1 ...6 7 8 10 11 12 ...18 Psicoanalistas y psicoterapeutas enfrentan la necesidad de crear para su propio uso, un modelo comprensivo y multidimensional del funcionamiento mental. Así como los marineros requieren coordenadas numeradas, conocidas como latitudes y longitudes, que le sirvan de índices referenciales para encontrar su rumbo en la desconocida inmensidad del mar, los psicoanalistas podrían sentirse presionados a crear un instrumento similar, que les ayude a encontrar su camino en la inmensidad del desconocido y siempre cambiante mar de abstracciones, y poder así navegar con facilidad por todos los rincones de la mente. [pp. 21-22]
Quizás inspirado por el Budismo Zen, Bion insistió con frecuencia en la importancia de la intuición –o prajna como le llaman los budistas– como un instrumento indispensable para reducir la distancia entre la investigación del psicoanalista y la oscuridad del inconsciente del analizando. En esta forma, para permitir que la intuición florezca y predomine, Bion insistió en la necesidad de callar otras instancias y que la escucha analítica siempre se apoyase, tanto en la renuncia del deseo , como en la ausencia de la memoria y la comprensión .
Confusión entre lo animado y no inanimado
Con frecuencia encontramos pacientes que presentan dificultad en discriminar entre un ser humano y un objeto inanimado; son pacientes que utilizan identificaciones proyectivas, con el propósito de negar ataduras importantes de dependencia, así como sentimientos de angustias persecutorias. Están convencidos que vienen para ser “arreglados” por el terapeuta, de acuerdo a modelos idealizados que pueden inducir, por lo general, una reacción terapéutica negativa o mecanismos de auto-envidia. El paciente toma la actitud pasiva de un objeto sin vida que viene a ser “cambiado” por el analista y si las cosas no resultan, será la falta de este, o peor aún, buscará con un propósito de auto-envidia inconsciente que las cosas salgan mal, tratando de atacar lo que el paciente considera que el analista desea. Consiste en una defensa que intenta colocar la culpa afuera, tal y como se observa en la “reacción terapéutica negativa”. Si el terapeuta contra-actúa y toma créditos, es decir, hace manifiesto por ejemplo su deseo de curar, todo lo que haga saldrá mal, convirtiéndose en lugar de proyección de los tratos sádicos del superyó del paciente, no diferente de la condición característica de las cosas inanimadas, como el mecánico que resulta lógicamente responsable de los arreglos de un automóvil.
Tales confusiones entre el cuerpo y la mente, se presentan en múltiples formas durante la terapia analítica, y pueden representar en algunos pacientes, la incapacidad de concebirse como seres humanos únicos, algo que con frecuencia se refleja, por ejemplo, en la importancia que se da a las estadísticas, así como en la necesidad de compararse con otras personas. Parecieran carecer de la capacidad de concebirse humanos, de ser únicos, y de experimentar una cualidad incondicional jamás negociable; de tener, por lo tanto, la suficiencia para sentirse diferente de una cosa, y de no ser estimado como un objeto material que ha sido valorado en virtud de una cualidad idealizada. Una joven mujer recién casada y embarazada, se quejaba amargamente de sentirse como un parásito de su esposo, por cuanto no contribuía económicamente, como si su presencia, su amor, compañía, amistad, etcétera, tenían una importancia efímera si se comparaban con el dinero. El psicoanálisis tiene eventualmente la capacidad de ayudar a discriminar entre un objeto inanimado y el poder llegar a sentirse como un ser humano, con el derecho a ser amado por lo que se es y no por lo que se tiene, se hace o se muestra; diferente de las “cosas”, las cuales están condicionadas a su uso o a su idealización, sea ya por lo que lucen o proveen. Esta fuga hacia lo concreto podría ser consecuencia de una generalizada resistencia hacia lo abstracto, o quizás horror a lo intangible e inasible. Otro aspecto a considerar sería la auto-envidia, en el sentido de que lo consiente (concreto) envidie lo abstracto inconsciente. En un momento dado, durante la presentación clínica de un paciente, y donde varios sueños eran presentados y analizados, un psicoanalista presente expresó que “¡el analizar sueños estaba pasado de moda!”. Existe una gran resistencia en muchos psicoanalistas de intentar comprender la compleja abstracción del mundo interno. El mismo concepto de la auto-envidia, a pesar de su importancia en la diaria comprensión de la psicopatología, resulta para muchos psicoanalistas una noción difícil de aprehender. En general hay una preferencia por lo más fácil, como el uso de medicamentos tales como los antidepresivos y tranquilizantes, en lugar de luchar por y desarrollar una mejor comprensión de la dinámica de la mente inconsciente.
Bion (1962) busca el origen de tales conflictos en los procesos de una fragmentación forzada, asociada con interacciones conflictivas entre el bebé y el pecho o sus sustitutos (p. 10). Cuando la envidia interfiere en la relación con el pecho bueno proveedor de amor, protección o conocimiento, tal y como Klein lo describió durante la posición esquizo-paranoide, la angustia persecutoria presente no impide la necesidad física de mamar, por cuanto se pondría la vida en peligro. Esto induce una disociación o “ splitting forzado”, que le llevaría a discriminar entre satisfacciones psíquicas y satisfacciones materiales. Pero para lograr tal predicamento de poder mamar para sobrevivir a pesar de la agresión reinante, se produce un ataque a la función alfa; esto, dice Bion, “hace que el pecho y el bebé parezcan inanimados” (Ibid, p. 11), y que surja temor a la violencia homicida o suicida indiscriminada: es más fácil destruir una cosa que a un ser vivo. Utilizando este punto de vista, podríamos explicar la actuación de la violencia presente, por ejemplo, en el suicidio, el homicidio, las guerras, etcétera. El paciente psicótico o la parte psicótica o traumatizada de la personalidad, dominante en todos los asesinos, pueden transformar un objeto animado en inanimado, es decir, en la cosa en sí misma o elementos β –tal y como Segal lo describió en la “ecuación simbólica”–, y poder así destruirlo.
Otro vértice importante explicado por Bion en Cogitations (1992), se refiere al ataque realizado por el bebé contra aquellos objetos ligados al displacer y la consecuente necesidad, en virtud de la culpa persecutoria, de aplacarlos luego utilizando mecanismos de idealización. La idealización se logra mediante la transformación en objetos de adoración, al proporcionarles atributos suprahumanos, lo cual se hace, según Bion, precisamente porque están muertos. Bion dice:
Contraria a la observación común, la característica esencial de estos objetos adorados y endiosados es que deberían estar muertos [inanimados] en tal forma que el crimen sería expiado por la adhesión a la animación de aquello que es conocido como inanimado, e imposible de ser animado [1992, p. 134]
En otras palabras, el crimen por atacar los objetos buenos se pagaría en virtud de establecer una dependencia inútil hacia aquellos objetos que, siendo inanimados (muertos), se creen (inventan) animados pero que, por esto mismo, no son capaces de dar nada; por ejemplo, ¡esperar un milagro de una estatua de yeso! El fetichismo y la fe religiosa de algunas personas puede explicarse de esta manera o, en otras palabras, en la misma forma como se anima lo inanimado, también y al mismo tiempo se realiza lo contrario; es decir, se hace “inanimado” lo animado. Parecería que la vida que se roba del objeto vivo, como una forma de controlarlo para evitar la angustia de separación o la heterodoxia, se le proyecta luego al objeto muerto (inanimado) al cual se le da vida y se idealiza. La culpa se expiaría, como Bion lo ha dicho, ¡intentando obtener protección y hasta un milagro de una cosa que ni siquiera tiene vida!
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