Si serà pleit o contençò a qui deja ésser comanat lo testament, deïm que a aquel qui serà de més dies, sia comanat e no a aquell qui serà de menys dies; e a aquel qui serà de mayor honrament e no a aquel qui serà de menor honrament; e enans sia comanat a hom que a fembra.
Parece que simplemente se establece preferencia en cuanto a que el depósito del testamento, en caso de pleito sobre este, recaiga tanto en varón como en mujer (al igual que se prefiere que el depositario tenga más edad o dignidad).
Aparentemente sí que pueden ser tutoras, aunque solo en supuestos específicos, tal y como se desprende del Fur V-VI-33 10(Iacobus I, rex): «Si alcunes fembres hauran aministrades les coses d’alcun pubil axí com a tudors, sien tengudes de retre comte de aquela aministració».
Como se observa, el texto determina que las mujeres que han administrado las cosas de su pupilo están obligadas a rendir cuentas; sin embargo, la expresión retre comte se refiere exclusivamente al caso especial que regula el texto, dado que la rendición general de cuentas de la tutela es la regulada en los fueros II-XIII-17 y 18. 11En efecto, el Fur V-VI-33 aparentemente presenta una antinomia con lo contenido en el Fur V-VI-6. Vayamos al texto ( Fur V-VI-6 12[Iacobus I, rex]): «Fembres no poden ésser donades tudorius, encara si ho demanaran al príncep, specialment que sien tudories de lurs fills».
Parece que la norma reproduce literalmente D.26.1.18 13con la variante etiamsi (en el texto romance encara ) en lugar de nisi y que afirma tajantemente que las mujeres no pueden ser tutoras. En cualquier caso, esta antinomia se supera con la explicación ofrecida por el fuero siguiente del rey Martín del año 1403 cuyo objeto es corregir la incongruencia ( Fur V-VI-7 [Martinus, rex. Anno MCCCCIII. Valentiae]):
Més avant enadín al Fur antich posat sots la dita rúbrica «De tudoria», lo capítol qui comença: «Fembres no podem ésser donades &c.», ordenam que si alcun en testament o en altra derrera voluntat donarà tudriu o curadriu a sos fills, mare o àvia de aquells, que valla tal dació de tutella o cura. Mas altres fembres no puxen ésser dades en tudrius o curadrius en testament o altra derrera voluntat. Declarants que si la mare o àvia pendrà marit que sia finida la tutella o cura.
A decir de Colon y Garcia, 14el Fur antich es el precedente ( Fur V-VI-6), esto es, la mujer solo podrá ser tutora si fue nombrada por el padre en testamento o acto de última voluntad, siendo aquella la madre o abuela –«altres fembres no puxen ésser dades en tudrius o curadrius en testament o altra darrera voluntat»– de los que serían sus pupilos. Esta tutora cesaría en la tutela si contrajera ulterior matrimonio. Este régimen jurídico de la tutela ejercida por mujeres hay que interpretarlo en concordancia con lo dispuesto en el Fur V-II-10 (Iacobus I, rex): «Can lo pare serà mort, los fils romanguen en poder de la mare, e can la mare serà morta, los fils romanguen en poder del pare. Si, emperò, lo pare pendrà muller o la mare pendrà marit, los fils no sien en poder d’aquels si aquels fils o pruïxmes d’aquels fils o volrran», esto es, la mujer puede ejercer patria potestad –«en poder de la mare»–, dato que recoge la tradición hispano-medieval de ejercicio de la patria potestad por la madre con antecedente inmediato en el Fuero Juzgo IV.III.3, 15cuya teoría, además, se enraíza en C.5.49.1. 16La pérdida de la patria potestad del padre o de la madre en caso de segundas nupcias, así como la intervención del resto de parientes, tienen los mismos antecedentes. Con este fuero ( Fur V-II-10) concuerda el apenas revisado Fur V-VI-7 del año 1403, cuya redacción, como hemos visto, se dirige a evitar la antinomia con el Fur V-VI-6. 17
En clara congruencia con la posibilidad de que las mujeres ejerzan la patria potestad sobre los hijos, las mujeres pueden adoptar, aunque fuera de la regla general dispuesta por el Fur VIII-VI-4, en concreto:
Si alcun volrrà a altre affillar, que o pusque fer, si aquell qui afillarà haurà complida edat de XX ans a ensús. Però si alcú volrrà altre affillar, e serà en tan gran edat que d’aquí enant engenrrar no poria, pusque encara affillar aquell qui·s volrrà; car pus rahonable cosa és que aquell pusque altre affillar que si altres estrayns succehien en los seus béns. E si alcú volrrà altre affillar, no o pusque fer per procuradors, mas que ell e aquell qui affillarà sien presents. E açò s’entene en aquells qui affillaran en les maneres desús dites, que fills no han ne hauran aprés l’afillament. Aquest Fur renovà e millorà lo senyor Rey ( Fur VIII-VI-4 [Iacobus I, rex]).
El texto dispone que los varones pueden adoptar con 20 años, de forma que se establece la regla general de que el adoptado ha de tener 20 años menos que el adoptante; sin embargo, la mujer ha de tener 30 años para poder adoptar, así se concreta en Fur VIII-VI-7 (Iacobus I, rex): «Tota fembra, pus que haje XXX ans ensús, pusque affillar qui·s volrrà, si altres fills no ha o haurà aprés l’affillament».
Por tanto, en el caso de adopción llevada a cabo por mujeres, la diferencia entre adoptante y adoptado ha de ser de 30 años.
También a la mujer se le aplica la institución del postliminium , 18esto es, contempla el caso del hijo concebido en cautividad de la madre pero nacido ya en la ciudad al regreso de aquella. En este supuesto al hijo se le restituye, como a la madre, su antigua condición tal y como se dispone en el Fur VIII-VII-3 19(Iacobus I, rex):
Fembra que nengun temps no fo serva, que serà presa dels enemics e depuys serà reemuda per alcú, e depuys que serà reemuda en poder d’aquell qui la haurà reemuda parrà e haurà fills, aquells fills no poden ésser retenguts per rahó de penyora, per aquell qui la mare haurà reemuda.
En general, parece que las mujeres se encuentran bajo la autoridad del cabeza de familia dado que se consideran domestiques persones . Así las incluye en la enumeración realizada en Fur VI-I-14 20(Iacobus I, rex): «Domèstiques persones són appellades mullers, servus, hòmens qui estaran a loguer, nebots, dexebles, escolans e tots hòmens e fembres qui són de la companya d’alcú».
Esto es, en realidad parece como si la mujer fuera considerada una menor de edad permanente, 21aunque en determinadas ocasiones esta máxima general, como hemos visto, se rompe, dado que pueden ejercer patria potestad, pueden adoptar, etc. Por tanto, si reflexionamos sobre los términos que los textos legislativos medievales emplean para establecer diferencias en razón del sexo, nos acercaremos bastante a lo que podría llamarse imagen jurídica de la mujer medieval, que, aparentemente, muestra un cuadro de debilidad, supeditación, fragilidad, honestidad debida, condicionamiento… Sin embargo, esta no es una visión del todo correcta de la realidad. Sirva de ejemplo el hecho de que es igual que el varón en la sucesión intestada de los padres, tal y como prevé el Fur III-XVIII-3 (Iacobus I, rex): «Dret e justa cosa és que·ls béns dels pares o de les mares qui moren intestats, ço és, sens testament, que sien partits entre·ls fils e les filles per eguals parts».
Por lo que respecta a la capacidad procesal y, en particular, en lo concerniente a la capacidad de representación procesal de las mujeres, hay que estar a lo dispuesto en el Fur II-VIII-1 (Iacobus I, rex):
Si alcú serà absent e en absència d’ell serà donada contra ell sentència, no li deu dan tener, car dretura cosa és que li sia restituïda tota sa defensió. Ni no li deu dan tener si sa muler fo present e·l juhii ne atorgà la sentència, car altruis feits no poden ésser menats o procurats altrament per fembres, si no són feites procuradrius, axí com en lur cosa pròpia e a lur utilitat e profit. En aquest Fur escreix lo senyor Rey que si neguna cosa li havien presa ne enperada per juhii, que li sia tornada.
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