En ambos casos y de manera más inmediatamente sensible en el transexualismo, es el nombre en tanto nombre propio que es recusado, es decir, que pierde su función de nominación. Ahora bien, el nombre propio, en cuanto este es sin significación, es lo que permite precisamente a un sujeto estar representado en el orden del lenguaje, siendo primero identificado a un lugar vacío, pero nombrado, a saber, comprometido en la operación y el intercambio de la palabra. Este lugar vacío, ese simple rasgo nominal recibido de sus padres donde un niño viene a ser representado primero, es la metáfora inicial que hace posible a las que seguirán –la palabra del sujeto.
El transexualismo, así como el síndrome de ilusión de Frégoli, ilustran de manera muy precisa los efectos resultantes en la psicosis, del fracaso de esta primera metáfora del sujeto, que simboliza el nombre propio. Este es comandado en los dos casos por un único nombre que identifica el objeto, objeto que deviene de vuelta pivote o principio de la nominación: único nombre subsistente, identidad –imperativo y persecutorio.
Respecto a la imagen, en fin, ella es puesta en evidencia, de manera prevalente en los dos casos, como forma persecutoria en el síndrome de Frégoli, y como ideal de “completitud” en el transexualismo. De todas maneras estas dos modalidades son bastante próximas, en primer lugar porque ambas están asidas como modalidades de lo Uno y, segundo, porque es habitual en la clínica ver invertirse los valores de lo ideal y de lo persecutorio.
Constatamos de la misma forma cómo la imagen con la cual tenemos que vérnosla en uno y en otro caso, está desligada de su consistencia y de su identidad de forma para ser referida a las determinaciones que son las del objeto, según una serie que va de la conjunción unificadora con el Uno (el perseguidor en el síndrome de Frégoli, “la mujer” en el transexualismo) a la disyunción de este Uno, en un desmembramiento del cuerpo donde las palabras de esos pacientes nos permiten seguir las líneas de la división 21según modalidades del espacio ciertamente muy diferentes a las que estamos acostumbrados a desplazarnos.
Dicho en otras palabras, si hay en verdad una prevalencia de la imagen, es según modalidades donde esta no es identificable con una forma determinada por la puesta entre paréntesis del objeto, es decir i(a). Se trata más bien de una estructura en la cual el nombre, habiendo fracasado en venir a colocarse en el primer lugar de representación del sujeto –que es propiamente la operación metafórica que coloca aquí los paréntesis, permitiendo a la imagen constituirse también como representación distinta del objeto–, la imagen va a ser de alguna manera volteada sobre su vertiente del objeto: ya sea conjunta a él, lo que se observa principalmente en los momentos de sistematización delirante, ya sea separada de él, en el desmembramiento
Bajo una u otra de estas dos modalidades, conjunción o disyunción, el objeto comanda, en lo que nos presentan esos dos síndromes, todas las determinaciones de la imagen. Esto nos conduce a hacer la hipótesis que en ambos casos habría una posible equivalencia de la imagen y del objeto, así como de su intervención recíproca: i (flecha para ambos lados) a. (Habría que dibujarlo, no escribirlo). Agreguemos que en el transexualismo, es a título de lo que hay de imposible en juntar i y a, a la vez que conjuntivo y disyuntivo, que puede escucharse la demanda de ablación del pene. En efecto este, como puro objeto real, pero esta vez bajo el modo de la presencia intolerable, persecutoria y de desecho en la imagen, es que los transexuales solicitan se les libere de él.
Concluyamos sobre la cuestión que nos interesa, de la descomposición del campo del conocimiento en esos dos síndromes. Si retomamos el conjunto de los elementos de la estructura, tal como esta parece, en lo esencial, darnos cuenta del uno y del otro, constatamos cómo sus elementos: nombre propio, nombre común, imagen y objeto, pierden, para los tres primeros, sus determinaciones propias en provecho de una atracción identificatoria del objeto bajo una forma de unificación. El nombre y la imagen fracasan en prevenir esta unificación, al fin, en introducir una función de diferenciación y de representación en sus respectivos registros.
Segunda parte
LO QUE NOS ENSEÑA LA CLÍNICA ACERCA DE LAS CONDICIONES DEL RECONOCIMIENTO Y DE LA IDENTIDAD:
ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DE LA IMAGEN ESPECULAR
Hemos expuesto varios aspectos de la clínica de las psicosis que conciernen a la forma en que en este trabajo, los elementos de lo que se llama reconocimiento e identidad, pueden presentarse de forma separada, de una manera mucho más localizable y aislable que en la neurosis.
Esta clínica que interrogamos en el campo de las psicosis, permite distinguir las modalidades de una automatización y una separación de los principales rasgos de la representación, según una estructura reduplicativa donde la imagen se divide y se fragmenta en líneas de descomposición, que son aquellas de una incidencia directa del objeto en esta imagen, en el sentido que el psicoanálisis da a este término.
Revisada por el psicoanálisis, la clínica de las psicosis, y en particular el síndrome de Frégoli, esclarece las condiciones del reconocimiento, ilustrando el lugar que tiene ahí, específicamente el reconocimiento de la imagen del cuerpo y la forma en que el menoscabo de aquel puede determinar una descomposición. De esta manera, la clínica de las psicosis nos permite articular detalladamente las modalidades de descomposición del campo del reconocimiento en sus diversos elementos.
Hemos sido llevados a distinguir claramente los dos planos del reconocimiento, por una parte el propiamente dicho y por otra lo que lo hace imposible a título de una identificación del objeto; identificación cuya función la psiquiatría clásica aproxima al nombre de identificación delirante . 22
Esta identificación es la que aísla en su mayor nitidez el síndrome de ilusión de Frégoli. Lo tomamos como el que mejor ilustra una disyunción elemental entre la imagen y el objeto. Disyunción que aparece claramente como correlativa a una invalidación de la función del nombre propio. A su vez, observamos en qué estos rasgos de estructura pueden clarificar nuestro abordaje de las psicosis, sobre todo a partir del ejemplo del transexualismo.
Más allá del campo de las psicosis, las condiciones y los efectos de una identificación del objeto en la imagen esclarecen especialmente los trastornos del reconocimiento y en particular de la forma primera, originaria, que representa la imagen del cuerpo.
Debemos a Jacques Lacan y hemos tenido la oportunidad de estudiarlo también 23, el haber permitido descubrir estos diferentes rasgos de estructura bajo la diversidad de un material clínico producido por disciplinas muy diferentes –pensamos especialmente en los aportes de la neurología, que mencionaremos más adelante. Estos rasgos nos dan la matriz a la vez imaginaria y simbólica del reconocimiento, así como de lo que viene a tomar espontáneamente valor de identidad para el sujeto, bajo la forma de la imagen especular. Es lo que vamos a precisar a continuación con el fin de esclarecer las condiciones y también las apuestas subjetivas de esta identidad.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.