Como en la tradición de los grandes detectives, detecta los signos de parálisis lírica que envuelven al mundo, para poder descubrir también que esos males eran sus secretos tesoros, guardados como sarcasmo dolido en su propia conciencia.
Horacio González
Sobre este libro Sobre este libro Como en la tradición de los grandes detectives, detecta los signos de parálisis lírica que envuelven al mundo, para poder descubrir también que esos males eran sus secretos tesoros, guardados como sarcasmo dolido en su propia conciencia. Horacio González
A modo de presentación
EZRA ALCAZAR
La araña, otra vez
DIEGO AMEIXEIRAS
Olor a siete machos
RAÚL ARGEMÍ
Para la malaria
BRUNO ARPAIA
La red patito
ELIA BARCELÓ
Universos paralelos
JORGE BELARMINO FERNÁNDEZ
El mejor personaje
JUAN RAMÓN BIEDMA
El principio de la incertidumbre
PINO CACUCCI
Recuerdos del pasado, del presente y de algún futuro también
IMANOL CANEYADA
Regreso a la ciudad sin lluvia
JUAN CARRÁ
Querida Ana
MARC COOPER
Una república de lectores
BERNARDO FERNÁNDEZ
Llamaradas vacías
KIKE FERRARI
Todo es sueño
FRITZ GLOCKNER
Cenizas de la memoria
FERMÍN GOÑI
El comandante que fumaba hojas de amor
FRANCISCO HAGHENBECK
A oídos sordos
LORENZO LUNAR
Como un arma secreta
RAFAEL MARÍN
Guadalupe, 1958
ANDREU MARTÍN
¿Será capaz?
ALFONSO MATEO-SAGASTA
El armisticio
NAHUM MONTT
Siete pedos contra la dictadura
REBECA MURGA
Chinga tu madre, dijo el abuelito
GUILLERMO ORSI
Hora de cierre
RODOLFO PÉREZ VALERO
Belascoarán me la suda
ELENA PONIATOWSKA
Un mundo poblado de dragones
ALEXIS RAVELO
Los héroes y los mártires
SÉBASTIEN RUTÉS
Alex construye un muro
CARLOS SALEM
Cuánta soledad, carajo
JUAN SASTURAIN
A las cinco de la tarde
GABRIEL TRUJILLO MUÑOZ
El lazo más fuerte de todos
Lo que sabemos y lo que somos: un festejo de la vida y la literaturade Paco Taibo II / Ezra Alcazar ... [et al.] ; compilado por Kike Ferrari ;editado por Carlos Zeta. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires :Punto de Encuentro, 2021.Libro digital, EPUBArchivo Digital: descarga y onlineISBN 978-987-4465-48-11. Narrativa. I. Alcazar, Ezra. II. Kike Ferrari, comp. III. Zeta, Carlos, ed. CDD 863 |
© Punto de Encuentro 2021
Av. de Mayo 1110, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
(54-11) 4382-1630
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Cuidado de la edición: Carlos Zeta
Diseño: Cristina Angelini
Conversión a eBook: Daniel Maldonado
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Lo que sabemos y lo que somos
Un festejo de la vida y la literatura de Paco Taibo II
Antologador
Lo que sabemos y lo que somos
Un festejo de la vida y la literatura de Paco Taibo II
“Me siento a la máquina con rabia, porque no sé qué otra cosa hacer. Porque cuando llueve mierda, cuando te quieren meter a la cárcel por razones políticas, cuando el mundo se oscurece, cuando los amigos se mueren, eso es lo que hago.
Escribo. Eso es lo que sé y lo que soy”.
Paco Ignacio Taibo II
¿Por qué este libro? ¿Por qué ahora?
Digamos que es un proyecto hijo de dos certezas. La primera: hay que huir de la lógica necrológica de los tributos post mortem. Tenemos que homenajear a los nuestros cuando están acá. Y la segunda: el momento de hacerlo es cuando la reacción —llamalos gusanos, gorilas, escualos, fachas, fifis— los atacan.
Eran los últimos días de diciembre. Andaba dándole vueltas a esas ideas y haciendo la última corrección de mi novela —en la que hay una reescritura de varios personajes de Paco— cuando decidí que entonces este era, es, el momento justo para que festejar —más que homenajear— su vida y su trabajo. Su amor por el oficio de escribir, su pasión militante, su guevarismo cultural. El momento para juntar esa red —una parte de esa red— que viene tejiendo hace años por el mundo, la de los que tenemos la suerte de tenerlo como amigo, camarada, colega o maestro.
***
Al primero que le escribí con la idea fue a Bef. Misteriosas fuerzas me unen a mi alma gemela asimétrica y chilanga. Enseguida busqué complicidad en Marina, la hija de Paco, y me lancé a la convocatoria. A esa lista primitiva, Marina —y después Paco Haghenbeck— le agregaron algunos nombres. Más lo pensaba y más me entusiasmaba la idea: juntar un montón de autores de distintos lugares del mundo (finalmente fuimos una treintena, de siete países, con más de sesenta años entre una punta y otra del arco etario) con la consigna de escribir un texto con un personaje de Paco, o Paco mismo como personaje. Que se cruzaran la ciencia ficción y el policial, la crónica y la poesía, la ficción histórica y la de aventuras, el género negro con la semblanza. Ver qué teníamos para decir, decirnos, decirle.
Y, claro, había que mantener el secreto. Paco no podía enterarse hasta que fuera un hecho consumado porque las posibilidades de que nos mandara a la chingada —a mí, a todos los cómplices y al libro— eran altas. Altísimas, podríamos decir.
***
De a poco los textos fueron llegando.
El maestro Andreu Martín, que cuando lo convoqué me había contestado que no estaba seguro de poder hacerlo, fue el primero en mandar el suyo, apenas un par de semanas después. El último, apenas pasado de la fecha de cierre, Nahum Montt, inmerso en la locura de su nueva tarea en el FCE colombiano. A Elena Poniatowska le pedimos permiso para usar, levemente actualizado, un texto–semblanza de Paco que había sido prólogo de 68 y a Marc Cooper una crónica que escribió para el semanario The Nation.
El libro se llenó de excepciones. Aunque la idea era que cada uno eligiera su personaje, a Fritz Glockner le sugerí que usara —¿podemos decir que lo presioné?— uno de los personajes a los que Paco les dio nombre. Carlos Salem hizo un crossover con su propio detective. Lorenzo Lunar sorprendió con un poema. Pino Cacucci hizo una crónica que también incluye una entrevista. Algunos relatos, como el bellísimo texto de Rafa Marín, necesitaron menos del mínimo que nos habíamos propuesto para decir lo que querían decir. Otros, como el de Fermín Goñi, llegaron a doblar el límite. El Belar usó apenas una carilla.
Intenté invitar a participar a Cesare Battisti quien, durante su exilio en México, se hizo escritor después de leer a Paco, pero las autoridades de la cárcel italiana en la que cumple condena no le dejaron llegar la carta, que volvió a mi casa, abierta.
Varios colegas, tapados de trabajo, no pudieron, aunque lo intentaron, terminar el texto. La última en bajarse —batallando al mismo tiempo con la editorial, una bebé y algunos problemas de salud— fue Carmen Moreno. No fue la única. Pienso en Iris y Benito, Gabriela y Carlos. En Cristina, Karla, Leo y Claudia, entre otros. Era de esperar, claro, pero no por eso deja de dar bronca. Y cuando recibí el mensaje de Juan Manuel Fajardo contándome la tonelada de tareas que se habían interpuesto entre él y el Sandokan taibolero que se había propuesto escribir, me di cuenta de que era importante decirlo. Decir que este es el libro de todos. De los que pudimos estar y de los que no. Que nadie se equivoque. De todos.
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