Un tono de voz puede ser firme y directo, sin necesidad de subir el volumen, y al mismo tiempo consigue transmitir calma y empatía. De igual modo, un tono calmado puede infundir el mayor de los miedos. Consideramos importante que seas capaz de gestionar, dentro del centro educativo, las diferentes opciones de comunicación que te ofrece tu propia voz.
Si combinas de forma adecuada estas dos herramientas —la mirada y la voz— descubrirás que hay momentos en los que sobran las palabras, porque tu mirada lo transmite todo. Y hay otros momentos en los que tu tono de voz conseguirá calmar y controlar cualquier situación caótica que se pueda presentar.
Descubre en la siguiente tabla qué mirada y qué tono de voz tienes para, así, poder empezar a utilizar estas habilidades con diferentes fines educativos y personales.
Aprovecha tu tiempo dentro del centro educativo para descubrir diferentes métodos y formas, que tienen los docentes, de utilizar estas herramientas. Una buena gestión de aula empieza por el buen uso de ellas.
Puedes registrar en el Cuaderno de prácticas lo que te resulte más efectivo o sorprendente y con lo que tú te sientes más cómodo.
2. Superpoder de la observación:
¿qué miro?, ¿para qué lo miro?
¿No te falta algo? Te pregunto esto porque, en el apartado anterior, hemos visto qué dos herramientas tienes para gestionar el aula, pero aún no habíamos entrado en esta. ¿Lo hacemos?
El ser humano, de forma innata, cuando entra en un lugar nuevo o desconocido, abre sus ojos para detectar posibles peligros, conocer el espacio, identificar dónde están situadas las cosas...
Recuerda que, como no tienes la responsabilidad de dirigir el grupo, tendrás que aprovechar al máximo esta nueva habilidad que todo docente debe tener: la capacidad de observar.
Pensarás que me estoy repitiendo, porque ya hemos hablado de la mirada anteriormente, pero este enfoque es diferente. Me refiero a «la capacidad de mirar todo aquello que te rodea y aprovecharlo en tu beneficio», es decir, ser capaz de sacar toda la información posible, analizarla y utilizarla para adaptar e individualizar tus decisiones o respuestas y, por consiguiente, para gestionar el aula.
En más de una ocasión el alumnado, independientemente del curso, me ha dicho: «¿Es que eres adivino?» o «¿Cómo sabes eso?». Simplemente lo que ha sucedido es que he realizado una observación analitica y concienzuda de lo que estaba pasando a mi alrededor, mientras mantenía una conversación, explicaba un concepto, resolvía una duda o guiaba para llegar a la resolución de un conflicto... Y esto puede parecerle «magia» a tu alumnado.
Lo anterior refleja la importancia de observar, de observar bien y de saber qué y dónde mirar. Si entrenas esta habilidad y sabes dónde fijarte, se te abrirá un amplio abanico de información relevante de la que podrás beneficiarte durante tu periodo de prácticas y en tu futura labor como docente.
Aquí te vamos a dar las pautas para que empieces a usar esta herramienta.
Podemos encontrar dos tipos de observación: observación del aula y observación del alumnado. Así, te resultará mucho más sencillo poder abarcarlo casi todo. No vamos a desarrollar un gran listado de items, ni las teorías de vanguardia sobre cómo colocar al alumnado… Vamos a acompañarte en el proceso de abrir los ojos y saber qué, y para qué mirar. Después, en tu Cuaderno podrás apuntar con más detalle todos estos aspectos para construir tu clase ideal.
3. Superpoder de liderazgo positivo: dos herramientas.
Respeto y educación; sentido común y coherencia.
Imagino que ahora mismo pensarás que voy a hablarte de que tienes que conseguir que tu alumnado te respete, de que sean educados contigo o de que tienen que hacerte caso por el simple hecho de que eres el profe.
¿Y si cambiamos nuestro punto de vista? ¡Venga!, vamos a ponernos en el lugar del alumnado.
Los detalles son los que marcarán la diferencia entre un docente normal y otro extraordinario, especial o único. Para poder ser un líder positivo —una persona de esas que la gente no sabe ni por qué la sigue, y esto te sonará a algo muy obvio, pero te sorprendería saber la cantidad de cosas que he visto— debes transmitir y mostrar respeto y educación a todo tu alumnado. No te hablo de que vayas decirles alguna palabra malsonante —evidentemente no lo harías nunca—, sino de tener en cuenta la parte invisible y oculta.
Ellos tienen un sexto sentido para saber si tú realmente quieres acompañarlos, si te interesan sus conflictos, si te esfuerzas cada día por intentar hacerlo mejor, si los escuchas activamente cuando te cuentan sus problemas… Al margen de que uses las palabras mágicas «por favor», «gracias», «buenos días» o «hasta mañana» —que desarrollaremos más adelante en las Soft skills—, eres un ejemplo durante todo el tiempo que estás en el colegio. Descubrirás que, en la mayoría de ocasiones, se enseña sin palabras. Si quieres pedir a toda la comunidad educativa del centro, incluido el alumnado, compromiso y esfuerzo, primero tienes que esforzarte y comprometerte tú. ¿Estás dispuesto?
Un buen líder debe tener una cualidad fundamental que, por desgracia, hoy en día no aparece en muchas ocasiones. Me refiero al sentido común, a ser coherente como persona humana. Vamos a desarrollar este aspecto, ya que definirá qué tipo de líder serás y cuánto podrá creer y confiar en ti tu futuro alumnado.
Sentido común y coherencia: algo tan obvio como necesario. Dicen que: «El sentido común es el menos común de los sentidos», pero no te líes y haz caso a tu instinto. Aporta autenticidad a tus enseñanzas y en las relaciones con los demás. En la mayoría de ocasiones lo sencillo es lo más efectivo.
En esta profesión que has elegido la coherencia es fundamental. Te diría más: va a influir en tu gestión del grupo, de la clase: respeto, credibilidad, confianza y liderazgo. Una falta de coherencia en tus actos te puede llevar a perder el control y la perspectiva, alejándote de tus objetivos. Es como una bola de nieve bajando por una colina, que no para de crecer.
Aplica esta fórmula. La coherencia se basa en:
Todo lo que dices = todo lo que haces
Todo lo que haces es resultado de lo que dices
Te puedo asegurar que, en ocasiones, no es tan importante lo que dices (las palabras se las lleva el viento) sino que lo que hagas cumpla con lo dicho previamente. Lo que la gente recuerda de nosotros es lo que hacemos. En un aula pasa igual. Debes cumplir lo que dices y, si no es posible, deberás utilizar argumentos de validez para explicar el porqué. (Ver tipos de argumentos en el Capítulo 6).
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