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El surgimiento del partido es un momento trascendental, 13ya que en dicho evento se concentran diversos actores de los cuales, posiblemente, emergerá alguna tendencia organizacional, es decir, un actor o actores que detenten el poder intrapartidario. Una gran variedad de actores puede darse cita en el surgimiento del partido, sin embargo, lo importante es observar quien o quienes tienen el poder de decisión.
El argumento de Panebianco en torno al modelo originario es trascendental para observar los diversos actores que se pueden presentar en la génesis partidista (liderazgos carismáticos, organizaciones externas como sindicatos, iglesias, movimientos sociales, partidos previos, etc.). Como bien apunta el italiano:
[…] la manera en que se reparten las cartas, así como los resultados de las diversas partidas que se juegan en la fase originaria de una organización y en los momentos inmediatamente posteriores, continúan, en muchísimos casos, condicionando la vida de la organización a decenios de distancia. Ciertamente la organización sufrirá después modificaciones y adaptaciones incluso profundas, interactuando, durante todo su ciclo vital. Pero […] las opciones políticas cruciales puestas en práctica por los padres fundadores, las modalidades de los primeros conflictos por el control de la organización, y la manera en que éste se consolida, dejarán una impronta indeleble. Pocos aspectos de la fisonomía actual así como de las tensiones que se desarrollan antes nuestros ojos en muchas organizaciones, resultarían comprensibles si no nos remontáramos a su fase de formación (Panebianco, 1990: 17).
Los tres factores que marca Panebianco como definidores del origen son: la penetración/difusión en función del origen central o periférico de su élite inicial; un principio de legitimación externa o interna, según exista o no subordinación a otra organización, y la presencia/ausencia de rasgos carismáticos en el origen. Así, a continuación, se exponen cada uno de dichos factores.
1) Construcción de la organización.El partido puede surgir por penetración territorial cuando hay un centro que controla, estimula y dirige el proceso de construcción del partido. Estamos ante la difusión territorial cuando son las élites locales quienes constituyen las agrupaciones locales del partido, y, solo a continuación, éstas se integran en una organización nacional. También pueden darse modalidades mixtas, iniciando con difusión (cierto número de agrupaciones locales se constituye autónomamente en zonas del territorio nacional, luego se une a la organización nacional, y ésta desarrolla la penetración donde hace falta). Otro tipo de difusión es cuando el partido es producto de la unión de dos o más organizaciones preexistentes. Así, la existencia de un centro cohesionado da cuenta de un grupo reducido de líderes que son el primer núcleo del futuro centro de poder. El caso contrario, de difusión conduce a un centro de poder con grandes conflictos por el liderazgo (Panebianco, 1990: 111).
2) Presencia o ausencia de una organización patrocinadora.Este aspecto es importante porque tiende a cambiar la fuente de legitimidad. Si existe una organización patrocinadora externa (sindicato, iglesia, gobierno, movimiento social), el partido nace y crece como brazo político de dicha organización, lo cual genera dos consecuencias: primero, las lealtades que se gestan en el partido son indirectas, pues se dirigen, en primer lugar, a la institución externa y, en segundo lugar, al partido. En cuanto a la segunda consecuencia, la institución externa es la fuente de legitimación de los líderes, por consiguiente, es ella la que hace inclinar la balanza a un lado u otro en la lucha interna por el poder. Así, Panebianco distingue entre partidos de “legitimación externa” y partidos de “legitimación interna”. 14De existir una organización patrocinadora, es posible que el centro de poder se encuentre en ella.
3) Presencia o ausencia de carisma.Lo que interesa observar es si el partido es o no criatura o vehículo de la afirmación de un líder. Pueden existir dos tipos de carisma, el puro y el de situación. El primero es anormal y se funda en “los componentes mesiánicos de la personalidad del líder”; el segundo se funda en un “estado de stress agudo en la sociedad que predispone a la gente a percibir como extraordinariamente cualificado y a seguir con lealtad entusiástica un liderazgo que ofrece una vía de salvación de la situación de stress ” (1990: 113). En el primer caso, el centro de poder se encuentra en el carisma. En el segundo tipo, el carisma posee una débil capacidad de plasmar su voluntad en la fisonomía de la organización, pues “el partido no es simplemente su criatura, sino que nace de la pluralidad de impulsos y, por tanto, otros actores pueden reservarse un cierto grado de control sobre las zonas de incertidumbre de la organización” (1990: 114).
Para efectos del presente trabajo, interesa lo siguiente: el origen es un momento de análisis importante, ya que en dicha coyuntura se podría observar la presencia de diversos actores, los liderazgos carismáticos (de situación o puros), y/o las organizaciones externas (sindicatos, gobierno, iglesia, grupos de presión, etc.). En esta cuestión, el propósito es observar cuáles se presentan y cuál de ellos posee preeminencia en torno a las decisiones iniciales. Dicho de otra forma, quién es el actor o actores calificados para representar al partido, y quién se presenta como el determinante en la línea política, ya que lo anterior será, sin duda, el germen de la tendencia organizacional que tomará el partido.
Así, este momento originario es importante, ya que conduce a un proceso articulatorio de los diversos actores, lo cual propicia la adopción de una tendencia organizacional que da evidencia de la presencia/ausencia de democracia interna.
1.3.2 Estabilidad de reglas y procesos y posibilidad de cambio
Una vez que el momento originario se presenta, y dependiendo de las diversas piezas que le rodean, se desencadena un proceso articulador de los actores que se dieron cita en el tránsito del momento originario, a un segundo estadio donde el partido asume una tendencia organizacional que muestra la distribución o concentración del poder y, por tanto, refleja la democracia interna existente o no. Todo esto se expresa a través de los estatutos fundacionales.
La idea de articulación de Duverger 15es bastante sugerente al respecto; sin embargo, dado que se enfoca en el predominio de alguna estructura político-administrativa (sección, célula, milicia, comité), y no de los diversos actores que le dieron origen al partido, estén o no en una estructura político-administrativo, será descartada. Por lo anterior, se recupera a Panebianco para plantear la idea mostrada líneas arriba. En primer lugar, se muestra el argumento del italiano acerca de la institucionalización, y, a partir de allí, se elabora un planteamiento que será útil para el estudio de la democracia interna.
El autor plantea que, dependiendo de los componentes iniciales, los partidos pueden tener mejores o peores condiciones para institucionalizarse. Partiendo del hecho de que los partidos son conflictivos y que está relacionado con el poder, los partidos se organizan de una u otra forma. En dicho concierto, actores, reglas y prácticas tienen un papel importante, pues de resolver los enlaces entre éstas, el partido estaría logrando una institucionalización partidista.
La institucionalización no es otra cosa que el momento en el cual la organización se consolida. Es el proceso por el cual adquiere valor y estabilidad tanto el partido como sus procedimientos. Dos cuestiones provocan lo anterior, por un lado, el desarrollo de interés en el mantenimiento de la organización en los dirigentes, gracias a los incentivos selectivos, y, por el otro, el desarrollo y difusión de lealtades organizativas gracias a los intereses colectivos.
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