Gueorgui Martinov - 220 dias en una nave sideral

Здесь есть возможность читать онлайн «Gueorgui Martinov - 220 dias en una nave sideral» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Buenos Aires, Год выпуска: 1958, Издательство: El Barrilete, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

220 dias en una nave sideral: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «220 dias en una nave sideral»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

220 dias en una nave sideral — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «220 dias en una nave sideral», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Este diario lo escribo sólo para mí. Si llego a equivocarme me sentiré encantado, pero en verdad quisiera que Belopolski, al que estimo profundamente, fuera un poco más «humano». Si se pusiera a reír con la espontaneidad de Paichadze, estoy seguro de que se desmoronaría la imperceptible muralla de contención que nos aleja de él; lástima que ese momento no parece cercano…

Pero me parece que me voy por la tangente. El tema principal al que quise dedicar mis anotaciones de hoy, es Venus, al que nos estamos acercando.

Antes de partir de la Tierra, leí el libro de Belopolski sobre los planetas del sistema solar, para no hacer demasiados papelones en cuanto atañe a la astronomía. Pero aún así me doy cuenta de que los conocimientos adquiridos están lejos de ser suficientes. ¿Qué es lo que contamos descubrir al penetrar bajo el manto nebuloso de Venus? ¿Qué probabilidades hay de encontrar vida en el planeta y cómo será esa vida? Con estos interrogantes me dirigí a Kamov.

— Pregunte a Belopolski — me dijo— no hay mejor conocedor del sistema solar.

No me animé a interrumpir el trabajo de Belopolski y esperé la hora del almuerzo. Cuando nos reunimos en el camarote de Kamov, donde se encontraban los duplicados de los aparatos del tablero de mando, para poder continuar nuestras observaciones sin interrupción, le pedí que nos hablara del planeta Venus.

— ¿Qué es, exactamente, lo que usted desea saber? — me preguntó.

— Lo que la ciencia sabe de él.

— ¡Qué vasto programa! — observó Paichadze.

— Claro que no le pido todo, sino los datos principales. ¿Qué es lo que veremos?

— Su primera cuestión es demasiado amplia, mientras que a la segunda no hay nada que contestar. Venus se esconde bajo una gruesa capa de nubes que nunca se disipan. Todos nuestros conocimientos se refieren únicamente a las capas superiores de su atmósfera. Nadie ha visto jamás la superficie del planeta y nadie sabe a qué se parece. Las hipótesis y suposiciones, aunque tengan utilidad para el desarrollo de la ciencia, no pueden confundirse con la certeza.

— ¿Pero, qué es lo que supone la ciencia?

— Las suposiciones basadas en los datos se llaman «hipótesis de trabajo». Le enumeraré los datos que tenemos respecto a Venus, pero es dudoso de que haya algo nuevo. Se encuentra a unos ciento ocho millones de kilómetros de distancia del Sol, es decir, casi cuarenta y dos millones de kilómetros más cerca que la Tierra. En el espacio, es nuestra vecina más próxima, sin contar a la Luna y a algunos asteroides. La «velocidad orbital» es casi igual a treinta y cinco kilómetros por segundo. El tiempo durante el cual Venus realiza una vuelta entera alrededor del Sol, o sea un año de Venus, es igual a 0 unidades con 62 centésimos del año terrestre, o sea cerca de 7 meses y medio. El radio del planeta es de 97 centésimos del radio de la Tierra y por lo tanto su diámetro tiene sólo 557 kilómetros menos que el de la Tierra. Ambos planetas son muy parecidos en cuanto a medidas. Todavía no se conoce con exactitud el tiempo de rotación de Venus sobre su eje, o mejor dicho, la duración de su día. Es una cuestión que hemos de solucionar aquí. Los astrónomos se inclinan a suponer que la fuerza de las mareas producidas en Venus por el Sol, frena poderosamente su rotación y que un día de ese planeta es probablemente igual a algunas semanas nuestras; pero eso no puede decirse con seguridad. Gracias a su proximidad al Sol Venus recibe más luz y calor que la Tierra, y el promedio de su temperatura es más alto que el de la Tierra. La presencia de una densa capa de nubes ha de provocar debajo de ellas un efecto de «invernáculo», suponiéndose que la temperatura en la superficie del planeta sea más elevada que la tropical en la Tierra. En las capas superiores de la atmósfera de Venus los espectrógrafos terrestres descubrieron mucho gas carbónico y nada de oxígeno. Eso es todo lo que puede decir la astronomía terrestre. Se supone que la superficie de Venus está cubierta de océanos y continentes pantanosos y se considera poco probable que en el planeta haya vida. He recalcado intencionalmente las palabras «espectrógrafos terrestres» y «astronomía terrestre» porque en nuestra nave interplanetaria la astronomía ha logrado sustanciales alteraciones de este cuadro.

Miró a Paichadze, que sonrió.

— El análisis espectral — dijo —, tiene un enemigo en la Tierra: es nuestra atmósfera, que inhibe y deforma la luz de los cuerpos celestes única fuente de la que extraemos los conocimientos sobre la naturaleza física de los astros y planetas. En la atmósfera terrestre, por ejemplo, el ozono no deja pasar los rayos ultravioletas y limita el espectro recibido. La estructura de la atmósfera terrestre no ha sido enteramente estudiada y no hay que extrañarse de la falta de precisión de nuestros conocimientos, pero en nuestro observatorio existen otras condiciones de trabajo. Aquí no hay atmósfera y logramos conseguir espectros más amplios y más completos, descubriendo en ellos lo que se nos escapaba en la Tierra. Aprendimos más y eso nos permitió sacar conclusiones.

— ¿Cuáles? — pregunté.

— En la cuestión que a usted le interesa — dijo Belopolski —, es decir la cuestión de Venus, Paichadze ha establecido un hecho trascendental: que en su atmósfera no sólo hay oxígeno, sino que existe en bastante cantidad. Eso ha permitido deducir que en la superficie de Venus hay vegetación, puesto que la presencia de oxígeno libre no puede explicarse por otras causas. Y esto, a su vez, demuestra que hay vida.

— Vegetal — completó Kamov.

— ¿Usted quiere decir que no hay vida animal? — pregunté yo.

— Sólo quiero insinuar que el hecho de, que haya vida en Venus no ha de interpretarse como si esa vida fuera igual a la de la Tierra — contestó Kamov.

— ¿Pero podrían existir, en los océanos, por ejemplo, los seres más primitivos?

— Podrían, pero no necesariamente. La ciencia considera que si en alguna parte existen condiciones que favorecen la aparición de la vida, ésta ha de surgir de uno u otro modo. En Venus existen estas condiciones y ahora puede decirse con seguridad que han contribuido ya a la aparición de la vida vegetal; pero no puede afirmarse con certeza si esa vida ha adquirido otras formas conocidas por nosotros.

— Pero si allá existen estas formas, ¿podremos descubrirlas?

— Depende de Kamov y de usted — contestó Paichadze —. Cuanto más se acerque nuestra nave a la superficie del planeta y cuanto mejor logren fijar en las películas todo lo visto, tanto más fácil será contestar su pregunta.

Inquirí cuánto tiempo nos quedaríamos dentro de la atmósfera de Venus.

— No más de diez a doce horas — contestó Kamov —. Quisiera — añadió, dirigiéndose a Belopolski— llevar la nave de tal manera como para penetrar en la atmósfera por la línea del terminador y atravesar toda la mitad diurna. Si la rotación del planeta es efectivamente tan lenta como se supone, no se necesitarán más de diez horas. Puede ocurrir que las densas nubes lleguen hasta la superficie del planeta y nos encontremos en una espesa neblina, lo que nos obligará a quedarnos en la atmósfera de Venus sólo el tiempo justo que el fotógrafo requiera para sus tomas. Usted — añadió volviéndose hacia mí— tiene que estar listo para tales circunstancias, pues tendrá que fotografiar en rayos infrarrojos y tratar de que la capa de neblina que nos separa de la superficie sea lo más delgada posible.

— En la neblina puede uno tropezar con algunas montañas — observó Belopolski.

— Hay riesgo, claro, pero no es tan grande y espero que si existiesen obstáculos, nuestro radioproyector nos avise con suficiente anticipación.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «220 dias en una nave sideral»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «220 dias en una nave sideral» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «220 dias en una nave sideral»

Обсуждение, отзывы о книге «220 dias en una nave sideral» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x