UN TRIENIO EN LA SOMBRA
ANTONIO JESÚS PINTO TORTOSA
UN TRIENIO EN LA SOMBRA
EXLIBRIC
ANTEQUERA 2014
UN TRIENIO EN LA SOMBRA
Antonio Jesús Pinto Tortosa
Iª edición
© ExLibric, 2014.
Editado por: ExLibric
C.I.F.: B-92.041.839
Avda. El Romeral, 2. Polígono Industrial de Antequera
29200 ANTEQUERA, Málaga
Teléfono: 952 70 60 04
Fax: 952 84 55 03
Correo electrónico: exlibric@exlibric.com
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Reservados todos los derechos de publicación en cualquier idioma.
Según el Código Penal vigente ninguna parte de este o cualquier otro libro puede ser reproducida, grabada en alguno de los sistemas de almacenamiento existentes o transmitida por cualquier procedimiento, ya sea electrónico, mecánico, reprográfico, magnético o cualquier otro, sin autorización previa y por escrito de EXLIBRIC;
su contenido está protegido por la Ley vigente que establece penas de prisión y/o multas a quienes intencionadamente reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica.
ISBN: 978-84-16110-21-6
Nota de la editorial: ExLibric pertenece a Innovación y Cualificación S. L.
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Portada
Título UN TRIENIO EN LA SOMBRA
Copyright UN TRIENIO EN LA SOMBRA Antonio Jesús Pinto Tortosa Iª edición © ExLibric, 2014. Editado por: ExLibric C.I.F.: B-92.041.839 Avda. El Romeral, 2. Polígono Industrial de Antequera 29200 ANTEQUERA, Málaga Teléfono: 952 70 60 04 Fax: 952 84 55 03 Correo electrónico: exlibric@exlibric.com Internet: www.exlibric.com Reservados todos los derechos de publicación en cualquier idioma. Según el Código Penal vigente ninguna parte de este o cualquier otro libro puede ser reproducida, grabada en alguno de los sistemas de almacenamiento existentes o transmitida por cualquier procedimiento, ya sea electrónico, mecánico, reprográfico, magnético o cualquier otro, sin autorización previa y por escrito de EXLIBRIC; su contenido está protegido por la Ley vigente que establece penas de prisión y/o multas a quienes intencionadamente reprodujeren o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica. ISBN: 978-84-16110-21-6 Nota de la editorial: ExLibric pertenece a Innovación y Cualificación S. L.
Índice
Dedicatoria
Ofenden
CONFESIÓN
1. Un caso abierto
PRIMERA JORNADA
2. Llega tarde
3. Ojos felinos
4. La Dolores, o la resignación
5. La (alta) sociedad
6. Un esquinazo y muchas preguntas
SEGUNDA JORNADA
7. El dinero y la seda
8. El mesón de El Gallo
9. El escenario
10. Una celada y una nota
TERCERA JORNADA
11. En la casa del conde
12. La familia...
13. Testimonio inesperado
14. “En la ciudad de Antequera...”
15. Todos los gatos son pardos
CUARTA JORNADA
16. El pie izquierdo
QUINTA JORNADA
17. Un día en prisión
18. Las razones del inspector
SEXTA JORNADA
19. Adiós, compañero
20. Visita imprevista
SÉPTIMA JORNADA
21. En la boca del lobo
22. Huida hacia adelante
23. La Peña de los Enamorados
OCTAVA JORNADA
24. Todo muy simple
NOVENA JORNADA
25. Siempre pagan los mismos
DÉCIMA JORNADA
26. Polvo y chinches
Epílogo
Nota del autor
Hoboken – New Jersey, 25 de septiembre de 2010 /
Antequera, 30 de agosto de 2013
A Porthos, Aramis y el pequeño d’Artagnan,
por toda una vida caminando juntos,
agarrados del brazo como buenos camaradas
A Adela de Otero, por haber llevado la sonrisa
al solitario estudio de Jaime Astarloa
A mis amigos, por reírse siempre de mis chistes,
que yo no encuentro nada graciosos
A don Benito Pérez Galdós,
por su testimonio inmortal
de una época irrepetible
“It was the best of times, it was the worst of times;
it was the age of wisdom, it was the age of foolishness”. ****1
CHARLES DICKENS, A Tale of Two Cities.
“With regard to Spain, that country flourished as a province,
and has declined as a kingdom. Exhausted by the abuse,
of her strength, by America, and by superstition [...]”. ****2
EDWARD GIBBON, The History of the Decline and Fall
of the Roman Empire
“Lo importante es lo que la gente quiere creer,
y la gente tiene necesidad de creer,
así como también de soñar”.
VALERIO MASSIMO MANFREDI, Las arenas de Amón.
****1Era la mejor época, era la peor época; era la era de la sabiduría, era la era de la estupidez.
****2Respecto a España, este país floreció como una provincia [del Imperio Romano] y ha decaído como reino. Agotada por sus abusos de fuerza, por América, y por la superstición [...].
Era una tarde sombría de finales de septiembre. El verano daba sus últimos coletazos antes de ceder su puesto a un otoño reflexivo que, una vez más, teñiría las copas de los árboles de distintas tonalidades anaranjadas. El Real Sitio estaba tan animado como todos los años por esas fechas: bullicioso, tanto de gente que había acudido a acompañar al Monarca en su retiro estival, como de los nobles perennes, hijosdalgo y “donnadies” los más, pero con muchas pretensiones y con un ardiente deseo de aprovechar cualquier ocasión para solicitar un favor regio. Hasta bien entrada la tarde casi todos dormían, y solo se levantaban después de comer, perezosos, para permitir que la sangre irrigase sus órganos lentamente, y así acometer lo que quedaba de día con la energía justa.
Así pues, a primera hora de la tarde los jardines comenzaban a animarse. Los padres y madres respetables caminaban con despreocupación aparente, y mataban el tiempo comentando las banalidades de su vida, deseosos de tropezarse a cualquier otro matrimonio con el que poder chismorrear a la sombra de un álamo, o al que poder criticar al doblar el seto más próximo, tras intercambiar los saludos y las reverencias hipócritas, a la par que pertinentes.
Las jóvenes casamenteras paseaban en grupo, cogidas del brazo y susurrando tras sus abanicos, biombo de sus mejillas pudorosas que revelaban la zozobra que experimentaban cuando divisaban a cualquier apuesto galán también en edad de merecer. Los adolescentes, cuya voz comenzaba a cambiar, alternaban los juegos viriles con el relato del destino que les habían deparado sus padres, en la Corte, en algún ministerio o en Francia. Otros iban a educarse a Inglaterra, cuna del paganismo y del progreso, pero ellos se guardaban bien de confiar a nadie su futuro inmediato, ya que dicho destino no gozaba de muy buena prensa entre sus amigos. A veces, los chicos cruzaban la mirada con las muchachas de su condición, respondiendo a su candor con los tan ibéricos codazos de regocijo y las risas rayanas en la imbecilidad, como cualquier otro joven de su edad.
Mientras todo esto ocurría, los niños y las niñas correteaban e infundían un chorro de vitalidad a los parterres de La Granja, entonando el “tú la llevas” y demás gritos llenos de inocencia.
Desplazándonos hacia el lado más sombrío, de España y de los jardines, veríamos a los clérigos. Estos últimos, muy presentes en los corrillos cortesanos en los últimos años, también paseaban cogidos del brazo, por parejas, e igualmente cuchicheaban. Hasta aquí apenas se diferenciaban de las jovencitas, pero bastaba arrimar el oído a su hábito para percatarse de que la temática de sus conversaciones era mucho más retorcida. Recelosos de los liberales, que habían ido ganando cierta presencia en la política española en los últimos años de reinado de don Fernando, intrigaban cada vez que tenían ocasión. Y eso que ni Javier de Burgos ni los hermanos Cea Bermúdez harían estremecerse ni al Sumo Pontífice: tan templadas eran sus ideas. ****3Aun así, en el clero español, favorecido por las supersticiones inquisitoriales durante tantos siglos, cualquier síntoma de apertura era motivo de desvelo. Por eso miraban de reojo a quienes profesaban una mayor apertura de mente, inspirados por Rousseau o Montesquieu, cuyo influjo ideológico había acabado ocasionando males de garganta al rey Capeto en Francia. Incluso se rumoreaba que un fraile de Palacio había salpicado a Burgos con agua bendita, dispuesto a sacarle así el demonio que le nublaba el entendimiento.
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