Este acontecimiento, que generó una misión inconmensurable de trabajo y un efecto de intensa movilización institucional, no podía caer en el olvido. Merecía ser memorizado, relatado y compartido. Se presentó como un proyecto en el Departamento de Investigación del IUSAM en el año 2018, con la idea de concebir paralelamente un libro. El autor convocó a dos distinguidas colegas para la función: la Dra. Clelia Manfredi y la Lic. Elsa Grillo, quienes junto a la Magister Orquídea Lee colaboraron en la concreción del libro.
Como todo intento de recuperar un largo fragmento de historia, es de imaginar la magnitud del trabajo que requería: recorrer y revisar miles de documentos, informes, cartas, mails, disposiciones, notas que se intercambiaron, desde 1997 hasta 2009, entre el equipo de gestión a cargo del proyecto y las autoridades oficiales que debían evaluarlo. Incluían miles de horas de trabajo en equipo, discusiones. Pero además, había que recuperar recuerdos, anécdotas, leyendas, memorias, éxitos y fracasos vividos durante esos largos años…
Este libro relata la historia de la gestión que llevó a cabo la creación y puesta en marcha del IUSAM de APdeBA. Tanto la institución psicoanalítica, como su brazo académico, siguen sólidamente funcionando en la tercera década del siglo XXI, como la nueva casa universitaria del psicoanálisis .
I
En los inicios de la formación psicoanalítica
1. De la creación de la Asociación Psicoanalítica Internacional (1910) al establecimiento del modelo de la formación psicoanalítica (1925)
La formación analítica llegó tarde al movimiento psicoanalítico, más de 20 años después de La Interpretación de los Sueños (Freud, 1900). Cuando finalmente se instaló, el Psicoanálisis empezaba a alcanzar en Europa y Norteamérica la plenitud de su prestigio. Las decisiones que se tomaron en esos días le dieron a la formación la dirección profesional y científica que, aunque con modificaciones, conserva plena vigencia actual. Otras propuestas fueron omitidas o quedaron en el camino. Sobre el final del capítulo se mencionará una de ellas.
La construcción de los requisitos y fundamentos de lo que hoy conocemos como formación psicoanalítica fueron surgiendo durante las primeras dos o tres décadas del siglo XX. Hay muchas y complejas circunstancias que contribuyeron a su instalación pero hay hitos fundamentales de esta historia estrechamente ligados a su aparición: en primer lugar, las discusiones en la Sociedad Psicológica de los Miércoles en Viena, luego la institucionalización del Psicoanálisis con la creación de la Asociación Psicoanalítica Internacional en 1910 en el Congreso Psicoanalítico Internacional de Núremberg y finalmente la Policlínica de Berlín y la propuesta de Eitingon en la segunda década del siglo XX, de lo que se llegaría a conocer como el “trípode” de la formación psicoanalítica.
En los primeros años del Siglo XX Freud fue saliendo lentamente de lo que él denominó su “esplendido aislamiento”. A instancias de Stekel formó en 1902 la Sociedad Psicológica de los Miércoles 1. Inicialmente la componían A. Adler, W. Stekel, M. Kahane y R. Reitler, médicos clínicos formados en la Universidad de Viena, la elite de la medicina europea y en la más rancia tradición académica. Todos ellos tenían intereses en la Psicología y la Psicopatología y estaban muy entusiasmados en los trabajos que venía publicando Freud. Lo que además los unía era que, mientras circulaban muchas terapias médicas en Psiquiatría (como el uso de calor, aires, electricidad, baños, hipnosis, etc.) ninguna estaba tan finamente teorizada como la de Freud. Tenía una explicación detallada y determinista de la histeria y otras psiconeurosis y un abordaje terapéutico psicológico de avanzada para su tiempo. Freud ofrecía a sus seguidores médicos no solo efectividad clínica en su campo sino también una identidad científica con fines terapéuticos. En 1903 se incluyó P. Federn, más tarde E. Hirschman, A. Bass, A. Deustsch. En 1906 el grupo llegó a tener 22 miembros.
Los años iniciales del movimiento estaban acompañados de una profunda convulsión social, política y económica de los países europeos centrales, que se sentía fuertemente en Viena. El colapso de la monarquía había generado una amplia revuelta contra la moral tradicional. Florecían ideales políticos democráticos junto a corrientes reformistas, movimientos feministas, ideologías anarquistas, marxistas y fascistas. En los primeros años, Freud daba la bienvenida al grupo a todo aquel que se le acercaba. No se negaba la admisión a ninguno que la solicitaba: médicos, filósofos, escritores, publicistas, sexólogos, reformadores sociales, integraban un grupo de origen heterogéneo y conflictivo. Discutían apasionadamente trabajos de Freud y aportes del grupo sobre Psicoanálisis, como método terapéutico y como aplicación a las Ciencias Sociales. Cada tanto emergían preguntas que cuestionaban que tipo de trabajo estaban realizando ¿Estaba el grupo dedicado a las ciencias de la naturaleza o del espíritu? ¿Qué tipo de saberes estaban buscando? ¿Qué clase de prácticas terapéuticas debían apoyar y cuáles cuestionar?
¿Qué se había decidido en ese período previo, en cuanto a requisitos para ser psicoanalista? Formalmente casi nada. Tampoco había consenso en el rol de Freud: ¿venían a aprender del Profesor? ¿Eran sus alumnos o sus pares? ¿Qué cosa era el Psicoanálisis y qué grado de adhesión a las teorías freudianas tenía cada uno de ellos? Algunas serias divergencias terminaron en enfrentamientos y en las tan conocidas escisiones de Adler y Stekel. Para Freud y sus más fieles discípulos, la adhesión al inconsciente y a la psicosexualidad comenzó a ser un límite no negociable. Inicialmente, en Viena sobre todo, se sucedieron discusiones interminables sobre el tema en la Sociedad de los Miércoles.
Paralelamente, los trabajos de Freud, inicialmente ignorados o desmerecidos públicamente, empezaban a alcanzar notoriedad, a ser del dominio público ilustrado, convocando otros personajes relevantes que provenían de distintos intereses y disciplinas. En especial los Tres Ensayos y todo lo referente a la teoría de la psicosexualidad, la represión, los sueños, los mitos, la cultura lo empezó a ubicar en el centro de atención de un conglomerado de artistas, escritores, feministas, reformadores, que creían que la decadencia del Imperio Austro-Húngaro no se debía a algún tipo de degeneración hereditaria (que Freud también rechazaba), como circulaba en ciertos círculos científicos, sino a regulaciones culturales insalubres. Así se incluyeron en la reunión de los miércoles, además de colegas médicos, educadores, reformadores sociales, interesados en los sueños, en los mitos y las leyendas, y algunos con alguna disposición a una metodología científica terapéutica. En sus trabajos ampliamente difundidos, Freud daba entender que las excesivas restricciones sexuales en la cultura eran dañinas. Por lo tanto encontró compañía en un variado grupo de reformistas sociales que se le acercaban deslumbrados por sus trabajos. Los debates sobre la “moral” sexual ( Sittlichkeit ) cultural se unían a las discusiones sobre la cuestión del lugar de la mujer en la cultura, liderado por la acción de fuertes grupos feministas. Se compartían discusiones públicas sobre la homosexualidad, el adulterio, la prostitución, la abstinencia y las relaciones extramaritales. La publicación de los Tres Ensayos fue un descubrimiento para estos grupos, Freud se hizo héroe de artistas, periodistas, reformistas, que no creían en la decadencia de la cultura por la degeneración hereditaria sino el resultado de siglos de regulaciones hipócritas.
Читать дальше