El rector Rodríguez-Fornos fue el encargado de la lección en 1941. Recuerda su llegada en 1911 y los primeros años en Valencia como profesor; los compañeros de claustro, las aulas en Guillén de Castro y la fiesta de la apertura en «los tiempos gloriosos de nuestra Universidad» que fue perdiendo valor «a medida que los hombres perdieron la fe en Dios y en la Patria». Recuerda la guerra contra el comunismo con sus héroes y mártires. Hace una increíble defensa de la universidad española que equipara con las muchas europeas y americanas que ha visitado: Chicago, Oxford… Abomina de la leyenda negra que acerca de la universidad española esparcieron por Europa los pensionados de la Junta de ampliación de estudios y lucubra sobre la decadencia de la universidad de la edad de oro a partir del siglo XVI: la abandonaron los poderes públicos y las corporaciones provinciales y municipales, no investigó ni se dotó de laboratorios, «esperamos hoy con fe en nuestro Caudillo y Altas Jerarquías la reconstrucción material y espiritual…». Reivindica los colegios mayores –cita al de Burjassot– y equipara la vocación universitaria con la de los doce apóstoles mientras van desfilando el Padre Ayala y el Kempis, Marañón y santo Tomás, Luis Vives, Vitoria, Menéndez y Pelayo, Ortega y Cajal. Había comenzado con Camaradas universitarios y terminaba con Por Dios. Por la Patria. Por Franco. ¡Arriba España! 34El 8 de noviembre de 1951 fallece. 35En el acto necrológico su compañero Manuel Beltrán Báguena le recuerda en el año 36: «días azarosos de lucha desesperada contra aquello que pretendía, con su ciclónica violencia, destrozar la Universidad» y un «espíritu avieso y ambicioso» que ansioso de sucederle en el rectorado dirige a la turba contra el rector que quedaba preso en su casa… y continuaba Beltrán hablando de la anti-España. El entonces vicerrector Corts cerraba el acto con un discurso sobre las virtudes cristianas en la enfermedad y la muerte. 36El ministro Ruiz Giménez inaugura una placa al rector fallecido (viene con Laín, rector en Madrid, y Jordana Fuentes, Jefe Nacional del S.E.U).
Ignacio Ribas –«bastante nazi» dice Mancebo– habló en 1942 sobre El corcho y el falangista Ballesteros-Gaibrois el curso siguiente sobre Valencia y los Reyes Católicos (1479-1943). 37
En 1944, cuatro años antes de su jubilación, el catedrático de derecho mercantil, Ricardo Mur Sancho, inaugura el curso con una lección sobre la quiebra. Había sido depurado por la república y militó en el ejército franquista como capitán del cuerpo jurídico. Tras la guerra, por su adhesión al nuevo régimen, fue inmediatamente repuesto en la universidad y designado decano en abril del 39 –lo había sido accidental por renuncia de Salom de diciembre del 35 a marzo del 36–; compaginó la cátedra de mercantil con la de procesal desde el 40 y también ejerció desde su prestigioso despacho. 38
Se plantea, ante la elección del contenido del discurso, la habitual disyuntiva: o un tema docente, sobre reformas necesarias y aspiraciones universitarias o, bien, un asunto científico. Si el rector Rodríguez Fornos optó por el primero, hoy, gracias a la ley de 1943 de ordenación universitaria ya es inútil dedicarse a esas cuestiones, pues todo se solucionará gracias a ella… 39
El contenido científico (páginas 15-97) es sobre la quiebra –situación anormal del comerciante– y sus soluciones: liquidación mediante el procedimiento de quiebra, concordato, concordato preventivo, suspensión de pagos y otras para casos extraordinarios.
Al observar la anormalidad económica que en el mundo existe, perturbadora de las empresas mercantiles, muchas de las cuales van a su ruina, y que el Derecho ha de atender a su remedio, y que esa anormalidad ha de salir más a la superficie al terminar la guerra, he creído que llenaría mi cometido si trataba de la situación anormal del comerciante y sus soluciones legales. 40
La lección se expone con lenguaje accesible y ejemplos cotidianos comprensibles por todos. Hace un esfuerzo por ser claro. Sigue el código y la obra de mercantilistas clásicos (Salgado de Somoza, González de la Huebra o Martí de Eixalá) y cita prácticamente a todos los catedráticos contemporáneos (Benito y Endara el más citado de quien se dice discípulo, González de Echavarri, Álvarez del Manzano, Blanco y Constants, De la Figuera, A. Vicente Gella, Langle Rubio, E. Miguel Romero, Garrigues y Díaz Cañabate…). Referencias a Partidas, Recopilación, alguna sentencia del supremo, discusiones parlamentarias, comisión codificadora; también maneja la doctrina francesa e italiana en buena medida. 41
Termina con una alocución que insta a los estudiantes a aprovechar el tiempo de formación que les proporcionará más tarde una «ascensión sin límites» frente a los no universitarios. 42Pero previamente había iniciado el discurso con una docena de páginas claramente ideológicas. Una invocación a María Inmaculada, pues la universidad de Valencia fue la primera que «juró defender tu incomparable privilegio de la Concepción sin mancilla…» y, además, es símbolo de la sabiduría: sedes sapientiae. 43Le pide a la virgen que ayude al jefe del estado:
Protégele, aliéntale, en la ingente labor que sobre sí ha tomado de instaurare omnia in Christo, especialmente en lo que mira a la enseñanza, donde tan denodadamente la ha iniciado y prosigue, y haz, que así como con tu auxilio el espiritualismo cristiano español venció a la barbarie musulmana en aquella secular cruzada que inició Pelayo, así ahora, también con tu poderosísimo auxilio, ese mismo espiritu cristiano que cobijó la bandera que un glorioso 18 de julio enarboló el Generalísimo, nota esplendente de las Universidades de España, aniquile totalmente de estas tierras occidentales la nueva barbarie de aquella cienaga abyecta del materialisrno que nos estaba asfixiando, y que nuevos Tarikes y Muzas habían traido a esta bendita tierra tuya, en la que quisiste incrustar indeleblemente, como su medula y corona, el más pujante espiritu cristiano cuando viniste a ella posándote sobre pilar sagrado, junto a las márgenes del Ebro.
La alusión a la virgen del Pilar tiene que ver con la visita del rector el 23 de octubre de 1942 que juró «defender la verdad de tu Asunción corporal y de ser Tu Medianera Universal de las gracias», al tiempo que pedía a la virgen que «libres a España y a la Universidad de cuanto pueda menoscabar el espiritualismo cristiano que ha sido siempre timbre de nuestra patria y blasón de la Universidad española». 44También menciona la restauración de los colegios mayores –tradición gloriosa…– por la ley del ministro valenciano Ibáñez Martín –que estuvo presente en el acto y dio un discurso–. Cita el de Burjassot, el de san Vicente Ferrer, la construcción de los del S.E.U. En fin, todo gracias a los develos del caudillo tras la persección roja.
Los años siguientes cambia el tono –no dispongo de la lección de 1948 y 1957, pues no se publicaron durante unos años los anales– y los catedráticos de derecho se limitan por lo general a la exposición de sus lecciones sin prolegómenos marianos ni referencias a la guerra ni a los vencidos.
En 1953 el catedrático de penal José Arturo Rodríguez Muñoz 45titula su discurso La doctrina de la acción finalista. 46Trabaja y escribe con Jiménez de Asúa, Antón Oneca y Rodríguez Devesa. Un discurso estrictamente académico, una larguísima lección, con abundancia de bibliografía alemana, que conoce bien pues es traductor del criminólogo nazi Edmund Mezguer. También se ciñe a cuestiones de su asignatura Adolfo Miaja de la Muela, que en 1965, diez años después de que España entrara en la ONU, titula su discurso de apertura La emancipación de los pueblos coloniales y el derecho internacional . Buen conocedor de su materia adelantaba algunas consecuencias para España:
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