Habacuc había hablado del surgimiento de los caldeos y de su expansión conquistadora; acontecimientos que tuvieron lugar durante su vida. Pero el comentarista no cree que Habacuc estuviera hablando realmente de los caldeos y de su imperio; en realidad sostiene que Habacuc estaba describiendo por adelantado a los conquistadores imperiales de su propia época. Habacuc decía los «caldeos», pero en realidad se refería a los «kitti’im», un pueblo que, en el momento en que escribía el comentarista, había llegado desde el otro lado del mar y estaba imponiendo su yugo sobre todas las tierras. Entonces, la cuestión es: ¿quiénes eran esto «kitti’im»? ¿El pueblo de «Kittim»? En su origen, el término Kittim designa a la isla de Chipre (o más concretamente a los asentamientos fenicios alrededor de Kition, la moderna Lárnaca); pero de una forma más general se refiere a las islas y las costas griegas del Mediterráneo oriental. En el Libro de Daniel se utiliza para designar a los romanos (Daniel 11:30), posiblemente porque el incidente en el que se los menciona se consideraba como el cumplimiento de un antiguo oráculo de Balaam en el que se mencionan los barcos de Kittim (Números 24:24).
Si se busca a un conquistador imperial de las tierras del Mediterráneo para satisfacer la descripción de los kitti’im por parte del comentarista, podríamos pensar en Alejandro Magno y sus sucesores o en los romanos. La sugerencia de un estudioso de que se les debería identificar con los cruzados de los siglos XI y XII d.C., está totalmente fuera de lugar por el contenido del comentario, así como por todo lo que podemos descubrir sobre la edad del manuscrito y de la época en la que fue depositado en la cueva junto con todos los demás.
Si consideramos a Alejandro y a sus sucesores como los kitti’im del texto, entonces la referencia probablemente debe señalar en particular a Antioco IV (175-163 a.C.), que intentó suprimir la religión y las costumbres ancestrales de la nación judía, y provocó el levantamiento patriótico de Judas Macabeo y su familia, que podemos encontrar en los Libros de los Macabeos. 15Pero algunas razones que plantearemos más tarde 16nos hacen pensar que el comentario refleja las condiciones del siglo siguiente, y que los kitti’im son los romanos; en ese caso, el comentario fue redactado poco antes de la ocupación de Judea y Jerusalén tiende a variar en nuestros propios países de generación en generación. Nuestros abuelos utilizaban un estilo de escritura diferente al nuestro, y, todo hay que decirlo, un estilo que era mucho más legible y agradable a la vista que el nuestro. De la misma forma, en las épocas más remotas los estilos de escritura también variaban de una generación a la siguiente y de un país al otro. Esto significa que la fecha de un manuscrito se puede determinar, dentro de unos límites razonables, por las características de la escritura que muestra. La paleografía griega y latina se ha estado estudiando durante tanto tiempo y tiene tal abundancia de materiales con los que trabajar, que se ha convertido casi en una ciencia exacta. Los paleógrafos clásicos están habitualmente de acuerdo con la datación de los manuscritos griegos y por el general romano Pompeyo en 63 a.C. 17
2. ¿Cuándo fueron copiados los manuscritos mismos?
Existe un campo de estudio que es de gran ayuda para determinar cuándo fue escrito un manuscrito en particular. Se trata de la ciencia conocida como paleografía: el estudio de la antigua escritura a mano. Sabemos cómo en épocas más recientes el estilo de la escritura a mano latinos desde los últimos siglos antes de Cristo hasta la invención de la imprenta en el siglo XV d.C. y en épocas posteriores.
La paleografía hebrea y aramea se encuentra en desventaja en comparación con la paleografía griega y latina porque no tiene tantos materiales con los que trabajar en lo que se refiere a la era pre-cristiana y a los primeros siglos después de Cristo. A pesar de eso, en principio, es una ciencia tan exacta como las otras ramas de la paleografía. Y vale la pena señalar que los estudiosos que han examinado los manuscritos del mar Muerto sobre la base de la paleografía están de acuerdo en otorgarles una datación temprana, es decir, una fecha en los últimos siglos antes de Cristo y los primeros años después de Cristo. Los académicos que han defendido una fecha considerablemente más tardía no son paleógrafos; algunos de ellos incluso han llegado al extremo de rechazar las pruebas paleográficas como si no tuvieran ningún valor; un extraño ejemplo de oscurantismo procedente de un flanco inesperado.
Fueron las pruebas paleográficas las que convencieron desde el principio a Sukenik y a Albright de la antigüedad de los rollos, y las evidencias paleográficas siguen suministrando la prueba principal de su antigüedad, aunque, como veremos más adelante, existen pruebas de otro tipo que las corroboran.
De hecho, las evidencias paleográficas sólo se pueden rechazar si se demuestra que los rollos fueron fabricados en una época posterior, y se escribió deliberadamente en un estilo arcaico para engañar a los lectores y se hubieran colocado para ser «descubiertos» como el cráneo de Piltdown, *en el momento oportuno. En el pasado se habían producido falsificaciones de este tipo. Pero habían sido detectadas y denunciadas con bastante rapidez, en cuanto eran sometidas a un experto en el tema, como Clermont-Ganneau, que descubrió el fraude de Shapira, o Tischendorf, que destapó las falsificaciones de Simonides. 18Pero nunca antes unos manuscritos antiguos habían sido analizados con tanto escepticismo, o sometidos a un examen más riguroso, que estos documentos de Qumrán. Todas las circunstancias de su hallazgo descartaban la posibilidad de un fraude deliberado; el beduino que había estado pidiendo un precio tan inflado por sus descubrimientos no era el tipo de persona que pudiese fabricar los fragmentos que le estaban proporcionando tantos ingresos; y las bibliotecas universitarias y otras instituciones académicas no son muy dadas a pagar grandes cantidades de dinero por sus adquisiciones si no están completamente convencidas de su valor. El Dr. H.J. Plenderleith, conservador del laboratorio de investigación en el Museo Británico, hablando de algunos de los fragmentos de la Cueva 1 que le habían enviado para un tratamiento especial, decía que «veinticinco años de experiencia en el tratamiento de antigüedades lo habían convencido desde el principio que los materiales eran genuinos, una convicción que, con posterioridad, se vio totalmente justificada cuando los fragmentos fueron sometidos a un examen científico.» 19
Entre los paleógrafos semíticos en Gran Bretaña, el Dr. S.A. Birnbaum, de la London School of Oriental and African Studies, ocupa el puesto más destacado. Ha publicado los materiales en los que se basa la ciencia de la paleografía hebrea en una gran obra titulada The Hebrew Scripts [ Las escrituras hebreas ]. Su veredicto sobre la fecha de los primeros rollos publicados apareció en un valioso estudio en The Qumrân (Dead Sea) Scrolls and Paleography [ Los rollos de Qumrán (del mar Muerto) y la paleografía ] (1952); en él sostiene que el rollo de Habacuc fue copiado entre el 100 y el 50 a.C.; la Regla de la comunidad entre el 125 y el 100 a.C., y el rollo completo de Isaías (Isaías A) entre 175 y 150 a.C. La mayor antigüedad del rollo de Isaías frente a sus compañeros también queda demostrada por señales de desgaste; se ve con claridad que fue utilizado durante bastante tiempo antes de ser depositado con los otros en la cueva. El Dr. J.C. Trever, que acepta la datación relativa de los rollos por parte del Dr. Birnbaum, fecha cada uno de ellos algunas décadas más recientes: Isaías A entre 125 y 100 a.C., el rollo de la Regla alrededor de 75 a.C., el rollo de Habacuc (y el cuarto rollo adquirido por el monasterio sirio) entre 25 a.C. y 25 d.C.
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