En los periódicos locales se publicaban anuncios del linchamiento y se añadían coches suplementarios a los trenes para los espectadores, a veces millares, procedentes de localidades situadas a kilómetros de distancia. Los niños podían tener el día libre en el colegio para asistir al linchamiento. El espectáculo podía incluir la castración, el desollamiento, la hoguera, el ahorcamiento, el empleo de armas de fuego. Se vendían souvenirs que podían incluir los dedos de las manos y los pies, los dientes, los huesos e incluso los genitales de la víctima, así como postales con ilustraciones sobre el evento. 27
Entre 1882 y 1968, al menos 4742 personas, en su mayoría afroamericanas, fueron linchadas en Estados Unidos.
El problema sigue siendo el mismo. Para el racismo (como de hecho para el sexismo), no hay “progreso” posible. Los avances en materia de derechos deben ser conquistados por la lucha. Solo las movilizaciones de los negros en la década de 1960, paralelas a las luchas de los pueblos colonizados, harán que el racismo retroceda por un breve período.
Las luchas de los negros por los derechos civiles “fueron un capítulo importante en la guerra de clases en Estados Unidos”. Como se reconoce en el informe de la Comisión Kerner encargado por el presidente Lyndon Johnson tras los disturbios de las comunidades negras en el verano de 1967 (citado en el hermoso libro de Sylvie Laurent, La couleur du marché , al que voy a recurrir muy seguido), se trata de una división de clases: “Nuestro país está escindido en dos sociedades distintas, una negra y otra blanca, separadas y desiguales”.
El mismo informe señala que “debido al desempleo, las malas condiciones de vivienda y el acoso policial, los negros fueron condenados a un estado de alienación social del que las políticas públicas eran culpables”, porque la asistencia social había sido el dominio exclusivo de los blancos, “confiscada para su beneficio”. Cuando Johnson lanza el programa de “guerra contra la pobreza”, está abriendo una lucha de clases entre blancos y negros porque las políticas de redistribución del bienestar trataron de romper tímidamente el monopolio de los blancos sobre las políticas públicas.
La campaña que en este período se lanzó contra las políticas keynesianas del New Deal en general, y las políticas de la “Gran Sociedad” de Johnson en particular, obtuvo un éxito inmediato, ya que los blancos eran muy conscientes de que estas podían socavar “un orden racial tricentenario”.
Los estadounidenses de las clases medias y populares, especialmente en el Sur, están más inclinados a renunciar a su estado de bienestar cuando están convencidos de que las políticas sociales están destinadas a los negros (y en particular a las mujeres negras solteras). 28
El nacimiento del neoliberalismo en Estados Unidos provocó una adhesión inmediata, incluso entre la clase trabajadora blanca, porque sus batallas contra el “asistencialismo” y por la “iniciativa individual” fueron leídas a través del prisma del racismo contra los negros.
El neoliberalismo emprendió la tarea de deshacer sistemáticamente la “libertad ganada con tanto esfuerzo por los estadounidenses negros” a través de la constitución de una política de recolonización interna, justificada y legitimada por el funcionamiento del mercado. Gary Becker y Milton Friedman estaban convencidos de que el mercado es “daltónico”, que la desregulación del mercado laboral y la reducción de las políticas sociales, exaltando la responsabilidad individual, se encargarían espontáneamente de acabar con el racismo. Incluso un acto racista, según Becker, inventor del concepto de “capital humano”, forma parte de las elecciones individuales que hay que “dejar hacer”, porque es a través de ellas, así como gracias a la coordinación impersonal del mercado, que se producirá la abolición del racismo.
Las preferencias individuales no pueden estar restringidas por el Estado, y la discriminación alegada, como negarse a servir a un negro en un restaurante y escolarizar a niños de color, revela lo que Becker llamó su “gusto”, un derecho inalienable. 29
El neoliberalismo no solo ha favorecido el fascismo de los militares sudamericanos, sino también el racismo, desde el momento en que protege la propiedad y asegura la división y el control de las “clases peligrosas”. Bajo el disfraz de la igualdad que el mercado garantizaría a todos, la economía neoliberal no hará más que intensificar todos los dualismos y en particular los dualismos de raza (y de sexo), ratificados a través de los mecanismos impersonales de una economía que carece de color.
La propia Hannah Arendt contribuyó a esta ideología moderna al publicar un largo artículo en el que condenaba la obligación de las escuelas públicas blancas de admitir a niños negros, ya que el Estado, según ella, debía mantenerse apartado de las elecciones educativas de los padres, que competen a la esfera privada, bajo pena de tiranía. 30
En Estados Unidos, la privatización del bienestar tiene una base racial precisa que apunta a “hacer vivir” a las poblaciones que tienen recursos financieros y a “dejar morir” a las poblaciones que carecen de ellos. Como ha demostrado dramáticamente la pandemia, entre los pobres, los más afectados han sido los negros y los hispanos.
Desde una perspectiva reaccionaria, Becker y Friedman comparten el punto de vista marxista revolucionario, según el cual la economía acabará con arcaísmos tales como el racismo y el sexismo. Por el contrario , tenemos una confirmación de la persistencia de la especificidad de estas relaciones de poder irreductibles a la relación capital-trabajo, aunque entrelazadas estrechamente con su funcionamiento.
La victoria del supremacismo blanco de Trump está profundamente arraigada en la historia de esta lucha de clases entre blancos y negros. Los disturbios que siguieron al asesinato de George Floyd son una novedad, no porque los blancos se solidaricen con los negros volviéndose antirracistas, sino porque comienza a formarse la conciencia de que las políticas neoliberales constituyen una “colonización interna” que todos sufren, aunque en grados diferentes.
12 The Capitalocene Part I: On the Nature & Origins of Our Ecological Crisis , http://www.researchgate.net/publication/263276994_The_Capitalocene_Part_I_On_the_Nature_Origins_of_Our_Ecological_Crisis; The Capitalocene, Part II: Abstract Social Nature and the Limits to Capital , http://naturalezacienciaysociedad.org/wp-content/uploads/sites/3/2016/02/The-Capitalocene-Part-II-REVISIONS-July-2014.pdf. Las citas que siguen a continuación pertenecen a estos textos.
13Rosa Luxemburgo, La acumulación de capital , ob. cit. El subrayado es mío.
14Antonio Casilli, Esperando a los robots , trad. Juan Riveros, Madrid, Punto de Vista, 2021.
15Maurizio Ricciardi, Rivoluzione , Bolonia, Il Mulino, 2001, p. 37 [ Revolución. Léxico de política , Buenos Aires, Nueva Visión, 2003].
16Ídem.
17Carl Schmitt, El nomos de la tierra , trad. Dora Schilling Thon, Buenos Aires, Struhart & Cía., 2005. Las citas que siguen a continuación pertenecen a este texto.
18Fernand Braudel, La dinámica del capitalismo , trad. Rafael Tusón Calatayud, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 2002.
19Otto Hintze, Féodalité, capitalisme et État moderne [Feudalimo, capitalismo y Estado moderno], París, Maison de Science de l’Homme, 1991.
20Ernst Fraenkel, The Dual State. A Contribution to the Theory of Dictatorship [El Estado dual. Una contribución a la teoría de la dictadura], Clark, Lawbook Exchange, 2006.
21Hans-Jürgen Krahl, un joven “genio” filósofo y político que falleció a los veintisiete años en un accidente automovilístico (1971), alumno de Adorno y uno de los primeros críticos de la Escuela de Frankfurt (Adorno, Horkheimer, Habermas, pero también de la tradición comunista, Lukács, Korsch), fue dirigente de la Sozialistischer Deutsche Studentenbund (Federación Socialista Alemana de Estudiantes afiliados originalmente al Partido Socialdemócrata Alemán) y uno de los principales animadores del movimiento estudiantil de la década de 1960, del que dio la interpretación más pertinente y precisa. Todas las citas que siguen a continuación son de Hans-Jürgen Krahl, Costituzione e lotta di classe [Constitución y lucha de clases], Milán, Jaca Book, 1971.
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