Nada de lo que nos sucede
es casualidad
Aldo Stumpfs, Alexandra Escorcia, Aníbal Villagra, Ariel Pérez, Betty Heinze,
Elizabeth Bonilla, Elizabeth Cabrera, Elizabeth Herba, Elizabeth Silveyra, Esther Szczerba, Fátima Iraheta, Fernando Riquelme, Gabriel Moyano, Graciela Vásquez, Jariz Suriano,
José Carlos Arellano Ramos y Victoria Elizabeth Nowak Hrádek, Laura Fragoza, Liliana Flores, Mabel Montesino, Marcelo Laffitte, Marta Lamas, Massiel Vargas, Mateo Kurrle,
Mayra Rodríguez, Michelle González, Milton Vera, Nelly Baz de Mazzini Campos,
Néstor Parenti, Osvaldo Barrera, Pablo González, Rolando Mendoza, Rosana García,
Rosita Barrios, Yolanda Mejía
Índice
Prólogo
Plan D: Causalidad Divina
Por Fátima Iraheta
¿Cómo se vive con frío en el corazón?
Por Elizabeth Cabrera
La muerte ha sido vencida
Por Mateo Kurrle
Ha sido un largo viaje
Por Rosana García
En el tiempo señalado por Dios
Por Liliana Flores
Fútbol: Fama y soledad, o la gloria de Su presencia
Por el pastor Osvaldo Barrera
Yo te vestiré de blanco
Por Alexandra Escorcia
Sus planes son perfectos
Por Elizabeth Herba
Nacer en una casa sin Dios
Por Marcelo Laffitte
Mis planes no son sus planes
Por Jariz Suriano
De oídas te había oído
Por la pastora Marta Lamas
El final de la película
Por Ariel Pérez
Y de repente… Dios cambia tus planes por unos mejores
Por la pastora Esther Szczerba
Tiempo de apuntalar
Por la pastora Elizabeth Silveyra
La silla loca
Por el pastor Gabriel Moyano
Dentro del Reino
Por Victoria Elizabeth Nowak Hradek y José Carlos Arellano Ramos
Dios en la enfermedad
Por Michelle González Gómez
Semillas de maldad, frutos de bondad
Por Fernando Riquelme
La realidad de lo invisible
Por Nelly Baz de Mazzini Campos
El tiempo perfecto
Por la pastora Rosita Barrios
Amor no correspondido
Por Milton Vera
Dios siempre estuvo allí
Por la pastora Elizabeth Bonilla
¿Cómo no estar agradecida?
Por Mayra Rodríguez
Dios tiene el mapa de ruta
Por el pastor Aldo Stumpfs
Todo tiene un propósito
Por la pastora Massiel Vargas
Enfoca tu mirada
Por la pastora Graciela Vázquez
Nada es por casualidad
Por Pablo González
Todo a tu favor
Por Néstor Parenti
El lugar secreto
Por Betty Heinze
La unidad en y por amor a Cristo
Por el pastor Aníbal Villagra
Metamorfosis
Por Laura Fragoza
Cuando la higuera no florece
Por la pastora Mabel Montesino
Dios se revela de maneras sorprendentes
Por Yolanda Mejía
Los caminos de la vida no son como yo pensaba
Por el pastor Rolando Mendoza
Prólogo
“ANTES ERA DE LOS QUE SOLO LEÍAN…
AHORA ESCRIBO”
Hoy, con la aparición de este libro, se convertirá en un día histórico e inolvidable para la mayoría de los que escribieron esta obra.
Hoy, ustedes, los escritores de estas páginas, dejan para siempre el rol de espectadores para convertirse en protagonistas.
En uno de mis libros escribí esta frase: “Dios te hizo protagonista, resístete entonces a ser un degustador de mensajes y un aplaudidor de otros”.
Usted, querido autor de este libro, ha tomado la trascendental decisión de dejar de lado la baja autoestima y responder a esa animosa palabra del Señor que dice: “Todo lo que te venga a la mano… hazlo!”
Le voy a confesar una postura un tanto polémica que defiendo desde hace mucho tiempo porque ha sido de enorme ayuda para mí y para otros tantos a los cuales se la compartí. ¿Qué afirma esa posición?
Que sentirse un poco inadecuados y poco capaces para determinadas tareas –como ser esta de escribir un libro- es la mejor condición para avanzar exitosamente en los proyectos del Señor, porque nos obligará a depender en todo de nuestro Dios. Y depender de Dios con toda humildad, y no confiando en nuestros talentos personales, es seguridad de éxito en todo lo que se haga.
“Señor, yo deseo con todo mi ser escribir este libro, pero sé que no lo podré lograr solo, te ruego que vengas en mi auxilio”. Esa es la frase que nuestro amado Dios espera de todos nosotros en todos los ámbitos de la vida.
A lo largo de muchos años militando en la fe, me he dado cuenta de que Dios parece deleitarse en escoger hombres y mujeres que, al mirarse a sí mismos, no encuentran nada que les haga pensar que son las personas capacitadas para la tarea.
Da mucha pena que, por no creer en esta postura que les comparto, de que en sociedad con Dios podemos hacer proezas, en la mayoría de las congregaciones, un altísimo porcentaje de sus miembros permanecen inactivos por años, mientras que unos pocos llevan adelante el trabajo.
Son muchos los que se han creído las mentiras que les taladran los oídos que dicen: “Yo no tengo ningún ministerio… Dios no me llama para nada… yo solo soy un cristiano del montón…”. Entonces vienen cada domingo a la iglesia y se convierten en degustadores de mensajes, en catadores de sermones… en “plateístas”, en fans seguidores de “estrellas”.
Pero la gran verdad es esta otra: en el Cuerpo de Cristo hay un lugar reservado para usted. Allí está escrito su nombre porque hay una tarea celestial que lo espera. Si usted no la toma, ese lugar seguirá vacío. Y la Gran Tarea que Dios nos encomendó a la totalidad de sus hijos seguirá incompleta.
Felizmente hoy, con la aparición de esta Antología, usted ha comenzado a revertir su condición pasiva. Hoy ha renunciado a ser parte de la audiencia evangélica. Ha dejado el sitio de los que siempre leen para ocupar el de los que ahora escriben.
¡Qué bueno que ha vuelto a creer que es un honroso hijo de Dios!
De ahora en más no se rebaje de esa altísima condición.
Marcelo Laffitte
Director de M. Laffitte Ediciones
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Plan D: Causalidad Divina
Si entregamos nuestros planes al Señor, la victoria estará asegurada, ya que pelearemos las batallas con sus fuerzas.
Por Fátima Iraheta
El recordado músico John Lennon decía: “La vida es lo que pasa mientras estás planeándola”. Esa y otras frases similares se han vuelto muy comunes hoy en día. Las personas vivimos saltando de un plan a otro. Si el plan A no funciona, tratamos con el plan B, o con el plan X, Y o Z. No importa cuál sea, y tal vez (solo tal vez) lo logremos. Pero tanto plan se vuelve un caos cuando queremos programar el tiempo de Dios, y hacer que converjan en uno solo con el tiempo nuestro. De esa manera, echamos a perder todo, y dejamos de disfrutar lo que Dios tiene preparado para nosotros, desde la eternidad.
Eso pasó conmigo muchas veces, hasta que entendí que Dios tiene planes de bien para mi vida, mucho mejores que cualquiera que yo estuviese armando, pues la Palabra del Señor dice en Jeremías 29:11: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. Así que todo, absolutamente todo, comienza y termina con Él. Saber esto trajo descanso a mi vida, en el día a día. Si este zapato no cabe para ti, entonces ese plan que estás haciendo no es el deseo de Dios para tu vida.
Ahora bien, las preguntas en base a esa afirmación divina de Jeremías 29:11 son: ¿Qué futuro esperas? ¿Cuál es tu esperanza futura? La Palabra del Señor dice en Proverbios 23:7a: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Como podemos ver, realmente somos lo que pensamos.
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