El núcleo de toda la narrativa del Apocalipsis está en la visión del Trono de Dios en el capítulo 5, cuando Jesucristo, representado como Cordero, logra abrir el misterioso libro de los siete sellos y luego todos los seres celestiales que se encuentran presentes adoran a Dios y a su cordero. Jesucristo crucificado y resucitado redimió a todo el género humano y por eso se glorificó como igual a Dios. En ese acto se ve el eje de la historia mundial, su punto focal. Para Gregorio López, con la apertura de los cinco sellos comienza el cumplimiento de las profecías escatológicas; el reinado del emperador Trajano es el periodo inicial para contextualizar la narrativa apocalíptica. No es casual que en los capítulos 4 y 5 empieza el ciclo de las visiones celestiales. Con esos enfoques dramatúrgicos se anticipa el buen final para el libro: el triunfo total de Dios y de Jesucristo descrito en el inicio del ciclo de las visiones precede a todas las etapas de las plagas apocalípticas y marca la fragilidad de la victoria temporal de las fuerzas del mal.
Una herramienta estructural parecida se aplica en el capítulo 10. El ángel fuerte “levantó su mano al cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más, sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas” (10:6-7). Todo lo que el ángel había prometido, se cumplió en el siguiente capítulo, y ese momento se describe como el punto culminante: “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (11:15). Y luego: “Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo” (11:19). Resuena el himno en que se proclama el establecimiento del reino de Dios y se anticipan los siguientes acontecimientos que han de pasar, pero ya se prevé la consumación del drama escatológico y toda la subsecuente narración ya está marcada por los indicios de la realización de los diseños de Dios.
Los tres siguientes capítulos del Apocalipsis (11, 12 y 13) representan simbólicamente la persecución de la Iglesia por el dragón y la lucha entre la Bestia y el pueblo de Dios. En el contexto de la narrativa apocalíptica podemos deducir que esos acontecimientos tienen que ver con el periodo histórico desde la resurrección de Jesucristo hasta su segunda venida.[69] Gregorio López concretiza ese periodo y lo localiza cronológicamente en el reinado de los Severos, de Maximino, Decio y Valeriano. Las persecuciones de aquellos emperadores son unas de las más crueles, sin embargo, en la perspectiva celestial ya se sabe el resultado de esa lucha y se indica en el capítulo 11.
En Apoc. 11-13 se pone más atención al tema del martirio en el contexto del testimonio y la muerte de los dos testigos, cuyos cuerpos quedan tres días sin ser sepultados. Ese final parece pesimista, pero a continuación se le indica al lector que los esfuerzos de los dos testigos no han sido en vano porque rendirán buenos frutos. En el fragmento 12:11 se dice que los cristianos vencieron al diablo con la sangre del Cordero. Gregorio López hace el siguiente comentario: “Bendito sea Dios, que fue vencido el diablo acusador de nuestros hermanos los buenos, los cuales le vencieron por la gracia de Dios dada a ellos por la sangre de su hijo, y por la fe pusieron sus vidas”.[70] Lo dicho implica que el martirio es la iniciación mística por la cual los cristianos se hacen partícipes del triunfo del Cordero, que había asestado un formidable golpe a Satanás con su crucifixión voluntaria.
Para concluir, conviene mencionar que al interpretar el Apocalipsis se debe tomar en cuenta la realidad histórica del autor y sus primeros lectores; veremos, por tanto, la interpretación del contexto histórico del Apocalipsis según la interpretación de Gregorio López. De manera que el tema central del libro es la reflexión sobre el sufrimiento de los justos y la revancha de la justicia, que se manifiesta en castigar a los malhechores. La descripción de plagas, desastres y catástrofes prevalece en la narrativa del Apocalipsis, sin embargo, el punto focal del libro es la visión del Trono de Dios en Apoc. 4-5, donde surge el tema transcendental de la soberanía de Dios y su Cordero, se afirma el carácter inconvertible del diseño de Dios en torno a la historia mundial. En la perspectiva extratemporal el triunfo de Cristo en su cruz es incontrovertible y absoluto. La narrativa del Apocalipsis a partir del capítulo 6 hasta el final muestra cómo la soberanía de Jesucristo se actualiza a lo largo de la historia. Según la contextualización cronológica propuesta por Gregorio López se trata del periodo que empieza con el reinado del emperador Trajano y acaba con la cesación de las persecuciones, cuando el emperador Constantino primero legaliza el cristianismo y después convoca al Primer Concilio Ecuménico y el papa Silvestre, en representación de san Miguel Arcángel, ata a Satanás por mil años. El vector narrativo se orienta hacia la aparición de la ciudad celeste de la Nueva Jerusalén que manifiesta la revelación del Reino de Dios en toda su plenitud. Gregorio López, alejándose del optimismo escatológico excesivo expresado por algunos evangelizadores franciscanos, no propugnaba el milenarismo, según Álvaro Huerga, sino un temporalismo inmediato,[71] por eso presentó el Apocalipsis como libro de exhortación y esperanza que habrá de inspirar a aquellos que desfallecen en su lucha constante contra las fuerzas del mal. Al mismo tiempo, el libro del Apocalipsis pide a los desesperados que están a punto de perder su fe al ver invencibles las fuerzas del mal, que tengan paciencia y no pierdan la esperanza.
[1].
[2]Con excepción de los casos que se mencionan, se usa la traducción de Reina-Valera.
[3]Para más referencias véase Irena Backus, “The Church Fathers and the Canonicity of Apocalypse in the Sixteenth Century”, en The Sixteenth Century Journal, 1998, vol. 29, núm. 3, pp. 651-666.
[4]El recuento detallado de la historia de la tradición comentarista del Apocalipsis se contiene en Ernest-Bernard Allo, L’Apocalypse, París, J. Gabalda, 1921, pp. ccxvi-ccxxxviii.
[5]The main idea of the Apocalypse could be roughly formulated as follows: the sovereignty of God and Christ in redeeming and judging brings them glory, which is intended to motivate saints to worship God and reflect his glorious attributes through obedience to his world. Gregory Beale, The Book of Revelation: A Commentary on the Greek Text, Grand Rapids, William B. Eerdmans Publishing Company, 2013, p. 174.
[6]Gregorio López, Tratado del Apocalipsi de san Juan, traducido del latín al castellano, con su explicación interlineal, por el venerable Gregorio López, Ministerio Apostólico, natural de esta Corte, Madrid, en la imprenta de D. Benito Cano, 1789, p. xxvi (para las siguientes referencias: Tratado…).
[7]Antonio Rubial García, La santidad controvertida. Hagiografía y conciencia criolla alrededor de los venerables no canonizados de Nueva España, México, fce, 1999, p. 96.
[8]Idem.
[9]Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (reproducción facsimilar de la primera edición, Madrid, 1632), México, Porrúa, 1977, p. 244.
[10]Alfonso Toro, op. cit., p. 177.
[11]Artemio de Valle-Arizpe, Gregorio López, hijo de Felipe II: su vida y muerte en México, México, Compañía General de Ediciones, 1957.
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