... quienes eran estudiantes, pequeños empleados y artesanos antes de la guerra, se habían convertido en tenientes y capitanes, comandantes de pelotón, de compañía, de batallón. Quien ha estado al mando de una compañía en tiempos de guerra ¿puede, sin esfuerzo, volver a estudiar en el colegio? Quien ha estado al mando de un batallón ¿puede volver a trabajar como empleado de archivo o como escribiente a 500 liras al mes sin sentirse humillado?
Era lo mismo que estaba ocurriendo en Alemania en esos meses con los Freikorps :
... muchos se habían acostumbrado a un ambiente superior al que habían vivido con sus familias o en sus empleos [...], la vida civil les resultaba imposible [...] y ¿podían volver a la vida normal como fracasados quienes habían ganado la guerra? ¿Y ahora debían adaptarse humildemente al trabajo, depender de quienes habían medrado evadiendo la guerra? (Lussu: 15).
De todos modos, fueron pocas las áreas en las que la reacción popular consiguió contener el escuadrismo. El municipio rojo de Sarzana, en el interior de La Spezia, atacado en la noche del 20 de julio de 1921 por una escuadra de unos quinientos fascistas toscanos bajo el mando de Amerigo Dumini (que tres años después asesinaría a Giacomo Matteotti), demostró que se podían combatir los asaltos fascistas si las fuerzas del orden y la población, que en este caso había sido armada por los arditi del popolo , se oponían con decisión.
La violencia fascista resultó exitosa porque tomaba la iniciativa de la acción y no se limitaba a ser solo defensiva: se basaba en una estrategia de terror y tenía como objetivo la intimidación y la humillación del adversario –obligado a tomar aceite de ricino, abandonado, apaleado, sucio y desnudo en lugares públicos y de paso– o, lo que es peor, su eliminación. Más que una guerra civil, lo que tuvo lugar en el país fue una lucha defensiva de las propias sedes por parte de las izquierdas y una ofensiva por parte de las escuadras fascistas, que tenían una gran movilidad. Provincias enteras fueron conquistadas a mano armada gracias a esta táctica militar, permitida por la financiación y los medios de transporte puestos a su disposición por los propietarios agrarios, y gracias al inmovilismo de las fuerzas del orden. Fueron especialmente eficaces las columnas de fuego, organizadas en Emilia por Arpinati y Balbo. Una de estas, formada por al menos tres mil fascistas ferrareses y boloñeses, devastó Rávena en julio de 1922, incendiando y destruyendo edificios y barrios símbolo del movimiento cooperativo y de las asociaciones de jornaleros agrícolas de la provincia. La Marcha fue experimentada muchas veces en las provincias antes de que se dirigiese a la capital y al Gobierno central. En el centro-norte la ofensiva escuadrista alcanzó su máxima intensidad durante la primavera-verano de 1921, volviendo a la ciudad después de haber conquistado las zonas rurales. En abril de 1921 fue incendiada la Camera del Lavoro de Turín, después de que la Fiat hubiese decidido un despido masivo y luego el cierre de los establecimientos, y el 13 y el 14 de julio escuadras fascistas ocuparon Treviso y un enfrentamiento armado provocó muertos en Trieste. En algunas ciudades de Véneto, como en Venecia, el fascismo mantuvo su naturaleza dannunziana hasta 1921; los empresarios vénetos (sobre todo de la industria textil) lo habían contemplado con recelo, prefiriendo el avance de los católicos. Después, el fascismo agrario véneto tuvo como objetivo la eliminación de las bases de organización y resistencia económica de los católicos y de los socialistas en las zonas provinciales, con ataques a sus cooperativas, cajas rurales y administraciones, especialmente en las zonas de Treviso (donde la ofensiva fue liderada por el fiumano Giovanni Giuriati), Polesine y Padua. A continuación la violencia fascista pasó a algunas áreas del sur, especialmente a Apulia y a la Sicilia oriental, sobre todo a la provincia de Siracusa, la cual en aquel entonces comprendía el territorio de Ragusa, epicentro del fascismo agrario siciliano. La ola de violencia tuvo lugar entre el invierno de 1921 y la primavera de 1922, pero las ciudades, como Bari, no cayeron bajo el control fascista hasta el verano de 1922.
En cualquier caso, hasta 1921 el fascismo fue un fenómeno de la Italia centro-septentrional; los Fasci estaban principalmente en las ciudades de tamaño medio (con excepción de Milán, Trieste, Bolonia y Florencia), las áreas de llanura y las zonas de colina. Se habían establecido en el área padana tanto a nordeste como a noroeste y su despliegue había sido facilitado por las vías de comunicación: el curso natural del río Po, el eje viario de la vía Emilia hasta Bolonia y los pasos apenínicos que comunicaban con Florencia y con Perugia. También estuvo presente en menor medida en los Abruzos, en la zona de Nápoles y en la zona del Tavoliere de Apulia. El escuadrismo agrario había sido importado a Apulia y Sicilia rompiendo las tradicionales relaciones de fuerza y de uso de la violencia para imponer autoridad y reivindicaciones. En la zona de Foggia y Bari la violencia avanzó siguiendo círculos concéntricos que, ampliándose, tocaron los grandes centros agrícolas de Andria, Cerignola, Minervino, Spinazzola y Gioia del Colle bajo el mando de algunos ras locales, entre los cuales se encontraba Giuseppe Caradonna, considerado el «duce di Cerignola», un joven propietario que financió y dirigió las escuadras y conquistó sucesivamente la ciudad de Foggia, hasta convertirse en diputado. Hay, sin embargo, una diferencia sustancial entre el fascismo agrario padano y el de Apulia. Este último no cedió ni llegó a compromisos, no estuvo caracterizado por ninguna forma de populismo reaccionario, no utilizó consignas demagógicas: fue puro escuadrismo y, en cuanto tal, provocó un enfrentamiento armado frontal entre jornaleros agrícolas sindicalizados y escuadristas, estos últimos reclutados entre la clase propietaria y de grandes arrendatarios, estudiantes, oficiales retirados y profesionales de la violencia, como el capitán sardo de los arditi Salvatore Addis, al servicio de la Associazione Agraria de la provincia de Bari. El enfrentamiento se prolongó desde febrero de 1921, cuando fueron proclamadas en la región tres jornadas de huelga contra el escuadrismo, hasta agosto de 1922, ante unas autoridades de policía débiles o incluso cómplices de los propietarios agrícolas. Los fascistas conquistaron Cerignola a principios de 1922 y en julio cayó el municipio de Adria; administradores y sindicalistas, entre estos Giuseppe Di Vittorio, se refugiaron en Bari, que cayó por último a principios de agosto. En la zona de Ragusa, en Sicilia, los escuadristas fueron reclutados entre emigrantes sicilianos que habían tenido una primera experiencia en el escuadrismo agrario septentrional antes de volver a la isla. Una figura emblemática fue Pippo Raguso, que volvió a Palermo en 1921 después de haber sido escuadrista en la ciudad romañola de Lugo y en Bolonia. Estos escuadristas se movieron contra un fuerte movimiento de jornaleros agrícolas, dirigido por los socialistas, llevando a cabo en la primavera de 1921 los primeros asaltos a organizaciones y círculos socialistas de Siracusa y Ragusa, hasta la conquista definitiva del municipio de Ragusa en 1922, y de su bastión, Lentini, en julio de ese mismo año.
Mientras tanto, en el norte, la dirección del movimiento fascista intentaba tener controladas a las escuadras y a los jefes locales. El 15 de mayo de 1921 había habido nuevas elecciones políticas que habían llevado a la Cámara a los treinta y cinco primeros diputados fascistas, elegidos en listas de coalición realmente heterogéneas formadas por los liberales y por las derechas nacionalistas y fascistas. Con todo, el Partido Socialista se mantenía a nivel nacional, incluso después del abandono por parte de quienes habían fundado el Partido Comunista, pero empezaba a ceder terreno a los fascistas en sus áreas más consolidadas del centro-norte. A principios de verano, Mussolini propuso un acuerdo de pacificación entre la derecha y la izquierda que tenía entre sus varios objetivos tranquilizar a los sectores de la clase media que se estaban acercando a los Fasci, alcanzar en la medida de lo posible un acuerdo con las fuerzas populares, socialistas y católicas para construir un frente antiliberal y normalizar el movimiento con la finalidad de transformarlo en un verdadero partido político. Después de que diversos Fasci, concretamente toscanos y emilianos, rechazasen en animadas asambleas el acuerdo, en otoño Mussolini aceleró la fundación del nuevo partido. Con el tercer Congresso Nazionale dei Fasci, que se celebró en Roma en el Teatro Augusteo el 7 de noviembre de 1921, se fundó oficialmente el Partido Nacional Fascista (PNF). A pesar de que seguía habiendo fuertes resistencias internas para hacer de Roma, en parte todavía extraña al movimiento, la propia central, el PNF trasladó a la capital su dirección y procedió al nombramiento de nuevos dirigentes, intentando encontrar un equilibro entre el centro y los diversos poderes presentes en la periferia. Mientras tanto, los inscritos a los Fasci aumentaban rápidamente; los cerca de 80.000 de marzo de 1921 se cuadruplicarían para mayo de 1922, hasta alcanzar las aproximadamente 322.000 adhesiones.
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