Con el objetivo de ubicar los efectos formativos de la Gestalt Lacan toma como base experimentaciones biológicas. Precisa el papel fundamental que la imagen cumple en el desencadenamiento de los ciclos de alimentación y apareamiento en animales. En el caso de la paloma, por ejemplo, Lacan explica que la ovulación está determinada por la visión de la forma del congénere, excluida toda otra forma sensorial de la percepción, y no es necesario que se trate de la visión del macho. Ubicadas en el mismo espacio con individuos de ambos sexos, pero en jaulas en las que no se pueden ver, aun pudiendo percibir sus gritos y su olor, las hembras no ovulan. Sin embargo, es suficiente que dos sujetos puedan verse, aunque más no sea a través de una placa de vidrio, para que el fenómeno de la ovulación se desencadene. Lacan sitúa un punto aún más notable. La sola visión de su propia imagen en el espejo basta para desencadenar la ovulación. El segundo ejemplo es sobre los saltamontes peregrinos, llamados vulgarmente langostas. Hay dos variedades, el tipo solitario y el tipo gregario. El paso de la primera variedad a la segunda variedad depende de la visión, durante los primeros periodos larvarios, de otros individuos de la especie.
Ahora bien, ¿cuál es la particularidad de la función especular en el hombre? Lacan compara el comportamiento de un infante ante la imagen en el espejo con el de un chimpancé. A partir de los seis meses de edad, momento en que el animal aún supera en inteligencia instrumental al ser humano, a diferencia del primero el niño al mirarse en el espejo rebota “en una serie de gestos en los que experimenta lúdicamente la relación de los movimientos asumidos de la imagen con su medio ambiente reflejado, y de ese complejo virtual con la realidad que reproduce, o sea con su propio cuerpo y con las personas, incluso con los objetos, que se encuentran junto a él”. (16) El júbilo que acarrea dicho reconocimiento da cuenta de la ilusión de unidad que conlleva la constitución del yo. El fenómeno se explica a partir de la prematuración del nacimiento en el hombre. Durante los primeros meses de vida el neuroeje se encuentra incompleto y atrasado en el desarrollo. Esto da lugar a la incoordinación motriz y del equilibrio. Sin embargo, y aquí va el punto esencial, a partir de dicho retraso la maduración precoz de la percepción visual adquiere en el ser humano un valor de anticipación funcional. El niño es capaz de reconocer, precozmente, la forma humana y la identificación con esa forma constituye en el hombre el “nudo imaginario, absolutamente esencial”. (17)
Las identificaciones realizadas revelan para Lacan la función de la imago , “esa forma definible en el complejo espacio-temporal imaginario que tiene por función realizar la identificación resolutiva de una fase psíquica, dicho de otro modo, una metamorfosis de las relaciones del individuo a su semejante”. (18) Por su modo de estructuración el yo no puede concebirse como sintético o exento de contradicción –como algunas concepciones lo entienden– y tiende a manifestar un transitivismo normal que se emparenta con el conocimiento paranoico. El transitivismo es un fenómeno que se produce a partir de la captación por la imagen. Se trata de una ambivalencia primordial que se presenta en espejo, “el sujeto se identifica en su sentimiento de Sí con la imagen del otro, y la imagen del otro viene a cautivar en él este sentimiento”. (19) El transitivismo es la matriz de la Urbild del Yo y domina de manera significativa la fase primordial en la que el niño toma conocimiento de su individuo, al que su lenguaje traduce en tercera persona antes de hacerlo en primera. Esto lleva al niño, por ejemplo, a atribuirle a su compañero recibir de él el golpe que él le dirige. Para que se produzca, es condición que la diferencia de edad entre los compañeros no supere cierto límite. Un parecido genérico es requerido para el reconocimiento. Lacan concluye que el primer efecto de la imago es, entonces, “un efecto de alienación del sujeto”. (20)
En el Seminario I Lacan revisa la función del registro imaginario en el hombre. Establece que el proceso de maduración fisiológica permite, en un momento, integrar las funciones motoras y acceder a un dominio real del cuerpo. No obstante, antes de que se alcance, el sujeto toma conciencia de su cuerpo como totalidad debido a que “la sola visión de la forma total del cuerpo humano brinda al sujeto un dominio imaginario de su cuerpo, prematuro respecto al dominio real. Esta formación se desvincula así del proceso mismo de la maduración, y no se confunde con él”. (21) Y agrega “El sujeto anticipa la culminación del dominio psicológico, y esta anticipación dará su estilo al ejercicio ulterior del dominio motor efectivo”. (22) El hecho de que, por primera vez, el hombre se experimente, se vea y se conciba como otro de lo que él es va a estructurar el conjunto de su vida fantasmática. En el Seminario 3 Lacan destaca que toda cautivación erótica del otro como tensión agresiva se establece por medio de la imagen. Precisa “Esta imagen es funcionalmente esencial en el hombre, en tanto le brinda el complemento ortopédico de la insuficiencia nativa, del desconcierto, del desacuerdo constitutivo, vinculados a la prematuración del nacimiento”. (23) Y continúa “Su unificación nunca será completa porque se hace por una vía alienante, bajo la forma de una imagen ajena, que constituye una función psíquica original”. (24)
LA IDENTIFICACIÓN IMAGINARIA COMO CAUSA PSÍQUICA
En el texto “Acerca de la causalidad psíquica” Lacan propone una concepción del aparato psíquico donde la locura es consecuencia del modo de las identificaciones que ha realizado el sujeto. El mismo comienza con una dura crítica a la teoría organicista de la locura que plantea Henry Ey, su órgano-dinamismo. Por muy dinámica que sea su doctrina de la perturbación mental es para Lacan incompleta y falsa, ya que se reduce al juego de los aparatos constituidos en el cuerpo. Ese juego “descansa siempre, en último análisis, en una interacción molecular dentro del modo de la extensión partes extra partes en que se constituye la física clásica… es lo que constituye su determinismo”. (25) Lacan considera que la cuestión de la verdad condiciona al fenómeno de la locura y eludirlo es no tomar en cuenta la significación que refiere, específicamente, al ser mismo del hombre. Por su parte, el órgano-dinamismo de Henry Ey “no tiene los caracteres de la verdadera idea”. (26) La misma debe estar de acuerdo con lo que es ideado por ella. Dicha doctrina presenta una creciente contradicción. Mientras rechaza toda idea de psicogénesis, va recargando sus desarrollos con una descripción estructural referida a la actividad psíquica y pretende explicar los fenómenos del orden del sentido en función de hechos orgánicos.
La concepción de la locura que tiene Henry Ey lo lleva a exponer que las enfermedades mentales “son insultos y trabas a la libertad, no son causadas por la actividad libre, es decir, puramente psicogenética”. (27) Para Ey la locura testimonia de la desaparición de la libertad de la razón. Sin embargo, no puede ubicar un orden de causalidad que no sea el propio del organismo. En cambio, Lacan sitúa un nivel de causalidad en el campo de la subjetividad, el campo de la libertad. El mismo corresponde a la atribución del sentido, que escapa al determinismo y concierne a una decisión del sujeto. Lacan concluye que “el fenómeno de la locura no es separable del problema de la significación para el ser, en general, es decir, del lenguaje para el hombre”. (28) Retoma el “caso Aimée” y recuerda que al golpear con asesina intención a la última de las personas en las que ella había identificado a sus perseguidoras cae su creencia delirante. Tomando a Hegel, Lacan expone que el loco desconoce en el desorden del mundo la manifestación de su ser, él quiere imponer allí la ley de su corazón. El rival se le aparece como su propia imagen en el espejo y “al asestar su golpe contra lo que se le presenta como el desorden, se golpea a sí mismo por vía de rebote social”. (29) En la furia contra el otro el sujeto intenta alcanzar el kakón de su propio ser.
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