El texto reproduce literalmente 22C.2.13(12).4 (Imperatores Severus, Antoninus AA. Saturnino): «Quia absente te iudicatum dicis, aequum est restitui tibi causae defensionem: nec oberit tibi, quod uxor tua interfuit iudicio aut etiam adquievit sententiae, cum aliena negotia per mulieres non aliter agi possunt, nisi in rem suam et proprium lucrum mandatae sunt eis actiones» (a. 207), texto romano al que la norma foral añade una adición del rey que confirma la restitución al estado anterior de cosas si en un pleito la mujer ha representado a su marido sin que se le hayan cedido las acciones –«si no són feites procuradrius»–, es decir, parece que la mujer puede realizar funciones de representación procesal. Esta afirmación parece incongruente con lo dispuesto en el Fur II-VIII-5 (Iacobus I, rex): «Offici de hòmens és de reebre defensió o procuració d’altre; e no és offici de fembres; per què si alcuna fembra haurà fill que sia pubill e sia demanat en pleyt, deu-li demanar tudor qui·l defene».
Este texto es copia literal 23de C.2.13(12).18 (Imperatores Diocletianus, Maximianus AA. et CC. Dionysiae): «Alienam suscipere defensionem virile officium est et ultra sexum muliebrem esse constat. Filio itaque tuo, si pupillus est, tutorem pete» (a. 294). Si se tiene en cuenta que este último fuero va referido a la imposibilidad de que la madre represente procesalmente a los hijos y el anterior a la posibilidad de representación procesal en las cosas del marido cuando existe un supuesto de cesión de acciones, la antinomia no es tal.
Otra excepción a la posibilidad de representación procesal es la recogida en el Fur II-VIII-8 (Iacobus I, rex): «Fembra no pot ésser procuradriu, sinó per si matexa o per son pare o per sa mare, si doncs lo pare o la mare no havien altres persones que demanassen per ells».
Esto es, en general, las mujeres no pueden ser procuradoras ni defensoras – Fur II-VIII-5– aunque sí pueden ser procuradoras por ellas mismas, en el caso de cesión de acciones o por su padre o su madre, solo en el supuesto de que no tengan a otras personas que las representen.
En el contexto general de los litigios no pueden testificar en causa judicial o testamento –igual que los dementes y los esclavos– tal y como se contempla en el Fur IV-IX-7 (Iacobus I, rex): «En testament o en pleit criminal, fembra ni furiós ne catiu no sia testimoni».
Tampoco pueden avalar ni respaldar a otro –igual que el menor de edad 24o vil persona– a tenor del Fur VIII-III-7 25(Iacobus I, rex): «Aquell qui donarà o menarà fembra en fermança a satisfer a alcú en alcuna cosa, o donarà vil persona o menor de XX ans, axí és com si no havia dada fermança».
En este contexto procesal, además, la mujer casada, así como la mujer que ha sido madre, presenta unas limitaciones en cuanto a su legitimación que es importante señalar. Esencialmente se recogen en la rúbrica «Que la muller per lo marit ni·l marit per la muller ne la mare per lo fil no sie demanada» (Libro IV, rúbrica V). 26 Así, en clara simetría con el Derecho romano, la mujer no puede demandar a su marido y viceversa, ni tampoco el hijo puede demandar a su madre.
La esposa queda libre de toda obligación con respecto a negocios jurídicos realizados por el marido a no ser que decida asumirla como propia. Se trata claramente de la recepción de la prohibición de intercessio ; 27así, las esposas no pueden ser demandadas por actos de sus maridos aunque sí pueden obligarse ellas mismas, tal y como se manifiesta en el Fur IV-V-1 (Iacobus I, rex):
Si·l marit d’alcuna fembra féu alcun contract e la muller per son propri nom en aquel contract principalment no s’obligà, no pot ésser demanada; ne encara, si de grat per lo marit en alcun contract féu fermança, neguna cosa no pot ésser demanada a ella per rahó d’aquella fermança. Esmena lo senyor Rey, que là on diu que la muller no·s puchs obligar per lo marit, si doncs en son nom propri principalment no s’obliga, enten lo senyor Rey e interpreta que si la muller sobliga en son nom propri e principalment e/o jura, que là-doncs ne sia obligada. D’altrament, si ben s’obligà ab lo marit o per ell en propri nom e principalment que no valle aquella obligació.
A decir de Colon y Garcia, 28la norma foral es una adaptación de C.4.12.1, 29aunque la enmienda del rey refleja la interpretación autóctona de la Novela justinianea:
Si qua mulier que reza: Authentica ut nulli iudicium liceat habere loci servat. § Et illud. (Nov. 134. c. 8).- Si qua mulier crediti instrumento consentiat proprio viro, aut scribat, et propriam substantiam aut se ipsam obligatam faciat, iubemus, hoc nullatenus valere, sive semel sive multoties huiusmodi aliquid pro eadem re fiat, sive privatum sive publicum sit debitum, sed ita esse, ac si neque factum quidquam, neque scriptum esset, nisi manifeste probetur, quod pecuniae in propriam ipsius mulieris utilitatem expensae siut. 30
La imposibilidad de demanda a la mujer por ilícitos del marido sigue en el Fur IV-V-2 (Iacobus I, rex): «Les mullers per les colpes ni per los maleficis dels marits no deuen ésser demanades ni tengudes. E si alcunes coses que sien preses per la senyoria per rahó de la colpa dels marits, poran ésser provades que sien de les mullers, a elles aqueles coses sien restituïdes».
El texto se encuentra en total sintonía 31con C.4.12.2, 32esto es, a la mujer no afectan las responsabilidades derivadas de conducta culposa o dolosa de su marido, es más, si a la mujer le fue arrebatado algún bien por responsabilidad contraída por el marido y se prueba que dicho bien perteneció a la esposa, deberá ser restituido; únicamente se la podrá requerir si se obliga por ella misma, tal y como se prevé en el Fur IV-V-3 (Iacobus I, rex): «La muller no sia tenguda de respondre, vivent lo marit, per alcuns béns del marit seu, si doncs per sa pròpria volentat no volrrà respondre; e là-doncs negú perjudici no sia feit al marit si ella respon».
Así mismo, no se puede demandar al marido por actos de la mujer, circunstancia que no tiene que ver con la capacidad procesal de la esposa, sino con el hecho de que solo se podrá demandar al esposo si este efectivamente se obligó por ella, tal y como se dispone en el Fur IV-V-4 (Iacobus I, rex): «Lo marit per la muller no sia demanat, si doncs per ella no fo fermança o no succehí a ella en sos béns».
Este texto no es más que una adaptación del inciso «cum neque maritum por uxoris obligatione conveniri posse constat, nisi ipse por ea se obnoxium fecit» de C.4.12.3. 33
Por lo que respecta a la esfera pública, las menciones expresas a los cargos públicos que la mujer puede ocupar son escasas y vienen dadas en sentido negativo, esto es, limitando su actuación pública o prohibiéndola. Así, la mujer no puede ser juez; la condición femenina en este caso se asimila al hecho de ser ciego, mudo, sordo, padecer enfermedad mental, menor de edad (menor de 20 años), etc. Al tiempo, tampoco puede actuar como árbitro o como compromisario en un litigio. Así se dispone en los siguientes textos:
Volem e manam que fembres no sien en alcú offici d’àrbitres o de jutges. E si alcuns comprometran en fembres o en fembra sots certa pena o sots certes covinençes, e la un d’aquells qui hauran compromés no volrrà comparer ni venir davant eles, aquell qui no y volrrà venir no sie tengut de les covinençes ni de pagar la pena que era posada e·l compromès ( Fur II-xv-2 [Iacobus I, rex]).
Fembra, furiós, infamis, menor de XX ans, enemichs capitals o sospitosos per justa o per rahonable cosa, no sien jutges ne delegats ne àrbitres ( Fur III-I-8 [Iacobus I, rex]).
Y en su concordante Fur III-I-24 34(Iacobus I, rex):
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