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© Emili Tortosa Cosme
© De la presente edición : Publicacions de la Universitat de València, 2015
Imagen de la cubierta : Alexander Rodchenko, Composición (1918) Publicacions de la Universitat de València http://puv.uv.es publicacions@uv.es
Diseño Inmaculada Mesa
Maquetación Celso Hernández de la Figuera
ISBN: 978-84-370-9781-7
ÍNDICE
Introducción
1.¿CÓMO HEMOS LLEGADO A ESTO?
Del ahorrador de confianza al cliente engañado
De la hipoteca al pelotazo
Del crédito a las pymes a la burbuja inmobiliaria
Hipotecas y desahucios
2.PECULIARIDADES EN ORIGEN
Los montes de piedad
Vinculación al territorio y carácter social
Ley Fuentes Quintana, victoria pírrica
La Obra Social, su modernización y declive
3.UN ESPLENDOR ARRIESGADO
Cuando las cajas llegaron a ser la mitad del sistema bancario
La bancarización de las cajas de ahorros
La huida hacia adelante
4.JACK REVELL, UNA PREMONICIÓN
La fusión imposible
O te fusionas o te intervengo
5.LOS PROBLEMAS DE LA PROPIEDAD
Bancos sin accionistas
¿De quién son las cajas de ahorros?
6.LOS PROBLEMAS DE GOBIERNO
Los impositores, ¿son papel ficticio?
Una representación anómala
7.LOS PROBLEMAS DE GESTIÓN
Profesionales contra políticos
Las autonomías: una tesorería imposible
Directivos sin control
El supervisor indolente
8.EL HUNDIMIENTO
Cajas reconvertidas y cajas fracasadas
Intervención, nacionalización y subasta
Lo que hemos perdido
Referencias bibliográficas
A Lola
Agradecimientos
A Merche Fraguas Solé «in memoriam», y a todas las personas de las cajas que a lo largo de una historia de casi 180 años han trabajado por hacer felices a las personas. Por ayudarme a entender que la realidad solo existe si alguien nos recuerda que alguna vez fue cierta, por no dejarme solo con la memoria de toda una vida.
Mi reconocimiento a Adolf Beltran Català, por su gran ayuda profesional en la constatación de la realidad de las cajas de ahorros.
A Bernat Tortosa Ausina, sin él este libro no hubiese sido posible.
A Ana María Fuertes Eugenio, por su colaboración en la clara transcripción del arriesgado vuelo de las cajas, fugaz esplendor de una bancarización malinterpretada.
A los miles de personas desahuciadas, a las personas estafadas con las preferentes, a las familias que no llegan a final de mes, a los millones de jóvenes combatientes en precariedad laboral, a las personas excluidas financieramente. A todos ellos por esperar lo inesperado y por querer verlo llegar, aun cuando, ahora que nos sabíamos todas las respuestas, nos hayan cambiado todas las preguntas. Por reunirnos con las palabras: mitad de quien las pronuncia o escribe, mitad de quien las escucha o lee.
No cesaremos en la exploracióny el fin de todo nuestro explorarserá llegar a donde empezamosy conocer el lugar por primera vez. T.S. Eliot, Four Quartets (1936-42) (Versión de Graciela Arana)
INTRODUCCIÓN
Os escribo a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes
(Primera epístola de San Juan).
Os preguntareis por qué escribo este libro que pretende ser testigo de la historia más próxima y más reciente. Testigo del fulgor y muerte de las cajas de ahorro españolas, un proceso que ha funcionado como una crónica de desesperación, experimentado con gran intensidad y dureza en la cuenca del Mediterráneo. Aquí han desaparecido cajas líderes como Bancaja y Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), así como otras entidades de capital valenciano tan importantes como el Banco de Valencia.
He pasado 43 años trabajando en Bancaja (ingresé como botones el 23 de abril de 1956, cuando todavía era la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Valencia, y salí siendo director general) y he pasado, después, quince años como observador de lo que ha acabado en una debacle financiera, revistiéndome de autoridad moral para gritar en nuestra maltratada lengua: «Això farà un esclafit». Sistemáticamente las cajas se han convertido en bancos mediante un proceso de restructuración financiera, con un soporte legal aprobado en el Parlamento estatal por encima de los gobiernos autonómicos. Una economía del dolor ha cerrado en Bankia 1.000 oficinas y puesto en la calle a 6.000 empleados.
Escribo esto en el momento en que dos cajas que eran amigas (Bancaixa y Caja Madrid) han dejado de serlo, cuando la más débil (aparentemente) ha encontrado su proceso vital destruido frente a la madrileña, que ha venido funcionando como un elefante en una cacharrería. Ambas entidades tenían un denominador común: las controlaba el PP. Caja Madrid era la más antigua de España y fue gestionada a través de los años por personas con mucha cordura (como dirían en mi tierra «gent amb molt de seny») como los presidentes Felipe Ruiz de Velasco y Jaime Terceiro, directores como Mateo Ruiz Oriol (presidente mundial de establecimientos pignoraticios o Montes de Piedad) y secretarios generales como Ángel Montero Pérez. Personas como ellos contribuyeron a desarrollar el movimiento de cajas en España.
La antigua Caja de Valencia, Castellón y Alicante, antes Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Valencia, que se transformó en Bancaixa («una banca que nos une»), salió de la obsolescencia y buscó y encontró el camino de la reforma siendo presidida por José María Simó, quien supo rodearse del mejor equipo posible. La reciente inoperancia de Madrid no ha permitido retomar aquella amistad, reflejo de una banca que unía a las personas y no las separaba, menos aún las enfrentaba. En otro tiempo, unos y otros supieron desarrollar un plan de expansión por la casi totalidad de la península ibérica. Algunos pusieron su vida en el empeño y otros formaron parte de las voces críticas.
A veces me siento como un vendedor de ética que pretende cambiar el curso de las cosas. Mi vida ha sido compartida por muchos hombres y mujeres que han creído que existe otra forma de hacer banca, una forma que está todavía por descubrir. Y son los que labraron la década prodigiosa que permitió la consolidación de las nuevas clases medias de este país.
Han pasado más de siete años desde el inicio de la crisis financiera que, sin previo aviso, se ha llevado por delante casi todo el sector de las cajas de ahorros españolas. Recuerdo cuando me presentaron, algún tiempo antes de la crisis, al periodista Ínigo de Barrón, que trabajaba en el periódico Expansión y quería conocerme y hablar sobre las cajas en aquellos años que vivimos peligrosamente entre el viejo y el hoy ya no tan nuevo milenio. Tenía especial interés en conocer mi opinión sobre la posible fusión Bancaja-CAM (como gran eje mediterráneo de la Comunidad Valenciana), convencido de que era inminente. Tomamos una copa en Madrid, por el Paseo de Recoletos: descubrí a un gran periodista que también votaba por dicha fusión y que años más tarde trabajaría en el área de economía del diario El País como especialista en información financiera.
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