Pero muchos estudiosos pensaban que los que le habían otorgado con tanta rapidez una fecha tan temprana a estos manuscritos se habían precipitado. Se levantaron voces escépticas, y la expresión de este escepticismo era algo lógico y racional. Se recordaron famosos casos de falsificación; algunos recordaron, por ejemplo, el caso de un anticuario de Jerusalén llamado Shapira, que en la década de 1880 pretendía haber descubierto una antigua copia del Libro de Deuteronomio, fechada alrededor de 900 a.C., y que intentó vendérsela al Museo Británico por un millón de libras. La pretensión de Shapira impresionó a algunas personas, hasta que fue sometido a un escrutinio implacable por un distinguido arqueólogo francés, Charles Simon Clermont-Ganneau, que demostró que Shapira había escrito personalmente la copia en los amplios márgenes recortados de los rollos de las sinagogas, imitando la escritura de la Piedra Moabita, que se acababa de descubrir. En otro campo de estudio, se recordó como en la década de 1920 la pretensión de un italiano de haber descubierto los escritos perdidos del historiador romano Livio pudo engañar durante algún tiempo a un eminente latinista inglés.
Semejantes pretensión exigían el más escéptico de los exámenes. Si eran falsas, cuanto antes se desenmascararan, mejor. Si eran válidas, la validez quedaría más sólidamente establecida si habían superado las pruebas más severas. Existe un escepticismo genuino que san Pablo nos recomienda en las siguientes palabras: «Examinadlo todo; retened lo bueno» (1 Tesalonicenses 5:21). Y este escepticismo genuino que lo comprueba todo es un aliado de la fe verdadera, no un enemigo de la misma.
En los Estados Unidos, un distinguido académico judío, el Dr. Salomón Zeitlin de Filadelfia, ha sostenido durante años prácticamente todos los argumentos concevibles en contra de la antigüedad de los rollos en la Jewish Quarterly Review , de la que es el editor. 7(Es necesario añadir de inmediato que, con admirable imparcialidad, ha extendido la hospitalidad de sus páginas a los defensores de la antigüedad de los rollos.) Ningún estudioso inglés ha llegado al extremo del Dr. Zeitlin. Pero cuando se anunciaron por primera vez los descubrimientos, el profesor Godfrey R. Driver de Oxford jugó un papel muy saludable al exponer la debilidad de algunos argumentos aportados en apoyo de la antigüedad de los rollos, y pidiendo la prueba más incontrovertible para unas pretensiones que, según creía él, se habían planteado con demasiada ligereza. 8Se debían investigar con urgencia cuestiones como la forma del enrollado y la composición de la tinta para comprobar las conclusiones que habían anunciado los paleógrafos. Él no negaba una fecha tan temprana, pero creía que los que estaban de acuerdo con ella debían tener en cuenta otras posibilidades. Más recientemente ha afirmado que los rollos contienen el testimonio de un texto del Antiguo Testamento «que (sea cual sea la fecha que se le atribuya) es más antiguo por varios siglos a nuestro texto masorético.» 9
________________________ 1Véase página 123 y siguientes.
*Young Men Christian Association [Asociación de Jóvenes Hombres Cristianos]. (N. del T.)
*En la actualidad la organización de esta institución académica ha variado sustancialmente y se puede encontrar más información en su página web: www.asor.org. (N. del T.)
2 The Dead Sea Scrolls of St. Mark’s Monastery [ Los rollos del mar Muerto del monasterio de san Marcos ], editados por Millar Burrows. Volumen I: The Isaiah Manuscript and the Habakkuk commentary [ El manuscrito de Isaías y el comentario de Habacuc ] (1950). Volumen II, Fascículo 2: Plates and Transcription of the Manual of Discipline [ Fotos y transcripción del Manual de Disciplina ] (1951).
3Un excelente resumen del descubrimiento y de la compra de los rollos aparece en los dos primeros capítulos de la obra del Sr. Alegro, The Dead Sea Scrolls [Los rollos del mar Muerto].
4Bit’enosh también aparece como el nombre de la esposa de Lamec en El Libro de los Jubileos , otra paráfrasis expandida de Génesis, compuesto en el siglo II a.C. Véase p. 99.
5 Su edición de los mismos fue publicada póstumamente en Jerusalén: The Dead Sea Scrolls of the Hebrew University [ Los rollos del mar Muerto de la Universidad Hebrea ] (1955).
6Se trata del texto producido por los masoretas, editores del texto hebreo en las escuelas de Palestina y Babilonia en los siglos VIII y IX d.C., que recogieron la pronunciación, la puntuación y la interpretación tradicionales de los escritos del Antiguo Testamento. Sin embargo, nosotros tenemos evidencias de otra fuente para el texto del Antiguo Testamento en el período pre-masorético; por ejemplo, manuscritos de la Septuaginta (la traducción precristiana al griego del Antiguo Testamento) que han sobrevivido y que preceden en seis siglos o más a las primeras copias completas del texto masorético. He presentado un resumen de este tema en The Books and the Parchments [ Los libros y los pergaminos ], pp. 112 y ss.
7 En la actualidad ha reunido sus críticas en una monografía: The Dead Sea Scrolls and Modern Scholarship [ Los rollos del mar Muerto y los estudiosos modernos ] (1956).
8Véase, por ejemplo, su conferencia The Hebrew Scrolls [ Los rollos hebreos ] (1950) ante los Friends of Dr. William’s Library.
9 Hibbert Journal , octubre de 1955, p. 105.
Capítulo II DESCUBRIMIENTOS POSTERIORES
La primera cueva
Evidentemente era de gran importancia que una comisión imparcial de investigadores, competentes para establecer las diversas líneas de prueba, pudiera visitar de inmediato la cueva donde se decía que se había encontrado los manuscritos. El Dr. Burrows explica 10como él y sus colegas de la American School intentaron concertar una visita en marzo de 1948, pero las gestiones no llegaron a buen puerto. Poco después estalló la guerra entre los estados árabes e Israel y una visita quedó totalmente fuera de lugar mientras duraran las hostilidades. Cuando finalmente se llegó a una tregua en los combates y la frontera entre las diferentes partes estuvo bajo el control de los observadores de las Naciones Unidas, la parte septentrional de la orilla occidental del mar Muerto quedó dentro del territorio del recién extendido reino hachemita de Jordania. Gracias a la ayuda de un oficial belga que se encontraba entre los observadores de las Naciones Unidas, el capitán Philippe Lippens, que estaba personalmente interesado en el descubrimiento de los rollos, fue posible que un grupo visitara e inspeccionara la cueva en febrero de 1949. El señor G. Lankester Harding, director de Antigüedades de Jordania, se hizo cargo de la excavación de la cueva, con la cooperación del padre Roland de Vaux, de la dominica École Biblique.
Inmediatamente quedó en evidencia que habían sido precedidos por otros investigadores, que pudieron acceder a la cueva en noviembre o diciembre de 1948, habilitando un acceso a la mismo, a un nivel más bajo que por el cual había entrado inicialmente el pastor de cabras beduino, cavaron a través del suelo de la cueva y extrajeron los escombros a través de la nueva entrada. Esta excavación inexperta destruyó la mayor parte de las pruebas que la investigación oficial podría haber encontrado e interpretado. Uno de los investigadores extraoficiales dejó atrás una pista sobre su identidad en forma de una máquina para liar cigarrillos que llevaba su nombre; el señor Harding pudo devolvérsela más tarde y explicarle dónde la había perdido. Fue probablemente como resultado de esta excavación ilegal que el monasterio sirio pudo adquirir tres fragmentos del Libro de Daniel procedentes de dos rollos diferentes; uno de esos fragmentos contiene el pasaje de Daniel 2:4 donde el texto hebreo del libro da paso al arameo.
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