gramática y diccionarios resulta reseñable la presencia de una rica colección de diccionarios en variedad de lenguas (trilingüe, latín, árabe, grecolatino, italiano o francés); también abundantes son los de materias y los de términos: botánicos, eclesiásticos, geográficos, históricos, jurídicos, médicos o de nombres propios. Entre las gramáticas, junto a las latinas —más habituales en las bibliotecas— y castellanas, figuran francesas, italianas, árabes, hebreas y catalana. Y completan el bloque los clásicos grecolatinos, con presencia de los autores esenciales además de sus comentaristas.
Un cuarto bloque comprendería las obras de Historia , con 484 volúmenes entre los que distinguimos Historia civil, Historia eclesiástica y Biografías. De ellas, es la civil la de mayor peso específico en un conjunto con especial protagonismo de las civilizaciones antiguas, especialmente Roma, y en la que la historia universal se impone sobre la nacional. En cuanto a la producción biográfica, más interesado por las vidas de personajes ilustres, apenas encuentran lugar las vidas de monarcas o emperadores. Política y Derecho con 359 volúmenes conforman otro bloque que reúne obras de pensamiento político, Derecho Civil, Derecho Canónico y recopilaciones de Leyes, con un absoluto predominio de obras de moral política destinadas a la educación de príncipes y gobernantes. Completan el conjunto 95 volúmenes correspondientes a obras no especificadas y no identificadas.
No cabe duda, pues, de que la de Villatorcas era una magnífica biblioteca, que aunaba exuberancia de volúmenes, diversidad temática, amplitud cronológica y excelencia de contenidos. Tiene, evidentemente, una importante dimensión física y un valor intelectual estimable. Pero quizás su mayor riqueza la encierre el esmero que su propietario había puesto en la reunión de sus volúmenes, lo que la convierte en una muestra de la íntima relación que en este caso se estableció entre libro y lector; realidad que constata el uso de parte de su contenido en la elaboración de las obras que compuso. No se trata solo de la biblioteca de un mecenas poseedor de una buena colección de libros a disposición de estudiosos y eruditos, aunque también. De sus contenidos, dos conjuntos con personalidad propia traslucen su doble uso: Ciencias y Artes aplicadas e Historia, Literatura y Gramática. Si el primero parece vincularse a la promoción de academias científicas, el segundo muestra mayor relación con los intereses personales de su propietario. Al respecto, las investigaciones de Mestre desvelan la formación y actitud intelectual de Villatorcas así como su excelente conocimiento del contenido de su biblioteca. Es más, autor de unos «apuntamientos», de su análisis concluye Mestre que «el aristócrata conocía bien la bibliografía extranjera impresa en pleno siglo XVII y en los lugares más dispersos»; que muestra haber leído a los autores que cita y «saber matizar la amplitud de noticias», atribuyéndole un elevado dominio de las fuentes. 30Por tanto, para este destacado miembro de la nobleza valenciana la posesión de la biblioteca rebasó ampliamente el mero carácter suntuario.
Mecenazgo cultural y legado escrito
Indudablemente, Villatorcas sintió una especial afición por las letras, que tuvo una de sus manifestaciones en su activa participación en las tertulias y academias literarias y científicas que proliferaron en la ciudad de Valencia a finales del siglo XVII. Respecto a su importancia, ya señaló Sebastián García que el aspecto más interesante de la cultura valenciana del último tercio del Seiscientos no era la ciencia tradicional y caduca enquistada en la Universidad, sino la aparición de un importante movimiento renovador que, conformado por los novatores, hubo de desarrollarse en núcleos no oficiales, tales como academias, tertulias o bibliotecas surgidas bajo el mecenazgo de un noble y que uno de estos centros de renovación surgiría precisamente en casa de don José de Castellví. 31
En su caso, su atracción por las Academias literarias, lejos de limitarse a la recopilación de los asuntos abordados en la Academia de París, se tradujo en una activa participación en la Academia del Alcázar que, perteneciente al tipo de las academias azarzueladas, se reunía periódicamente en el Palacio Real. De hecho, fue uno de sus presidentes y bajo su patrocinio se desplegó una extensa labor creativa que culminó con la publicación en 1681 de un volumen de poesías en honor de Calderón de la Barca, fallecido ese mismo año. En estas circunstancias, no puede sorprender que don José de Castellví acabara reuniendo una de estas tertulias en su propia casa. Sería concretamente en 1690, pocos días antes de ausentarse de Valencia el virrey conde de Altamira, cuando se celebró el primer ejercicio de esta Academia que, bajo el nombre de Academia de Desamparados San Francisco Javier —aunque también conocida como Academia del marqués de Villatorcas—, surgió, según estipulaban las constituciones presentadas en la primera sesión por José Ortí y Moles, como una institución dedicada al cultivo de la política, matemáticas, poesía, música, danza y representación. 32De ella formaron parte, entre otros, el propio marqués de Villatorcas, el conde de Alcudia, así como destacados novatores como Tomás Vicente Tosca, Juan Bautista Corachán o Baltasar Íñigo. No obstante, señala Mas i Usó que los académicos que empezaron reuniéndose en casa del marqués de Villatorcas acabaron celebrando sus sesiones en la del conde de Alcudia. El factor determinante del cambio de sede de esta Academia hubo de ser el nombramiento de don José de Castellví como virrey de Mallorca, cargo que desempeñó durante más de dos trienios. Ahora bien, su ausencia de Valencia, que ya sería definitiva, no cercenó su contacto con los intelectuales valencianos ni impidió que durante los años siguientes continuara desarrollando una activa labor intelectual.
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