Enseñar pensamiento crítico
CICLOGÉNESIS 17 | RAYO VERDE
Enseñar pensamiento crítico
bell hooks
Traducido por Víctor Sabaté
Primera edición: enero 2022.
Título original: Teaching Critical Thinking: Practical Wisdom
Copyright © 2010 bell hooks
Authorised translation from the English language edition published by Routledge, a member of the Taylor and Francis Group LLC
© de la traducción del inglés, Víctor Sabaté
© de esta edición, Rayo Verde Editorial, 2022
Diseño de la cubierta: Tono Cristòfol
Ilustración de la cubierta: Marina Vidal
Maquetación de la edición en papel: Noemí Giner
Corrección: Antonio Gil y Cristina Anguita
Producción editorial: Xantal Aubareda y Sandra Balagué
Conversión a epub: Iglú ebooks
Publicado por Rayo Verde Editorial S.L.
Mallorca, 221, sobreàtic, 08008 Barcelona
www.rayoverde.es
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ISBN: 978-84-17925-79-6
THEMA: JNA, JBSF, JBFA, JBSF11
La editorial expresa el derecho del lector a la reproducción total o parcial de esta obra para su uso personal.
Enseñar: una introducción
Enseñanza 1. Pensamiento crítico
Enseñanza 2. Educación democrática
Enseñanza 3. Pedagogía del compromiso
Enseñanza 4. Descolonización
Enseñanza 5. Integridad
Enseñanza 6. Propósito
Enseñanza 7. Colaboración (escrito con Ron Scapp)
Enseñanza 8. Conversación
Enseñanza 9. Contar historias
Enseñanza 10. Compartir historias
Enseñanza 11. Imaginación
Enseñanza 12. Dar o no dar clases magistrales
Enseñanza 13. Humor en el aula
Enseñanza 14. Hora de llorar
Enseñanza 15. Conflicto
Enseñanza 16. Revolución feminista
Enseñanza 17. Negra, mujer y académica
Enseñanza 18. Aprender a superar el odio
Enseñanza 19. Respetar a los profesores
Enseñanza 20. Docentes contra la docencia
Enseñanza 21. Autoestima
Enseñanza 22. El placer de la lectura
Enseñanza 23. Vida intelectual
Enseñanza 24. Escribir libros infantiles
Enseñanza 25. Espiritualidad
Enseñanza 26. Contacto
Enseñanza 27. Volver a amar
Enseñanza 28. La transformación feminista
Enseñanza 29. Ir más allá de la raza y el género
Enseñanza 30. Hablar de sexo
Enseñanza 31. Enseñar como una vocación profética
Enseñanza 32. Sabiduría práctica
La existencia humana está, porque se hizo preguntando, en la raíz de la transformación del mundo. Existe una radicalidad en la existencia, que es la radicalidad del acto de preguntar. […] De modo radical, la existencia humana implica asombro y pregunta, riesgo y existencia. Y por eso mismo supone acción, transformación.
PAULO FREIRE, Por una pedagogía de la pregunta
Enseñar: una introducción
Cuando empecé mi proceso educativo en las escuelas segregadas, solo para personas negras, de Kentucky, en la década de los cincuenta, tuve la suerte de que nuestros profesores, que eran afroamericanos, se preocuparan seriamente de que tanto yo como el resto de los estudiantes recibiéramos una «buena educación». Para aquellos profesores, una «buena educación» no consistía solo en transmitirnos conocimientos y prepararnos para ejercer una profesión, también querían que fomentara un compromiso indisoluble con la justicia social y, en especial, con la lucha por la igualdad racial. Creían firmemente que los profesores deben ser siempre compasivos. El hecho de que encarnaran de forma ejemplar una inteligencia superior y una moralidad ética moldeó mi percepción de la escuela como un lugar en el que el deseo de aprender podía ser alimentado y crecer. Los maestros de nuestras escuelas segregadas esperaban que fuéramos a la universidad. Se inspiraban en lo que W. E. B. Du Bois había dicho, en 1933, acerca de la educación superior de las personas negras:
Tenemos en nuestras manos este futuro posible, pero no por deseo y voluntad, sino por pensamiento, planificación, conocimiento y organización. Si la universidad logra que surja de ella en los próximos tiempos un negro americano que se conozca a sí mismo, que sea consciente de su difícil situación y que sepa protegerse a sí mismo y luchar contra los prejuicios raciales, entonces, y no de otra manera, el mundo que soñamos se hará realidad.
Aquellos profesores nos enseñaron que la educación era el camino más adecuado para alcanzar la libertad. Estaban allí para guiarnos, nos mostraban el camino que conducía a ella.
Cuando llegué a la universidad, me sorprendió mucho ver que había profesores cuya principal fuente de placer parecía ser el ejercicio de su poder autoritario sobre la clase, aplastando así nuestros espíritus y deshumanizando nuestras mentes y nuestros cuerpos. Yo había escogido la Universidad de Stanford, un centro predominantemente blanco, sobre todo porque los programas de becas y apoyo financiero eran mejores que los que se ofrecían en las instituciones para personas negras. Pero no se me había ocurrido pensar en cómo sería estudiar con profesores universitarios racistas. Incluso a pesar de que en el instituto había tenido docentes abiertamente racistas que nos trataban con desprecio y de forma desagradable, había idealizado la universidad. Creía que sería un paraíso centrado en la enseñanza, donde estaríamos todos tan ocupados estudiando que no tendríamos tiempo para los mezquinos asuntos mundanos, y mucho menos para el racismo.
Necesitamos más relatos autobiográficos de la primera generación de estudiantes negros que ingresaron en escuelas y universidades predominantemente blancas. Imaginad cómo os sentiríais si quien os enseñara no os considerara completamente humanos. Imaginad lo que se siente cuando quienes te enseñan creen que pertenecen a una raza superior, que no deberían tener que rebajarse a enseñar a estudiantes a los que consideran incapaces de aprender.
Por lo general, sabíamos qué profesores blancos nos odiaban y nos manteníamos alejados de sus clases, salvo que fueran imprescindibles. Dado que muchos de nosotros habíamos llegado a la universidad en el contexto de una poderosa lucha antirracista por los derechos civiles, éramos conscientes de que íbamos a encontrar aliados en esa batalla, y así sucedió. Pero lo más sorprendente fue que el machismo sin complejos de mis profesores varones resultó aún más duro que su racismo velado.
Ir a clase en medio de aquel clima novedoso y extraño de cambio racial era al mismo tiempo estimulante y aterrador. En esos días, casi todo el mundo hablaba del inicio de una nueva era de igualdad y de educación democrática, pero, en realidad, las viejas jerarquías de raza, clase y género permanecían intactas. Y aparecieron rituales inéditos para asegurar que todo ello siguiera siendo así. Intentar conciliar esos dos mundos —uno en el que éramos libres para estudiar y aprender como cualquier otra persona y otro en el que continuamente se nos recordaba que no éramos como cualquier otra persona— me generó cierta esquizofrenia. Quería aprender, y disfrutaba haciéndolo, pero también temía a casi todos mis profesores.
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