Yama prosiguió su enseñanza mostrando a Nachiketa quiénes son aquellos que pueden obtener el conocimiento del ātman :
No puede llegar al ātman aquel que no ha abandonado la mala conducta, aquel cuyos sentidos no están controlados, aquel cuya mente no está en paz, ni aquel a quien le falta concentración . (El ātman se alcanza) solo a través del conocimiento.
Este ātman no puede ser alcanzado por la recitación (de los Vedas ), ni a través de la memoria ni tampoco por la repetida escucha (de textos sagrados). El ātman es alcanzado solo por aquel a quien Él elige. (Ante este buscador,) el ātman revela Su verdadera forma.
Por medio de la contemplación en el ātman , que es difícil de ver, oculto, que mora en la cueva (del corazón), que descansa en las profundidades, el hombre sabio deja atrás toda alegría y todo dolor.35
El ātman solo puede ser reconocido por la profunda contemplación en el ser ( adhyātma-yoga ). Las prácticas externas ayudan al aspirante a controlar y aquietar su mente y sus sentidos, pero llega un momento en el que es necesario un gran desapego y una profunda introspección en los espacios interiores de infinitud en los que el ātman se revela.
Yama prosiguió:
Muchos ni siquiera oyen hablar del ātman , otros, aunque oyen hablar de él, no lo comprenden. Sublime es el que puede exponer (acerca de Él). Hábil es aquel que lo encuentra. Extraordinario es aquel que, instruido por un sabio maestro, conoce (al ātman ).
(…) Cuando el ātman es enseñado por alguien que no es diferente de Él, no puede haber duda acerca de Este. (El ātman ) es inconcebible y está más allá de la razón.36
Estos dos mantras de gran belleza hablan del encuentro entre el discípulo preparado ( adhikārī ) y purificado por una intensa práctica y el maestro establecido en el ātman ( brahmaniṣṭha ). El guru transmite al discípulo el conocimiento de Aquello que está más allá de toda percepción y que trasciende la mente. Yama prosiguió su enseñanza por medio de una conocida metáfora que se encuentra en las Upaniṣads y también en la Bhagavad Gītā :
Considera al ātman como el amo de un carro, al cuerpo como el carro, al intelecto como el conductor y a la mente como las riendas.
Los sentidos (dicen los sabios) son los caballos, los objetos de los sentidos son los caminos. Los sabios declaran que el ātman –cuando se halla unido con el cuerpo, los sentidos y la mente– es el que experimenta.37
Después de esta clara metáfora, la Upaniṣad continúa exponiendo que aquel que carece de discernimiento y cuya mente no está disciplinada no podrá controlar sus sentidos (los caballos del carro), no podrá alcanzar la meta y seguirá atrapado en la rueda del nacimiento y la muerte ( saṃsāra ). Pero aquel que posee discernimiento y cuya mente está aquietada, disciplinada y pura (sus órganos de los sentidos serán como los caballos mansos del carro), ciertamente alcanzará la meta y no volverá a nacer. Yama insiste en que solo aquel que tiene un intelecto puro y un gran discernimiento alcanza el estado supremo de brahman.
Yama sigue su enseñanza hablando del aquietamiento de la mente y del intelecto que conducirán al yogī al estado supremo. Nos vamos acercando a la esencia del proceso yóguico:
La naturaleza del ātman no pertenece al plano de la percepción. No puede ser visto por medio de los ojos, sin embargo, se revela por medio de un intelecto libre de dudas (y por la constante meditación). Aquellos que así lo conocen devienen inmortales.38
El aspirante puede practicar āsanas , llevar una vida de austeridad y estudiar los textos sagrados entre otras prácticas –como seguramente hacéis muchos de vosotros–, pero existe un momento en el camino del jñāna-yoga en el que el aspirante debe soltar todo soporte para desaparecer en el gran silencio, en el que la Conciencia por ella misma se revela y la ilusión de la identidad limitada desaparece bajo la inmensidad de este reconocimiento.
Yama prosigue su enseñanza, cada vez más sutil, describiendo cómo el yogī , por medio de un proceso de profunda interiorización, transita por diferentes planos meditativos ( bhūmis ) que se corresponden con los diferentes niveles de la manifestación ( tattvas ), de menor a mayor sutileza, hasta llegar a la esencia de todo, la conciencia suprema, el ātman , su propio ser:
Más allá de los sentidos ( indriyas ) está la mente ( manas ), más allá de la mente está el intelecto ( buddhi ). Más allá del intelecto está el intelecto cósmico ( mahat ). Por encima del intelecto cósmico está lo inmanifestado ( avyakta ). Más allá de lo inmanifestado está el ātman omnipenetrante y sin atributos. Conociéndolo, el ser encarnado se libera y alcanza la inmortalidad.39
Yama describe ahora la esencia del yoga :
Cuando los cinco órganos de conocimiento se aquietan junto con la mente y el intelecto ya no se mueve, esto es lo que se describe como el estado supremo.
Ellos (los sabios) consideran que el firme control y aquietamiento de los sentidos es lo que se llama yoga . Por ello es necesario estar muy atento, porque el yoga surge y desaparece.40
Yama afirma que el yogī alcanza el estado supremo cuando los cinco órganos de conocimiento o percepción –el poder de ver, de oír, de gustar, de oler y de tocar– junto con la mente y el intelecto se aquietan completamente, ofreciéndonos esta clara, concisa y conocida definición de yoga : «el firme control y aquietamiento de los sentidos es lo que se llama yoga » . También nos advierte de que es preciso estar muy atentos y muy presentes durante la absorción yóguica, porque tan solo con el menor pensamiento, con el menor movimiento interno, el yogī cae de este espacio inefable y regresa al mundo de la multiplicidad. El gran trabajo del yogī es mantenerse en este estado de conciencia hasta que devenga plenamente permanente y natural. El yogī debe ser como la luz de una vela en un lugar protegido por completo, sin experimentar el más mínimo movimiento. Así, la mente del yogī se convierte en no mente. Aquí podríamos citar uno de los mantras más conocidos de la Kaṭha Upaniṣad , en el que Yama insta al yogī a levantarse con fuerza y tomar refugio en la enseñanza de un guru para poder seguir este camino:
Levántate. Despierta. Acércate a los grandes (sabios) y aprende. El camino es estrecho y arduo, tan difícil de transitar como el cortante filo de una navaja. Así lo describen los sabios.41
En este estadio del camino, el proceso interior del yogī requiere de toda su atención, toda su energía y todo su ser. Posiblemente su mente se encuentra más aquietada, puede permanecer en prolongados estados de contemplación y se siente más feliz y más pleno, pero este no es el final del camino. El yogī podrá alcanzar la meta suprema solo por medio de la incesante perseverancia, buscando los espacios de silencio absoluto en los que todo desaparece y se manifiesta lo real.
Yama muestra ahora a Nachiketa la forma de alcanzar el estado en el que todos los deseos e impresiones latentes del yogī son destruidos para siempre y este deviene inmortal; enfatizando: «Esta es la totalidad de la enseñanza».
Cuando todos los deseos que moran en el corazón desaparecen, entonces el mortal deviene inmortal. Alcanza a brahman aquí mismo (…) Esta es la totalidad de la enseñanza.42
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