1.6 LAS MULTIPANTALLAS CINEMATOGRÁFICAS
La crisis de los grandes estudios en los años 1960, la disminución de la calidad de los servicios o el franco deterioro de las salas individuales, sumado a una mayor oferta televisiva de largometrajes y a la instalación del color en la pantalla chica, traen consigo, entre otras consecuencias, el concepto de la pluralidad de salas y pantallas, con lo cual aparece un nuevo modelo de exhibición: el de los Multiplex o multisalas. Había antecedentes de salas gemelas, pero eran casos más bien aislados, y es en los años setenta que se presenta una notoria extensión en la edificación de salas dentro de un perímetro común.
Con los Multiplex, las pantallas literalmente se multiplican y el negocio cinematográfico empieza un progresivo desplazamiento de las salas individuales a los complejos de salas. La tendencia es a una drástica reducción del tamaño de las salas y también a una disminución del volumen de las pantallas. Esa tendencia va en aumento hasta apoderarse prácticamente de los espacios públicos de proyección, ubicando de forma preferencial esos complejos de salas al interior de los grandes centros comerciales, malls o shopping centers , cada vez más identificados con los lugares de exhibición de películas. En los Estados Unidos las salas proliferan en los espacios suburbanos, reduciéndose drásticamente o en algunos casos desapareciendo del todo la concentración de salas en las zonas céntricas, en el llamado downtown .
Se atribuye al fundador de la cadena AMC, Sam Durwood, haber abierto la primera sala doble en 1963 en la ciudad de Kansas, un pequeño anuncio involuntario de lo que vendría una década más tarde (Gómez-Tarín y Marzal, 2015, p. 227). Los principales hitos en el crecimiento de las multisalas son los siguientes: el Multiplex de 18 pantallas en Toronto (1979); el Cineplex de 14 pantallas de West Hollywood, California (1982); el Kinepolis de 25 pantallas, de Bruselas (1988), considerado el primer Megaplex. AMC inauguró en 1996 un Megaplex de 30 pantallas en Ontario, California, y luego replicó ese ambicioso empeño en diversas ciudades de Estados Unidos. La AMC Theatres, fundada en 1920, es la mayor propietaria de salas en ese país, superando a otras dos muy poderosas como Cineworld y Cinemark. AMC es propietaria de 8200 pantallas en 661 salas en Norteamérica y de 2200 pantallas en 244 salas en Europa.
Poco a poco, la construcción de Multiplex se asocia a la de los nuevos y grandes centros comerciales, primero en Estados Unidos, donde el empuje de la venta y consumo de productos de diverso tipo y de los lugares de ocio, se concreta en estos conglomerados de tiendas, restaurantes y sitios de esparcimiento. La expansión de los centros comerciales tiene luego alcance en casi todo el mundo occidental y después también en el Oriente y en otras partes. “La experiencia cinematográfica, que es un signo de la modernización americanizada en marcha, se transforma y se convierte, para bien y para mal, en una experiencia intrínsecamente ligada al centro comercial, al pop corn , al exurb y al multicine” (Martel, 2011, p. 56) 1. Y a la rivalidad entre Coca Cola y Pepsi Cola, cabría agregar, que se auto-excluyen entre sí en las diversas cadenas de cines, pues donde se ofrece una de ellas, se descarta la otra; rivalidad puesta de relieve por el mismo Martel (2011) en Cultura Mainstream .
1.7 LA EXPANSIÓN TELEVISIVA
Con la televisión pública se impone el término de “pantalla chica”, el mismo que se va a mantener durante varias décadas, hasta que la aparición de nuevos dispositivos empieza a quitarle piso a esa denominación. Con ella se instala en el espacio hogareño una pantalla que ofrece un menú de posibilidades superior al del espectáculo cinematográfico. No solo las series que muy pronto caracterizan la oferta de la ficción televisiva, sino programas de estudio (informativos, musicales, concursos, entre otros), además de cortos y largos de origen fílmico, documentales y de ficción. Más adelante, la misma televisión produce largometrajes propios (los movies for TV o telefilmes). Aún así, hasta 1960 en Estados Unidos, y por años en casi todo el mundo, la pantalla televisiva ofrecía una imagen en blanco y negro y no emitía películas vistas originalmente en salas de cine que tuvieran un lanzamiento reciente. Una empresa como la Warner difundió a través de la televisión su cosecha de las décadas del 1930 y 1940, pero en la orilla opuesta la MGM fue muy reacia a hacerlo por más que esas películas tuviesen 20 o más años de antigüedad.
Es decir, si bien la televisión ofrecía una variedad en la programación que el cine no exhibía, en términos de atractivo para ver películas de ficción el cine continuó siendo el lugar indicado. Y si es verdad que frente a los embates iniciales del medio televisivo, la industria cinematográfica incrementó ese atractivo potencial (alargamiento de las pantallas, ampliación del color y del sonido…) cuando eran las compañías (los Estudios) empresas autónomas, la competencia siguió más adelante cuando se convirtieron alrededor de 1970 en brazos o dependencias de grandes conglomerados.
Por otra parte, se mantuvieron señales claras de diferenciación entre lo que ofrecía el cine y la televisión: desde la apertura de lo representable en la pantalla grande, a fines de los años 1960 (violencia explícita, sexualidad más abierta, lenguaje liberado de las ataduras de la corrección y la “decencia”, temas cada vez más polémicos), hasta la entronización de las superproducciones que, en lo que va del nuevo siglo, han tenido a los personajes de los sellos Marvel y DC como los responsables de los mayores éxitos de la industria, pasando por la aparición de los multicines cuando la televisión por cable y el video analógico empiezan su recorrido. La televisión permanece como un medio comparativamente más conservador frente a la liberalización de la oferta cinematográfica, hasta que la aparición del cable le permite por esa vía una mayor libertad. De hecho, la pornografía que en las décadas del 1970 y 1980 encontró un campo de expansión permitido en ciertas cadenas de salas, solo llega a la televisión a través del cable y en ningún caso de la televisión de señal abierta.
Cabe señalar, por otra parte, que las cámaras de video analógico, existentes desde mediados de los años 1950, empiezan a usarse de manera regular en la década siguiente, convirtiéndose en los años 70 en una modalidad internacionalmente generalizada de apoyo a la programación televisiva.
Asimismo, en los años 1960 el color se va expandiendo en la pantalla televisiva, con el uso de los sistemas NTSC en Estados Unidos, que más adelante se extiende en casi todos los países de América Latina; PAL, en Europa Occidental; y SECAM, en Francia y la Unión Soviética. En los tiempos previos de la televisión en blanco y negro había un estándar único. Con la televisión digital, esos sistemas, válidos como patrones cromáticos analógicos, dejan de funcionar y se instalan otros estándares que, en este caso, no se limitan al registro del color, sino que abarcan las diversas modalidades (trasmisión en señal abierta, por cable y servicios en general).
1.8 EL VIDEO ANALÓGICO Y LAS EXTENSIONES TELEVISIVAS Y DOMÉSTICAS
Con la aparición del video analógico, fabricado por Ampex en 1956, que amplía al campo visual, la capacidad de registro sonoro de la cinta magnética, se da inicio a una importante subtrama de nuestra historia, pues se hace posible conservar en soporte electromagnético lo que hasta ese momento solo se podía reproducir defectuosamente en soporte fílmico. Durante veinte años el uso de las cámaras de video se limitó prácticamente a las empresas televisivas, por sus costos y por las operaciones de registro y difusión asociadas a la programación regular, y también a instituciones (empresas, colegios, universidades).
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