La posición de Agripa en la corte fue cada vez más difícil. En 1526, reelaboró su Dehortatio gentilis theologiae aunque su posición generaba dudas sobre su ortodoxia religiosa. Dada su actitud frente a los requerimientos como astrólogo de Francisco I y de Luisa de Saboya, se sospechó que estuviera involucrado en un complot. De modo que se le retiró su pensión y se le prohibió regresar a Francia.
Entonces, Agripa aceptó trabajar como archivista e historiador de Margarita de Austria, volcándose a la revisión y publicación de sus propios trabajos. En 1530, publicó De vanitate ; al año siguiente, el Libro I de De occulta philosophia , dedicado al Elector de Colonia, que circularon ampliamente gracias a ediciones en Amberes, Colonia y París. No obstante, su fama, las obras le acarrearon problemas con las autoridades religiosas. Los teólogos de Lovaina condenaron De vanitate como escandalosa, impía y herética, y la Sorbona hizo otro tanto. En su Apología acusó a sus oponentes de ignorantes de poca fe, lo que en definitiva puso punto final a su carrera en la corte de Margarita. Finalmente, Hermann von Wied le ofreció su protección y en junio de 1532 se instaló en su palacio. Agripa completó su versión de De occulta philosophia pero la obra fue considerada herética y blasfema por el inquisidor Conrad Köllin, quien suspendió su publicación. Sólo gracias a la intervención de Hermann, logró publicarla acompañada de vanitate a modo de apéndice.(104)
Casi nada se sabe de los últimos años de Agripa. Su correspondencia se interrumpió en 1533. No es seguro que haya sido el autor de Dialogus de vanitate scientiarum et ruina Christianae religionis una suerte de autodefensa contra las acusaciones de herejía. Según su discípulo Johannes Wier (1515-1565), Agripa estuvo en Bonn hasta 1535, cuando decidió regresar a Francia y fue arrestado por orden de Francisco I. Poco después de ser liberado, falleció en Grenoble. Se cree que su muerte se produjo a finales de 1534 o principios de 1535, a la edad de 48 años, pero los detalles son desconocidos. Además de haber sido perseguido durante gran parte de su vida por sus estudios contrarios a la ortodoxia religiosa, y de que sus libros fueran prohibidos por la inquisición, tras su muerte, se quemó y se destruyó casi toda su obra.(105)
Tanto Godwin como Charbonnet cuentan de él diversas anécdotas,(106) que dan cuenta de un carácter irascible, y confrontativo a la vez que una inteligencia superior. Fue valorado en toda Europa, tanto por Erasmo como por otros eruditos de la época, como un hombre de extraordinario saber.(107) Sin duda las investigaciones químicas de Agripa, le valieron la imputación de «mago», reforzada –según Godwin– por el secreto y el silencio en que debía llevar a cabo sus experimentos, que tanto horror inspiraban en la mente del vulgo. Incluso por De la filosofía oculta , cumplió un año de prisión en Bruselas acusado de magia, aunque se trataba, más bien, de una recopilación de información sobre todos los datos conocidos hasta ese momento en astrología, magia, medicina, alquimia y filosofía natural. Es curioso que la obra esté escrita en forma indirecta «se dice que…», «los médicos saben que…», «si se le suministra orina de mula a una mujer, ésta quedará estéril…».(108) Es decir, se trata de una mezcla curiosa de prejuicios heredados, intentos de análisis racionales y de afirmaciones y conjeturas imposibles de probar dados los desarrollos científicos de la época. Explicó fenómenos probablemente vinculados al magnetismo o a la gravedad como «características intrínsecas» de los objetos en términos de «propiedades», que hacen recordar algunas de las falsas explicaciones científicas de las que se mofa Molière. La idea agripiana de un «alma del mundo», de reminiscencias pitagórico-platónicas, respalda teóricamente buena parte de las explicaciones sobre su funcionamiento.(109) Misántropo, pendiente de constantes persecuciones, declaró que las ciencias y las artes corrompían a la humanidad.(110)
De la Magia a la Excelencia
Como vimos, Agripa dedicó su De Nobilitate et precellentia feminaei sexus declamatio a Margarita de Austria (1480- 1530), discurso que se tradujo al francés recién en 1726, con comentarios de Roétitg. Margarita de Austria –hija de Maximiliano I de Habsburgo– fue Regente de los Países Bajos y tutora y tía de Carlos I de España y Carlos V de Alemania.(111) Había establecido su Corte en Malinas (Flandes) y se rodeó de una corte pequeña, culta y refinada. Educó en ese ambiente a sus cuatro sobrinos, huérfanos debido a la prematura muerte de Felipe el Hermoso y la reclusión en Tordesillas de su madre Juana, a causa de su supuesta enajenación mental.(112) A esta singular Dama dedica Agripa su obra.
En 1509 –como ya señalamos– respaldado por el canciller Arzobispo Antoine de Vergy, Agrippa pronunció su alocución laudatoria en la Universidad de Dôle. Había planeado reescribirlo en términos de un tratado sobre la superioridad de las mujeres, pero no logró terminarlo ya que, acusado de herejía, debió abandonar Burgundy.
De Nobilitate ha llegado en una traducción al francés, denominada De L´Excellence et de la Superiorité de la Femme cuya última edición, hasta donde sabemos, es de 1801 en reedición facsímil de la de 1726.(113) La obra es breve y consta de XXX capítulos. Los Comentarios de Roétitg están ubicados al final (pp. 103- in fine ), y son más bien de tipo informativo. En el texto, se pueden identificar algunos capítulos cuya forma es argumental, para probar la tesis de base del discurso. Otros capítulos se inician simplemente con afirmaciones taxativas de las que se deducen las cualidades de la Mujer. Los últimos capítulos son más bien comentarios que tienden a reforzar la tesis vertebral del discurso. En casi todos los casos se aportan ejemplos de Damas que se distinguieron o eran reconocidas como superiores.
La breve introducción de Roétitg a la obrita de Agripa afirma que «a comienzos del siglo XV, se demuestra que la mujer es infinitamente superior al hombre» y que el tratado filosófico de Agripa «iluminó a los hombres, quienes creyeron perder la superioridad que injustamente se habían arrogado» sobre las mujeres.(114) Este tratado sólo se propone «hacer conocer una verdad útil al ser humano» (p. vi) en tanto los hombres «ingratos» mantienen una «superioridad de hecho, y de derecho.» (p. vii). Entonces, «no es suficiente que las mujeres valgan más que nosotros , sino que hay que demostrarlo» (p.viii)
En el primer capítulo, Agripa retomó un argumento que encontramos en las pensadoras medievales: «No hay diferencia entre el alma de la Mujer y la del Varón» (p. 1) o, como lo decía Christine de Pizán «el alma no tiene sexo».(115) En esa línea, Agripa afirma que «Dios, que ha engendrado todas las cosas y que ha colmado de bienes a uno y otro sexo, ha creado el hombre a su imagen y los ha hecho macho y hembra» (p.1), versículo 27 del primer capítulo del Génesis , tal como aclara en nota Roétitg. (p. 105). De modo que la diferencia de los sexos no consiste sino «en una diferencia de posición de las partes del cuerpo, diferencia que es necesaria para la generación». (p. 1) La nota de Roétitg remite a una serie de estudios médicos que ratificarían los dichos de Agripa (p. 106-110). Agripa insiste en que «Dios le ha dado al macho y a la hembra un alma enteramente semejante, sin distinción de sexo» (p. 1) Por tanto «el espíritu, la razón, el uso mismo de la palabra le han sido otorgados a la mujer y al hombre». (p. 2) Respecto de la cuestión de la resurrección, «la diferencia de sexos no será sino un ornamento vano, ya que seremos enteramente semejantes a los ángeles» (p. 2). Por tanto, concluye Agripa «de parte del alma, no hay ninguna preeminencia de nobleza entre el varón y la mujer, en tanto uno y otro son igualmente libres e igualmente grandes.» (p.2)
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