RESILIENCIA
Con Dios podemos levantar vuelo desde las cenizas... y volver a sonreír.
Aldo Stumpfs, Andrea Blawdziewicz, Beatriz Orco, Carolina Flores, Claudia Leonczyk, Cristian Gallo, Cristina Torrez, Daniel Ramos, Diego Armando Mejía, Esther Fellove, Esther Szczerba, Eugenia Sánchez, Ezequiel García, Gladys Lareu, Jorge Martínez, Laura Díaz, Laura Rodríguez, Leiry Suriel, Leo Tomeo, Lucas R. Salas, Magalí Núñez, Marcelo Laffitte, María Augusta Rivera, María Luján Barros, María Magdalena Álvarez, Nancy Rodríguez Gómez, Pablo González, Sandra Longoria, Valeria Ashllian, Videlma Vogel, Waleska de Sánchez, Yonny Tarón.
Resiliencia: con Dios podemos levantar vuelo desde las cenizas... y volver a sonreír / Aldo Stumpfs... [ et al. ]. -1a ed.- Pilar: M. Laffitte Ediciones, 2021. Libro digital, EPUB Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-8901-06-0 1. Vida Cristiana. 2. Autoayuda. I. Stumpfs, Aldo. CDD 248.4
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Coordinadora de Antologías
Esther Szczerba
Todos los derechos reservados conforme a la ley. Prohibida la reproducción de esta obra, salvo en segmentos pequeños, sin la debida autorización de los autores.
ISBN 978-987-8901-05-3 (Papel)
ISBN 978-987-8901-06-0 (ePub)
Diseño & Diagramación
Slater Designer / www.slaterdesigner.com
Fotografía de Flor de Bess Hamiti en Pexels / foto de Tierra de James Frid en Pexels
ÍNDICE
Prólogo PRÓLOGO Las personas resilientes son aquellas que tienen adentro un sol que nunca se pone. Podrán ser alcanzadas por nubes grises que lo opacan por un tiempo, pero ese sol vuelve a brillar. Resiliencia es volver de la tragedia. Es apagar las lágrimas y recuperar la sonrisa. Es la capacidad de hacer frente a los dolores de la vida y transformar ese sufrimiento en vientos favorables para salir fortalecidos. Este libro encierra la congoja de treinta personas. De treinta personas de fe. Pero también cuenta sobre la recuperación que experimentaron después. A mí a esas situaciones me gusta llamarlas “resiliencias con Cristo”. En ellas, la noche más oscura es vencida por la mañana más esplendorosa. Es que ser lastimados en la vida es inevitable, pero de ninguna manera significa ser abatidos. Dijo Kahlil Gibrán: “Del sufrimiento surgen los espíritus más fuertes. Los caracteres más sólidos están plagados de cicatrices”. Si has pasado por una tragedia no significa que ya estás roto y no sirves para nada más. Significa que Dios te puso a prueba y no te has desmoronado. Dios nos promete algo maravilloso: que Él mismo vendrá a enjugar nuestras lágrimas… y yo agrego: y a devolvernos la paz, el gozo y una nueva fortaleza. Marcelo Laffitte Director de M. Laffitte Ediciones
Mis manos
Por Magalí Núñez
No quiero ser fuerte, ¡quiero ser feliz!
Por Videlma Vogel
¿Por qué a mí?
Por el pastor Leo Tomeo
Nadie más resiliente que Jesucristo
Por Eugenia Sánchez Cisneros
Mi milagro me sonríe
Por Sandra Longoria
De cómo Dios utilizó el Covid para impactar mi vida
Por el pastor Jorge Martínez
Dios siempre hace su parte, yo trato de hacer la mía
Por Carolina Flores
Cuando la vida triunfa
Por Claudia Leonczyk
Una sola palabra tuya bastará
Por Yonny Tarón
Los sueños que nadie puede robar
Por la pastora Gladys Lareu
No se trata de mí
Por Waleska de Sánchez
Semblanzas
Por Daniel Ramos
¿Por qué?
Por la pastora Esther Szczerba
Mi milagro tiene color Azul
Por Cristina Torrez
¿Por qué algunos sí y otros no?
Por Marcelo Laffitte
Todo ayuda para bien
Por María Augusta Rivera
Los consejos están para que nadie los tome
Por Beatriz Orco
Renovados por Él
Por Ezequiel García
Mujer: fuiste creada para algo mayor
Por Valeria Ashllian
¿Resiliente?
Por María Luján Barros
Noé, ¿varón justo y perfecto?
Por Lucas R. Salas
No temas volver a empezar
Por Esther Fellove
La vida empuja y Dios ataja
Por Andrea Blawdziewicz
Levántate y resplandece
Por Nancy Rodríguez Gómez
Sirviendo sin límites
Por la pastora Leiry Suriel
De la persecución al avivamiento
Por el pastor Aldo Stumpfs
Ella será tu sonrisa
Por María Magdalena Álvarez
Levanta tus ojos y mira
Por Laura Rodríguez
Sueño cumplido
Por Diego Mejía
¿Libertad con sabiduría o libertad con miedo?
Por Laura Díaz
No te rindas
Por Cristian Gallo
PRÓLOGO
Las personas resilientes son aquellas que tienen adentro un sol que nunca se pone. Podrán ser alcanzadas por nubes grises que lo opacan por un tiempo, pero ese sol vuelve a brillar.
Resiliencia es volver de la tragedia.
Es apagar las lágrimas y recuperar la sonrisa.
Es la capacidad de hacer frente a los dolores de la vida y transformar ese sufrimiento en vientos favorables para salir fortalecidos.
Este libro encierra la congoja de treinta personas. De treinta personas de fe. Pero también cuenta sobre la recuperación que experimentaron después. A mí a esas situaciones me gusta llamarlas “resiliencias con Cristo”. En ellas, la noche más oscura es vencida por la mañana más esplendorosa.
Es que ser lastimados en la vida es inevitable, pero de ninguna manera significa ser abatidos.
Dijo Kahlil Gibrán: “Del sufrimiento surgen los espíritus más fuertes. Los caracteres más sólidos están plagados de cicatrices”.
Si has pasado por una tragedia no significa que ya estás roto y no sirves para nada más. Significa que Dios te puso a prueba y no te has desmoronado.
Dios nos promete algo maravilloso: que Él mismo vendrá a enjugar nuestras lágrimas… y yo agrego: y a devolvernos la paz, el gozo y una nueva fortaleza.
Marcelo Laffitte
Director de M. Laffitte Ediciones
Mis manos
Lo que fue objeto de estigmatización hoy es herramienta de creación. Dios me devolvió al diseño original por dentro y por fuera. Y el perdón me trajo la paz que solo Él da.
Por Magalí Núñez
Vivo al lado de un parque y una noche de tormenta se cayó un árbol sobre el costado izquierdo de la casa. Gracias a Dios no hubo daño material fuera ni dentro y la mañana siguiente vinieron de la municipalidad a cortarlo.
Ese día me acerqué y vi lo que quedaba de él: Era un pedazo pequeño de tronco, cortado en dos. Parecía que el hacha se había ensañado, dividiéndolo. “¡Te portaste mal al caerte, chico!”. ¿Ese era el mensaje? Había pedazos de tronco por todas partes. Ramas rotas, hojas desparramadas. ¿Acaso no era un bonito árbol, lleno de vida, que cobijaba pajaritos y cuyas ramas daban una linda sombra?
Renaciendo de lo roto
No. Ya no había árbol. Había desaparecido. Solo quedaban los pedazos en el suelo sin vida, destrozados, vulnerables, solos. ¿Acaso no lloraba? ¿Cuántas personas fueron necesarias para destruirlo? ¿Dos o tres? ¿Qué utilizaron? ¿Sierra eléctrica? ¿Hacha? ¿Por qué tenían que partir en dos lo poco que emergía del suelo? ¿El propósito era que no vuelva a crecer? ¿Qué te hicieron, querido árbol? Primero la tormenta te derribó. Y para rematar, al día siguiente los empleados te cortaron en pedazos.
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