El migrante atrapado también ya se ha analizado en México (Simon, 2018), pero hasta ahora no hay estimaciones de su amplitud, pese a que es relevante investigar el tema:
La preocupación por los “inmovilizados” se justifica por el hecho de que sectores de población especialmente vulnerables se quedarán atrapados. Sin embargo, la potencial vulnerabilidad extrema de los inmovilizados involuntarios justifica que se preste más atención a este grupo. Eso también justifica algunos intentos de extrapolar la información existente para conseguir alguna interpretación acerca de cómo los que están atrapados podrían responder a crisis o impactos más graves de manera progresiva, y en qué medida podrían respaldarse estas respuestas. […] Centrarse constantemente en los traslados “vuelve invisibles a los inmovilizados involuntarios.” […] Las distintas limitaciones en el uso de la movilidad tenderán a agravar el impacto de la inmovilidad forzosa. Esto es tan válido para los efectos combinados de los desastres medioambientales y las políticas migratorias restrictivas en Bangladesh como lo es para la violencia relacionada con los conflictos y la sequía en Mozambique: la mayor carga recae en aquellos que son menos capaces de lidiar con estas situaciones. (Black y Collyer, 2014, pp. 52, 54).
Varios aspectos de la anterior cita son esenciales para la investigación y reflexión de las políticas públicas para atender al migrante atrapado. En primer lugar, la dimensión climática y ambiental obliga a retomar los efectos climáticos y del deterioro del medio ambiente. Los recursos naturales afectados rápida o lentamente tienen su propia realidad: por ejemplo, el tiempo que pasa entre un evento y la aparición del daño, y entre este y su reconocimiento por el hombre; o el tiempo que necesita un ecosistema para recuperarse, o la imposibilidad de esta recuperación (Gouritin 2016, pp. 68-69). En segundo, la determinación de categorías y la identificación de criterios es insuficiente: en el manejo de la migración, las autoridades no pueden limitarse al trabajo de oficina. El fenómeno es tan diverso como las personas y comunidades involucradas. Trabajos de campo (por ejemplo, las entrevistas) son esenciales en el diseño y en la aplicación de los marcos legislativos y de políticas públicas.[52] Requisito que requiere de otros, como la identificación de las autoridad responsable para tal trabajo, o dar suficientes recursos humanos para realizarlo.
La tensión entre un enfoque objetivo (el trabajo de oficina) y uno subjetivo (la perspectiva de los afectados) se encuentra también entre los criterios que aplican a las categorías de migrantes climáticos y la determinación del carácter forzado de la migración.
Criterios para valorar el carácter forzado
Pasemos ahora a la identificación del carácter forzado de la migración: ¿cómo definirlo?, ¿según qué criterios? La literatura poco ha tocado este aspecto.[53] En consecuencia, proponemos dos criterios operacionales: la coerción y la ausencia de alternativa.[54]
El criterio de coerción se implementará con los enfoques subjetivo[55] y objetivo. La ausencia de alternativas es el criterio operativo de la ausencia de volición. Otros autores han identificado cuatro escenarios en los que no hay alternativa aceptable (Renaud et al ., 2011):[56] 1) frente a desastre, las áreas impactadas se recuperan social, económica y físicamente de modo lento e inefectivo, en caso de slow-onset o en relación con el aumento del nivel del mar; 2) es posible un sustento alternativo en el área impactada, pero requiere de mucho tiempo; 3) en el área impactada no hay sustento alternativo posible, y 4) el área impactada no existe más. Esas distinciones son útiles: cada escenario conlleva exigencias de protección específicas. Por ejemplo, los derechos humanos en riesgo frente a un huracán serán distintos si se estuviera ante una desertificación, en específico si se habla de emergencia y acceso a un refugio o alimentos.
La aplicación de estos criterios provoca una tensión entre subjetividad y objetividad, igual que con los criterios para diferenciar entre migrantes climáticos de emergencia, migrantes climáticos forzados y migrantes climáticos atrapados. Ello no sorprende porque es parte de la conceptualización y aplicación del derecho de las migraciones.[57] No obstante, la recepción de la dimensión subjetiva queda muy rezagada en la investigación acerca de las migraciones climáticas y la elaboración de su definición y criterios (Parsons, 2018).[58]
Como lo formula Parsons (2018), “movement is not just movement”[59]. El énfasis sobre las personas y sus experiencias y percepciones se refleja en los criterios arriba descritos: la coerción pudiera entenderse y aplicarse solo objetivamente —y comprobada por la investigación focalizada por una secretaría de Estado u organizaciones internacionales—, o pudiera combinar una dimensión objetiva con una subjetiva —la persona se sintió obligada a migrar por razones propias que reflejan su experiencia y percepción.
La percepción de la coerción por la relación personal de un individuo con su territorio y los cambios que en este último identifica no son menos válidos que los elementos objetivos. La dimensión subjetiva ayuda a evitar que se perciba a los migrantes como víctimas pasivas (Rathod 2020; Mascia, 2020) y adoptar una perspectiva binaria o determinista,[60] la cual sigue siendo dominante respecto a las migraciones climáticas y ambientales, aunque esté criticada (Parsons, 2018, p. 5).
La literatura sobre las movilidades climáticas trata de superar estas críticas operando el vínculo entre las dimensiones estructurales y emocionales de la migración (Parsons, 2018).[61] Esta tensión se infiltra en otro debate: la aplicación de un enfoque de grupo opuesto a uno individual (Ivanov y Bekyashev, 2016, p. 33). Nosotros hemos adoptado el primero pues hemos identificado las vulnerabilidades de sectores específicos de población forzados a migrar, pero no lo empleamos en la definición y los criterios que se aplican ya que hemos asumido también una perspectiva subjetiva para la aplicación del criterio de coerción, en contraste con Mayer (2012).[62]
En este capítulo hemos establecido la amplitud de la movilidad climática en México. Esto nos permite entender que es un reto actual para este país, que se despliega a mediano y largo plazos. Para proceder en los siguientes capítulos de este libro, hemos caracterizado seis escenarios para la movilidad climática: desastres sudden-onset , fenómenos slow-onset , islas y costas “en hundimiento”, zonas consideradas inaptas para asentamientos humanos, conflictos y violencia provocados por la escasez de recursos naturales, y “proyectos de desarrollo” de energías renovables. Esta tipología nos muestra la relevancia de la migración climática forzada en el contexto mexicano, lo cual se confirma en tres sectores de la población en especial vulnerables: personas y comunidades con escasos recursos económicos, pueblos indígenas y las mujeres.
Señalar que se trata de un reto no significa que no haya fuertes debates en torno a la concepción de la movilidad climática. Ha quedado claro con las propuestas de definiciones y criterios aplicables en esta investigación, que nos permiten además advertir dos tensiones. Por un lado, la ponderación de la dimensión climática frente a otras que impulsan la movilidad forzada; y por otro, la tensión entre objetividad y subjetividad al valorar las categorías identificadas y los criterios que aplican. En esta investigación empleamos los términos migrantes climáticos de emergencia : que corresponden a cuando la dimensión climática es la mayor impulsora de la migración, esta última es en general temporal, y se valora el carácter forzado-coerción y la ausencia de alternativa; migrantes climáticos forzados : la dimensión climática impulsa la migración de manera semejante al caso anterior, la protección es menor o mayor e incluso está ausente respecto a otros factores, y es temporal o definitiva y se valora el carácter forzado; y migrantes climáticos atrapados : a los que aplican los criterios de migrantes climáticos de emergencia y migrantes climáticos forzados, pero están imposibilitados para migrar entre otras razones, por las económicas.
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