Esta categoría permite acercarnos al trabajo de las mujeres como el principal elemento de representación de la mujer en términos ideológicos, pero también se le puede entender como la bandera de la política feminista que buscaba lograr ciertos reconocimientos y beneficios para las mujeres; finalmente nos acerca a la justificación del Estado para delegar en las mujeres trabajos como el cuidado y protección de la reproducción social. 36
En este libro se concibe el maternalismo como el eje rector de la actividad política de este grupo de mujeres, quienes, sin saber o sin pensarlo, establecieron una postura militante católica que les dio identidad y les permitió construir una plataforma política que las empoderó. El papel maternal de las Damas Católicas les dotó de una voz para expresarse públicamente y actuar como promotoras de valores domésticos y católicos, los cuales constituyeron, para ellas, el centro de la vida social de la nación.
El maternalismo estudia las coincidencias y divergencias de los movimientos feministas entre 1880 y 1920. A fin de comprender cómo el activismo femenino logró dar forma a las políticas estatales en torno al cuidado de la maternidad y de la infancia y cómo se vinculó con el papel tradicional de la mujer en sus nuevas actividades públicas y laborales. 37También ha rescatado cómo, para acceder a roles políticos activos y participar como electoras, burócratas y obreras fuera del hogar, recurrieron a las virtudes de la maternidad.
Analizar a una organización femenina católica en México entre 1912 y 1932 en términos maternalistas tiene sus propios retos. A diferencia de los incipientes movimientos feministas de izquierda 38que comenzaron a surgir en esos mismos años, la cercana relación de las Damas con la Iglesia las llevó a tomar una postura crítica y beligerante frente al Estado posrevolucionario. Desde su postura maternalista se analiza el impacto público como un movimiento de la sociedad civil que, mediante sus propios recursos, actuó públicamente para imponer su propia visión del sentido del papel de la mujer fuera de la relación directa con las políticas de bienestar social implementadas por el Estado.
Los análisis historiográficos que retoman la historia de diversos movimientos de mujeres señalan que el feminismo no fue un movimiento homogéneo de izquierda, por el contrario, han incluido a mujeres católicas que buscaban preservar los valores religiosos y a la par se preocupaban por promover el voto y asistir en campañas de beneficencia y asistencia social en torno a la salud y la educación. 39También incluyen a mujeres “liberales moderadas” quienes buscaban el establecimiento de la equidad legal para proveer a las mujeres con mayores oportunidades educativas, protección materna e igualdad salarial. En este espectro, se incluyen a las mujeres “de izquierda radical” quienes buscaban modificar las condiciones sociales mediante cambios estructurales a códigos civiles y al sufragio. 40
Desde mi punto de vista, concebir la vida asociativa de la Unión de Damas Católicas Mexicanas como una organización “feminista” sería estirar demasiado el análisis histórico. A diferencia de otras organizaciones de mujeres católicas en el mundo, las mexicanas no desarrollaron programas políticos explícitos, como sí lo hicieron, por ejemplo, las españolas, quienes se denominaron a sí mismas “feministas católicas”. 41Las Damas Católicas Mexicanas generaron una agenda materna basada en lo que Temma Kaplan ha llamado “conciencia femenina”. 42A partir de una división sexual del trabajo, asumieron la responsabilidad de preservar la fe, de educar, de cuidar a la sociedad mediante la defensa de los valores católicos. Ellas no promovieron una postura política dirigida a resolver intereses de su género que derivaran en estrategias para aliviar la carga del trabajo doméstico y del cuidado a la infancia con el apoyo de políticas públicas, ni tampoco buscar el voto. Su batalla no era una batalla por los derechos de la mujer, su lucha se encontró inmersa en una guerra sin cuartel entre la Iglesia y el Estado en el cual se vieron envueltas y su salida fue defender su fe a través de su papel como madres.
Por otro lado, a partir de la década de los noventa del siglo pasado, la historiografía sobre la asistencia pública se ha interesado por estudiar a los distintos actores que participaban en las instituciones de ayuda a los menesterosos, tanto públicas como privadas. 43El presente trabajo no es ajeno a esta historiografía, 44reconoce el papel de las Damas como una organización heredera de la tradición católica proveedora de servicios de educación, salud, bienestar social y de las entidades caritativas existentes. 45
Mientras estudios como los de Beatriz Moreyra han centrado la atención en el papel que jugaron las organizaciones católicas en la construcción y modernización del modelo benéfico asistencial en Argentina, 46en México este tipo de análisis resulta más complicado, pues el conflicto entre la Iglesia y el Estado es un lente que nos enfoca a analizar a las organizaciones filantrópicas de corte católico como respuesta a los embates políticos y en ocasiones adquirieron un sentido beligerante frente a la postura estatal. Se analiza a las Damas Católicas como una organización que convirtió a la filantropía en una acción política encaminada a impulsar la Doctrina Social de la Iglesia entre los menesterosos, enfermos, prisioneros, niños y obreras.
La sociabilidad, entendida como “la aptitud de vivir en grupos y consolidarlos mediante la constitución de asociaciones voluntarias”, 47se recupera por la historiografía actual como la habilidad de hombres y mujeres para relacionarse en colectivos más o menos estables y numerosos, así como a las formas, los ámbitos y las manifestaciones de vida colectiva al interior de los espacios de sociabilidad informal –en una casa, salón o cabaret– y formal –donde se encuentran la creación de asociaciones voluntarias, de círculos y sociedades.
Utilizo a la sociabilidad como elemento de análisis para definir a las Damas Católicas como una organización formal, ya que contaba con estatutos y reglamentos generales, con una oficina central y un cuerpo de socias vinculadas entre ellas mediante una responsabilidad moral de llevar una vida recta y de ayudarse mutuamente en beneficio de todos los miembros de la organización. 48Desde la sociabilidad explico su estructura y organización interna, así como las redes entre sus socias que posibilitaron sus actividades cotidianas. Ellas pudieron cohesionar sus intereses filantrópicos y políticos, así como cubrir, mediante sus prácticas cotidianas, espacios sociales, culturales, de servicio público, religioso y recreacional.
Este trabajo se encuentra dividido en cinco capítulos, un epílogo y una conclusión. El recorrido histórico se presenta por décadas, ya que cada diez años se enfrentaron a una serie de retos que pusieron en duda su viabilidad como organización, pero su capacidad, maleabilidad y flexibilidad les permitió sobrevivir.
El primer capítulo brinda un panorama general del contexto donde surgió el asociacionismo católico femenino durante las últimas décadas del siglo XIX y la primera del XX. Analiza la labor de otras sociedades de mujeres católicas que antecedieron a las Damas para poder marcar las convergencias y divergencias en tanto a su forma organizativa y a su accionar político. Asimismo, teje un panorama general de cómo estas organizaciones ocupaban el espacio urbano y el papel que jugaba la vida parroquial como base de sus actividades.
El segundo centra su atención en analizar la fundación, primera estructura organizativa, objetivos y fines de la Asociación de Damas Católicas Mexicanas entre 1912 y 1917. Destaca la forma en que esta organización adquirió identidad propia y comenzó a establecer vínculos de sociabilidad con diversas comunidades. También se analizan sus motivaciones, el papel de estas mujeres frente a la revolución mexicana y a la crisis humanitaria que se vivió en la Ciudad de México durante los años de mayor tensión política entre las facciones revolucionarias.
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