Lisa Jackson - Caricias del corazón

Здесь есть возможность читать онлайн «Lisa Jackson - Caricias del corazón» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современные любовные романы, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Caricias del corazón: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Caricias del corazón»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Pensaba que las fuerzas de seguridad no eran lugar para una mujer, pero no iba a tardar mucho en cambiar de opinión
Matt jamás había conocido a una mujer que no sucumbiera al encanto de los McCafferty. Sin embargo, la hermosa Kelly Dillinger, la policía asignada al caso del intento de asesinato de su hermana, demostró ser completamente indiferente a su atractivo. Aunque no se llevaban bien, la actitud profesional y distante de ella hería el orgullo de Matt… y le encendía la sangre.
Cuanto más se resistía Kelly, más decidido estaba él a romper las barreras. De algún modo, la atractiva detective había conseguido quebrar su dura coraza exterior para tocar su alma…

Caricias del corazón — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Caricias del corazón», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Allí estaré -prometió Kelly.

Regresó a su despacho y se encerró para poder avanzar un poco con todo el papeleo que tenía atrasado de otros casos, pero, como siempre, terminó hojeando el expediente de Randi McCafferty. Releyó los mismos nombres de siempre, pero ninguno de ellos le pareció ser un enemigo en potencia. Aparte de sus hermanos, tenía una tía por parte de madre que se llamaba Bonnie Lancer, y una prima, Nora. Se mantenía en contacto con sus amigos a través del correo electrónico y ocasionales llamadas de teléfono. Kelly había hablado con todos los que habían mantenido contacto con Randi durante los tres meses anteriores al accidente, pero no había conseguido nada. No habían sacado nada en claro del Ford rojo oscuro que supuestamente la había echado de la carretera, y Kelly no se imaginaba cómo el libro de Randi podría tener algo que ver con lo sucedido.

Estaba a punto de dar su jornada por terminaba cuando Stella la llamó por el interfono.

– Detective Dillinger… hay alguien aquí que quiere… un momento, no lo haga otra vez…

Justo en aquel momento, la puerta del despacho de Kelly se abrió de par en par. Era Matt.

– Tienes que dejar de hacer esto -lo amonestó ella. Una vez más, Stella apareció en la puerta con aspecto muy abrumado-. No importa -añadió antes de que Stella tuviera oportunidad de disculparse-. Estás en la oficina del sheriff, no puedes entrar como si fuera tu casa. La pobre Stella va a tener ataques de ansiedad.

– Tenemos que hablar.

– Supongo que se tratará de algo profesional.

– En parte.

– Estoy en mi puesto de trabajo -insistió ella, pero le indicó que tomara asiento-. Tiene que ser algo profesional. Al cien por cien.

– ¿Sí? -la desafió él. Kelly vio el brillo de los ojos de Matt y sintió que el corazón estaba a punto de detenérsele. En un instante, supo que él estaba recordando la noche que pasaron juntos. La garganta se le secó ante los recuerdos de las febriles caricias.

– Sí. Bueno, creo que eso sería lo mejor. ¿Qué puedo hacer por ti?

Matt tuvo la audacia de sonreír. Lentamente.

– Vaya, ésa sí que es una pregunta comprometida…

– Supongo que tienes una razón, que espero que sea buena, para haber entrado aquí de ese modo.

– Te he oído decir que esta noche ibas a venir a mi casa.

– Más tarde. Sobre las siete.

– ¿Qué te parece ahora mismo?

– ¿Por qué?

– Se trata de Randi. No está cooperando.

– ¿Y eso qué significa?

– No parece estar tomándose en serio los ataques que sufrió. Se niega a tener guardaespaldas y no hace más que contestar de mala manera. Afirma que todos estamos paranoicos y que todo está igual que antes.

– ¿Por qué?

– No lo sé… Se me ha ocurrido que tal vez tú puedas instilarle un poco de sentido común. En el hospital, pareció que te escuchaba.

– No mucho.

– Siempre ha sido muy testaruda, pero tal vez una mujer pueda convencerla. Nicole sigue en el hospital y Jenny se está ocupando de las gemelas y, además, es muy joven… ¿Qué te parece?

– Dame diez minutos. Te seguiré.

– Bien.

Matt se dirigió a la puerta. De repente, sin saber qué se apoderó de ella, Kelly lo agarró del brazo. Le hizo darse la vuelta y, tras ponerse de puntillas, le dio un beso en los labios. Matt la abrazó inmediatamente. Por suerte, había echado las persianas de su despacho para poder trabajar en paz aquella tarde.

– Estás buscándote problemas -le advirtió él mientras la besaba de nuevo.

– ¿Y quién me los va a dar? -replicó Kelly tras echarse un poco hacia atrás-. Además, sólo te estaba dando un poco de tu propia medicina.

Para su sorpresa, Matt se echó a reír.

– No pierdas ese pensamiento -dijo, antes de tocarse levemente el sombrero y abrir la puerta-. Te veré en el rancho.

«Así será, vaquero».

Kelly agarró el teléfono y buscó entre sus notas el número de Kurt Striker. Necesitaba ponerse en contacto con él para comprobar si tenía nueva información. Llamó a su motel y esperó. Al ver que él no contestaba, dejó un mensaje en el contestador.

Decidió que volvería a llamarlo más tarde. Colgó el teléfono y tomó su chaquetón y sus guantes. Mientras salía de su despacho, se encontró con Roberto Espinoza.

– No me lo digas. Vas de camino al Flying M, ¿verdad? -comentó él, muy serio.

– Hoy han dado el alta a Randi McCafferty y ahora ha decidido no cooperar ni con los médicos, ni con sus hermanos ni con nadie.

– Y el guaperas pensó que tú podrías instilarle a su hermanita un poco de sentido común, ¿no?

– Tengo que volver a interrogarla -dijo Kelly tensándose.

Espinoza parecía furioso.

– Mientras se trate de una visita profesional…

– ¿Y qué si no lo es? -replicó ella. ¿Quién diablos se creía Espinoza que era?-. Te recuerdo que soy una profesional, Bob.

– Lo sé, pero es que…

Fuera lo que fuera lo que estaba pensando el detective, no lo dijo. Frunció el ceño, se quitó el sombrero y se mesó el cabello con las manos.

– Supongo que es tu funeral.

– Lo recordaré.

Kelly trató de contenerse. Estallar en aquel momento sólo conseguiría empeorar las cosas. Durante el momento, tenía que mantener la compostura, reunirse con Randi McCafferty y tratar de decidir cuánto era lo que no recordaba. A Kelly le daba la sensación de que Randi sabía mucho más de lo que decía.

Kelly debía averiguar si era así y, pasara lo que pasara, iba a hacerlo.

Doce

– Ya te he dicho que no recuerdo nada -insistió Randi, pero Kelly no se lo creía.

Estaba acostada sobre la cama del hospital, con el niño en brazos. Kelly estaba segura de que Randi no le estaba contando más que mentiras y no se le daba demasiado bien. Además, no le interesaba nada más que su hijo. Mientras lo tuviera en brazos, no parecía importarle que alguien estuviera tratando de matarla. Probablemente no se habría dado ni cuenta aunque el mundo hubiera dejado de girar.

Kelly estaba de pie cerca de la cama y Matt en la puerta, apoyado contra el umbral. Le dedicó a Kelly una mirada que contenía un gesto de «ya te lo había dicho».

– Me pediste que viniera y me prometiste que me responderías algunas preguntas -le recordó a Randi.

– Lo haré, cuando J.R., y que conste que ése no es su nombre, se acueste. No me mires como si estuviera loca, ¿de acuerdo? Muchas personas se marchan a sus casas después de dar a luz sin que el bebé tenga nombre… Bueno, de acuerdo, no muchas -corrigió al ver la mirada que le dedicaba Matt-, pero sí algunas. Quiero el nombre adecuado para mi hijo, así que no me incordiéis. Podéis llamarlo J.R. si queréis, pero en cuanto se me ocurra el nombre perfecto, se lo vamos a cambiar.

– Podría ser demasiado tarde -comentó Matt.

– Nunca. He hablado de esto en alguna ocasión en mis artículos -replicó ella-. El valor de un nombre y todo esto.

– ¿Es que no habías escogido ninguno?

– Sí. Sara, pero, de algún modo, no me parece que le vaya a ir bien a mi hijo. Oh…

Randi sonrió al ver que Juanita entraba en la habitación con un biberón caliente para el niño.

– Gracias, Juanita. Eres un amor.

El ama de llaves se sonrojó. Randi tomó el biberón, se colocó bien al bebé y le ofreció la leche. El pequeño J.R. contemplaba a su madre con enormes ojos mientras comía ávidamente.

– ¿No es precioso? -susurró Randi, completamente enamorada de su hijo. Kelly, con cierta envidia, asintió en silencio.

– Y más listo que el diablo y sin duda muy atlético. Creo que lo van a llamar de Harvard cualquier día de éstos -bromeó Matt. Randi se echó a reír.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Caricias del corazón»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Caricias del corazón» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Caricias del corazón»

Обсуждение, отзывы о книге «Caricias del corazón» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x