Se quedó callada, como si mi pregunta la hubiera descolocado.
—De la misma manera que un imán tira de ti hacia Nueva York.
Touché. Después de sus palabras, fui yo quien se descolocó.
—La única llamada que siento es la de mi representante.
—¿Te ha llamado?
—No me han dado el papel.
Se quedó en silencio un instante.
—Lo siento mucho. ¿Cuál ha sido?
—Déjalo, da igual.
—No, pero dime, ¿cuál? ¿El de la peli? ¿El de la serie?
—El de la serie. Voy a mandar a Borja al cuerno.
—Tienes que cambiar de representante. ¿Por qué no hablas con Kuranda? Se interesaron por ti.
—No tiene sentido si no voy a trabajar más en esto.
Maite se quedó callada, sin reaccionar.
—¿Cómo que no vas a trabajar en esto?
—He dejado la compañía de teatro.
—¡Pero si tienes un contrato firmado!
—Me da igual. Puedo alegar maltrato. Ellos tienen las de perder —continué.
Alargó su brazo hasta encender la lámpara de su mesilla de noche. Una luz tenue le atravesó los hombros. Apoyó el codo sobre la almohada y extendió la palma de su mano sobre una de sus mejillas.
—¿Cuánto puede costar un billete de avión a Nueva York? —me preguntó.
—No tengo ni idea —contesté.
“No sé si voy a poder”, cantaba Eva en la televisión.
“Claro que sí, mujer”, le respondían el resto de los intérpretes, cantando también.
¿Podría yo ir a Nueva York? Era una locura. Maite clavó su mirada en la mía durante largo rato, a medida que las comisuras de sus labios iban creciendo hasta dejar entrever una enigmática sonrisa. Se levantó de la cama de un salto y cogió la gorra de los Yankees, que estaba encima de la mesilla de noche. Regresó a la cama de un brinco y, colocándose de rodillas sobre el colchón, mantuvo la intriga durante un instante.
—Quiero que cumplas tu sueño —comenzó, mientras se retiraba el pelo de la cara con un soplido—. El motivo por el que le regalé esta gorra, señor don Jaime García López, para que no le quede a usted ninguna duda, es porque quiero que algún día cumpla su sueño de ir a Nueva York.
Ella sujetó la gorra por la visera con una mano y me la colocó en la cabeza.
—Gracias.
—Por Nueva York.
—Por Nueva York —repetí.
—Y por que este verano vayamos juntos a Nueva Delhi, ¿vale? —añadió.
—¿Este verano?
—La segunda quincena de agosto. ¡Me la he pedido en el trabajo! Dime que sí, por favor.
Me puse de rodillas nuevamente y, abrazándola con fuerza, sonreí.
—Pero… ¿con qué dinero vamos a pagar todos esos vuelos? —le pregunté.
—Puedo pedírselo a mi hermana.
Me encogí de hombros sin saber qué contestar.
—Ahora déjame ver los Goya, por favor.
Al poco tiempo Maite se durmió. Yo acabé de ver la gala de los Goya. Seguía sin poder dormir, así que me levanté y fui hacia el salón. Aunque era muy tarde, cogí el móvil y le escribí un WhatsApp a Lluís.
“¿Estás despierto?”, rezaba.
Me impacienté al ver que tardaba en contestar.
“Sí, pedazo de cabrón hijo de la gran puta”, recibí un par de minutos después. “Estaba viendo los Goya”.
Sonreí y tecleé un nuevo mensaje tan rápido como pude:
“¿Te puedo llamar?”
Modo de lectura 1: Puedes continuar leyendo.
Modo de lectura 2: Recuerda saltar ahora al capítulo 6 (p. 125).
3Tomorrow is today, de Billy Joel.
4Rhapsody in Blue, de George Gershwin and Philharmonia Orchestra.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.