Publio Ovidio - Metamorfosis. Libros VI-X
Здесь есть возможность читать онлайн «Publio Ovidio - Metamorfosis. Libros VI-X» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Metamorfosis. Libros VI-X
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Metamorfosis. Libros VI-X: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Metamorfosis. Libros VI-X»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Metamorfosis es una de las obras magnas de Ovidio. El conjunto de relatos memorables que han servido a lo largo de los siglos como materia de innumerables refacciones por parte de las artes y las ciencias merecía una cuidada edición crítica como la que presenta la Biblioteca Clásica Gredos. Este es el segundo volumen de los tres que integran una de las traducciones más actuales al español y que está llamada a convertirse en un referente ineludible de la tradición ovidiana. Publicado originalmente en la BCG con el número 400, este volumen presenta la traducción de los libros VI-X de las
Metamorfosis de Ovidio realizada por José Carlos Fernández Corte y Josefa Cantó Llorca (Universidad de Salamanca) y revisada por ellos para esta edición.
Metamorfosis. Libros VI-X — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Metamorfosis. Libros VI-X», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Pélope
Después de estos relatos, la gente vuelve inmediatamente al momento presente y llora a Anfión, desaparecido con toda su descendencia. La madre suscita el odio; sin embargo dice la tradición que Pélope fue el único en llorar por ella y que, al apartar su vestido del pecho, 405 puso a la vista el marfil de su hombro izquierdo46. Este hombro era, de nacimiento, del mismo color que el derecho, y de carne y hueso; después que fueron despedazados sus miembros a manos de su padre, cuentan que los dioses los unieron y que, tras haber encontrado los demás, le faltaba el trozo cuyo sitio está entre el cuello y la parte alta del brazo; 410 le fue implantado marfil para hacer las veces de la parte que no aparecía y, a consecuencia de aquella acción, Pélope quedó entero47.
Procne y Filomela
Acuden los nobles de la vecindad, y las ciudades próximas pidieron a sus reyes que acudieran a dar consuelo: Argos, Esparta y la Pelópida Micenas48, y Calidón, 415 que aún no le era odiosa a la torva Diana49, la feraz Orcómeno y Corinto, famosa por su bronce, Mesene la salvaje, Patras, la baja Cleonas, Pilos la de Neleo50, Trezén, que aún no era de Piteo, y cuantas otras ciudades están encerradas por el istmo de doble mar, 420 y las situadas fuera, que son contempladas desde el istmo de doble mar51. ¿Quién podría creerlo? Sólo dejaste de acudir tú, Atenas52. La guerra se interpuso entre tu deber y tú: bárbaras tropas, transportadas por mar, aterrorizaban las murallas mopsopias. El tracio Tereo, con las tropas que había traído como auxilio, 425 las había puesto en fuga y ganaba con su victoria un nombre ilustre. Al verlo poderoso en recursos y en hombres, de un linaje que se remontaba tal vez al gran Gradivo, Pandión lo unió a su familia por el matrimonio con Procne. No asiste Juno, patrona de las bodas, ni tampoco Himeneo, no asistieron las Gracias a aquellos esponsales. 430 Euménides53 sostuvieron las antorchas, robadas de un entierro, Euménides prepararon el lecho, y en el tejado de la casa fue a posarse un malhadado búho, que se aposentó en lo alto de la cámara nupcial54. Bajo este agüero se unieron Procne y Tereo, bajo este agüero se convirtieron en padres. Les felicitó, como es natural, Tracia, 435 y ellos mismos dieron gracias a los dioses y ordenaron que llevara el título de festivo el día en que la hija de Pandión fue entregada al ilustre tirano, y aquel en que había nacido Itis. ¡Hasta tal punto se le oculta al hombre lo que le conviene! Ya Titán había repetido por quinta vez la estación del otoño, 440 cuando Procne le habló a su marido en tono halagador: «Si algún favor hallo ante ti, permíteme ir a ver a mi hermana, o que mi hermana venga aquí. Le prometerás a tu suegro que volverá en breve tiempo; me harás un inmenso regalo con dejarme ver a mi hermana». Ordena aquel botar al mar las naves 445 y a vela y remo entra en los puertos cecropios y toca las costas del Pireo. Tan pronto como se le da la oportunidad de ver a su suegro, unen diestra con diestra y traban una conversación con presagios favorables. Comenzaba a relatar la causa de su venida y los encargos 450 de su esposa y a prometer un rápido regreso de la muchacha si le permitía marchar, cuando se presenta Filomela suntuosa por su magnífico atavío, y más suntuosa aún por su belleza: como cuentan que recorren las náyades y dríades el corazón de los bosques, a condición de que les prestes semejantes adornos y atavíos. 455 Se inflamó Tereo al ver a la doncella igual que si alguien pusiera fuego a las resecas espigas, o quemara las ramas y las hierbas almacenadas en los heniles. Era, sin duda, hermosa; pero también incita a Tereo su natural apasionado, y la propensión a los placeres de Venus de los pobladores de aquellas regiones; 460 arde consumido por el vicio propio y por el de su estirpe. Le viene el impulso de sobornar al séquito que la guarda o a su leal nodriza, o también de tentarla a ella misma con enormes regalos, o de empeñar todo su reino, o de raptarla y defenderla una vez raptada con una cruel guerra. 465 Nada hay a lo que no se atreva, presa de amor desenfrenado, ni hay cabida en su pecho para el fuego que alberga. Apenas puede ya soportar la demora, y con palabras apasionadas vuelve a los encargos de Procne y, bajo ese pretexto, defiende la causa de su propio deseo. El amor lo volvía elocuente, y cuantas veces rogaba más de lo que era oportuno, 470 decía que así lo quería Procne55. Añadió también lágrimas, como si también se las hubiera encargado. Los dioses me asistan, ¡qué negra noche habita en los pechos de los mortales! Precisamente cuando maquina el crimen, Tereo es considerado virtuoso y se gana alabanzas por su mala acción56. 475 Añádase que Filomela desea lo mismo, y rodeando zalamera los hombros de su padre con sus brazos, ella misma pide, por su bien y en contra de su bien, ir a ver a su hermana. Tereo la contempla y, al verla, ya la siente, y mirando fijamente sus besos y sus brazos en torno al cuello de su padre, 480 lo toma todo como acicate, fuego y alimento de su pasión, y, cuantas veces abraza ella a su padre, quisiera ser el padre. (¡Y no sería con ello menos impío!) Vencen al padre los ruegos de una y otra; se alegra ella, le da al padre las gracias y la infeliz considera aquello un éxito de las dos hermanas, 485 cuando en realidad será causa de lágrimas para las dos57.
Ya le quedaba a Febo un esfuerzo pequeño, y los caballos batían con sus patas el tramo de bajada del Olimpo; se sirven en las mesas viandas propias de un rey, se escancia baco en copas de oro; después entregan sus cuerpos58 al plácido sueño. 490 Pero el rey odrisio59, aunque esté apartado de Filomela, se abrasa por su causa, y recordando su aspecto, sus andares y sus manos, modela a su gusto todo lo que aún no ha visto, nutre él su propio fuego mientras su pasión aleja de él el sueño. Se hizo de día, y estrechando la diestra del yerno que partía, 495 Pandión le confía a su compañera, mientras le brota el llanto: «También a esta, querido yerno, puesto que un piadoso deber60 me ha obligado a ello, y lo han querido ambas (también tú lo has querido, Tereo), la pongo en tus manos; por lealtad, por el parentesco que une nuestros corazones, por los dioses te pido, suplicante, que la protejas con amor paterno, 500 y que me devuelvas cuanto antes este dulce consuelo de mi angustiada vejez (toda tardanza se me antojará larga). También tú, Filomela, si sientes algún amor por tu padre, vuelve junto a mí lo antes posible (ya tengo bastante con que tu hermana esté lejos)». Hacía estas recomendaciones y al mismo tiempo daba besos a su hija 505 y las lágrimas le caían dulcemente en mitad de sus recomendaciones. Como prendas de lealtad, requirió las manos de ambos y, al dárselas, las unió entre sí61, y les ruega que no se olviden de saludar en su nombre a su hija y a su nieto ausentes. Apenas logró pronunciar el adiós de despedida porque su boca se llenó de sollozos: 510 temió los presentimientos de su mente.
Tan pronto como embarcó Filomela en la pintada nave, los remos batieron el mar y la tierra retrocedió: «Hemos vencido», exclama el bárbaro, «conmigo embarca todo lo que deseo». [Da saltos de alegría, y con trabajo aplaza en su ánimo sus gozos] 515 y en ninguna circunstancia puede apartar sus ojos de ella. Igual que el águila de Júpiter deposita en su alto nido la liebre que, depredadora, ha capturado con sus corvas garras; ninguna huida se ofrece a la prisionera, el raptor contempla su recompensa. Ya había terminado el recorrido, ya habían saltado de las naves fatigadas a las costas de su tierra, 520 cuando el rey arrastra a la hija de Pandión a una cabaña para el ganado, oculta en las profundidades de un viejo bosque, y la encierra allí, pálida y temblorosa, temiendo cualquier cosa y preguntando entre lágrimas dónde está su hermana; él confiesa su sacrílego deseo, y, a ella, doncella y sola, que clama en vano una y otra vez por su padre, también por su hermana y sobre todo por los excelsos dioses, la vence por la fuerza. 525 Tiembla ella como una cordera despavorida que, arrancada de la boca de un lobo gris y herida, aún no se cree segura; o como una paloma que con las plumas empapadas en su propia sangre se estremece de espanto y teme aún las codiciosas garras 530 en las que estuvo enganchada. Luego, cuando recobró el sentido, arrancándose los cabellos en desorden, [en actitud de luto, golpeándose los brazos,] y tendiendo las manos hacia él, dice: «¡Bárbaro, de inenarrables acciones, cruel! ¿No te conmovieron las recomendaciones de mi padre y sus piadosas lágrimas, 535 ni el cuidado por mi hermana, ni mi virginidad, ni las leyes del matrimonio? [Lo has enturbiado todo; yo me he convertido en rival de mi hermana, tú, en esposo de las dos y a mí me está reservada la pena de muerte62.] ¿Por qué no me arrebatas la vida, pérfido, para que no te quede ningún crimen por cometer? Y ojalá 540 lo hubieses hecho antes de tu nefanda coyunda conmigo: así mi sombra estaría libre de culpa en el más allá. Si, a pesar de todo, los dioses ven estas cosas, si los poderes de los dioses son algo, si no todo ha perecido conmigo, algún día me las pagarás. Yo misma dejaré a un lado la vergüenza, y 545 revelaré tu acción; si tengo oportunidad, me presentaré ante la gente63; si me tienes encerrada en las selvas, llenaré las selvas y conmoveré a las piedras, mis testigos. Oirá esto el cielo y también los dioses, si hay alguno en él». Después que estas palabras provocaron la ira del déspota feroz 550 y un miedo no menor que la ira, espoleado por ambas pasiones, libera de la vaina que llevaba al cinto la espada y agarra a Filomela por los cabellos, le dobla los brazos tras la espalda y la obliga a sufrir las ataduras. Ya disponía su garganta Filomela, y, al ver la espada, había concebido esperanzas de muerte; 555 mientras su lengua indignada gritaba sin parar el nombre de su padre y luchaba por hablar, se la cogió con unas tenazas y se la cortó de un feroz tajo64; la raíz que le queda se agita convulsa: la lengua ha caído al suelo y murmura temblorosa a la tierra negra de sangre; e igual que suele agitarse la cola mutilada de una culebra, 560 así palpita, buscando al morir lo que queda de su dueña65. Cuenta la tradición (pero apenas me atrevo a darle crédito) que incluso después de esta criminal fechoría, frecuentó varias veces66 el cuerpo mutilado para satisfacer su lujuria.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Metamorfosis. Libros VI-X»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Metamorfosis. Libros VI-X» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Metamorfosis. Libros VI-X» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.