Aplican en nuestra investigación siempre y cuando se demuestre un nexo con el cambio climático. Un ejemplo serían los proyectos destinados a producir “energía limpia” enmarcados en la política mexicana de mitigación del cambio climático, entre los que se encuentran las presas hidroeléctricas.[23] Actualmente se carece de un sistema nacional de monitoreo de las personas desplazadas a causa de estas presas. Dicho monitoreo tendría que determinar si el conteo se limita a las personas forzosamente desplazadas por la construcción de la presa y la inundación que de ello deriva, o si tomaría también en cuenta los desplazamientos inducidos por el proyecto en su totalidad.[24]
Durante 2012, en México, “tan sólo en cinco de los megaproyectos (presas hidroeléctricas)” se había despojado de sus “tierras a más de 58 mil personas” y afectado a “otras 162 mil” (Ramírez, 2012).[25] La tabla 1 resume tres casos para puntualizar el número de personas forzadamente desplazadas y afectadas por proyectos hidroeléctricos.
Identificados los seis anteriores escenarios queda explícito que en nuestro proyecto incluimos las movilidades ambientales en las movilidades climáticas forzadas internas siempre y cuando se demuestre que el cambio climático exacerba la degradación ambiental que impulsa ese tipo de migración. Apoyando este concepto extendido de los escenarios en cuestión, se puede señalar que algunos de ellos son específicos del cambio climático, es el caso del aumento del nivel del mar o la multiplicación e intensificación de los desastres por motivos hidrometeorológicos.[26] Para concluir nuestra aproximación a los migrantes internos forzados por razones climáticas, enseguida se aborda el caso de los más vulnerables en el marco de los escenarios arriba descritos.
Poblaciones particularmente vulnerables ante escenarios de movilidad climática forzada
La vulnerabilidad es un elemento clave en toda investigación que trate de las movilidades climáticas. Por consiguiente, es un elemento que cruza este libro de manera constante. Pero cuando la mencionamos es para referirnos a que dicha vulnerabilidad está determinada por factores sociales y económicos. Si evocamos uno distinto, por ejemplo, el ambiental, será especificado.
Ya que los migrantes climáticos no reaccionan “mecánicamente” a los escenarios, sino que intervienen factores sociales (Piguet et al ., 2011; Rubio Díaz-Leal, 2017), la vulnerabilidad es clave para entender y atender las movilidades climáticas. En efecto, la investigación ha señalado la vulnerabilidad específica de ciertos sectores de la población forzados a migrar por razones ambientales y climáticas. Kälin (2008a, s/p) así lo expresa: “Los más vulnerables entre ellos (las personas desplazadas) están particularmente en riesgo. Las consecuencias de los desastres naturales exacerban las desigualdades y los patrones de discriminación preexistentes, marginan aún más a los pobres, las mujeres solteras, los ancianos o las personas con discapacidad o que padecen el vih/sida y enfermedades crónicas, y afectan los derechos de las minorías o los pueblos indígenas”.
Como la vulnerabilidad de ciertos sectores de la población pesa en la probabilidad de que se vean forzados a migrar por razones climáticas (Renaud et al ., 2011),[27] enseguida se abordan los casos de la población de escasos recursos económicos, los pueblos indígenas y las mujeres.[28] No se pretende que esta identificación sea exhaustiva. Se trata más bien de los sectores que la literatura ha encontrado particularmente vulnerables. Tampoco se pretende retratar a estas personas como víctimas.[29] Solo se busca identificar los sectores de población para los que aplica un enfoque diferenciado en cuanto a la exigencia de protección.
La población de escasos recursos económicos
El cambio climático afecta con más severidad a los países de menor desarrollo económico (Cournil, 2010), modelo que se repite al interior de los países: las poblaciones más pobres son las que más sufren por el deterioro del medio ambiente y los efectos del cambio climático (Rojas Hernández, 2016; Semarnat e inecc, 2018; Segob, 2019).[30] De manera similar, los efectos del cambio climático que pueden forzar a que determinadas poblaciones migren, se hacen sentir más entre aquellos de menos recursos económicos, es decir, entre los que ya viven en vulnerabilidad dentro de un país (McGranahan et al ., 2007). Esto se explica porque dependen del medio ambiente para su sustento y por su limitada capacidad para defenderse del cambio climático y ambiental que, magnificado, impulsa la migración (Reuveny y Moore, 2009; Gray y Bilsborrow, 2013). Esto aplica tanto para las poblaciones rurales como para las urbanas (Torres y Casey, 2017).
La vulnerabilidad de las “regiones y comunidades marginadas” se ha constatado en México (Rubio Díaz-Leal, 2017). En este contexto, donde una alta proporción de la población está en situación de pobreza, es necesario considerar las especificidades de este sector: “Si bien la población en situación de pobreza sigue siendo muy elevada —43.6% de la población total en 2016—, en los últimos años se ha registrado una disminución, ya que en 2010 la población en esa situación representaba el 46.1%” (Semarnat e inecc, 2018, p. 46).
Asimismo, es relevante decir que la situación de vulnerabilidad en México es mayor para la población urbana, ya que “las proyecciones de costos del cambio climático para el escenario de inacción indican que estos no se distribuirán de manera uniforme entre países ni en el interior de los mismos. En general, los mayores costos ocurren en áreas de tipo urbano, ya que ahí existe mayor exposición” (Semarnat e inecc, 2018, p. 339).
Por otra parte, los desastrosos efectos del cambio climático también se han reflejado para la agricultura en México; aspecto muy documentado del que se ha dicho que
los hogares mexicanos rurales son particularmente vulnerables al cambio climático. Aunque no depende completamente de la producción agrícola, esta actividad de sustento contribuye con hasta dos tercios de los ingresos de los hogares rurales mexicanos. Debido a su pequeña escala, a menudo no comercial, gran parte del sector agrícola rural de México carece incluso de los amortiguadores tecnológicos más básicos para el cambio climático. Por ejemplo, en 2001 solo se regó alrededor de una cuarta parte de las tierras cultivadas de forma permanente. Debido a la falta de amortiguadores tecnológicos, los eventos climáticos y meteorológicos han provocado importantes pérdidas económicas dentro del sector agrícola. Sumado a esto, la liberalización de la economía mexicana ha aumentado la sensibilidad de los hogares a los cambios en las condiciones climáticas y del mercado. (Nawrotzki et al ., 2015, p. 463).
Al mismo tiempo, hay dos hechos destacados respecto a la escasez de recursos económicos. Por un lado, el costo por consumo de energía: el cambio climático inducirá su crecimiento en varias áreas del país, lo cual se transformará en un problema para los que no podrán pagarlo, es decir, que entrarán en situación de pobreza energética (Semarnat e inecc, 2018).[31] Por otro, distinguir este sector de población importa en el marco de este libro, ya que los que no pueden desplazarse por razones económicas (migrantes atrapados) son una de las categorías de migrantes internos forzados identificadas en él.
La Sexta Comunicación Nacional y Segundo Informe Bienal de Actualización ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de México omite la situación señaladamente vulnerable de los pueblos indígenas. Esto es criticable por varias razones. En primer lugar, los indígenas representan una parte sustancial de la población en México, en 2015, “26 millones ( de personas ) (21.5%) se consideraban indígenas de acuerdo con su cultura, historia y tradiciones” (Semarnat e inecc, 2018, p. 43). En segundo, son pueblos en vulnerabilidad ex ante , lo que se profundiza con el cambio climático (Gouritin, 2018).[32] En tercero, dados sus vínculos con sus tierras y territorios, marchar de ellas los impacta en términos de sustento y de salud física y mental (Torres y Casey, 2017).[33]
Читать дальше