Ira Levin - Las poseídas de Stepford

Здесь есть возможность читать онлайн «Ira Levin - Las poseídas de Stepford» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1995, ISBN: 1995, Издательство: Plaza y Janés, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las poseídas de Stepford: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las poseídas de Stepford»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En la apacible y bucólica ciudad de Stepford las mujeres están poseídas por algo extraño, dificil de precisar, pero que en todo caso las induce a guardar una conducta sorprendentemente ejemplar. Por su parte, los maridos también observan un comportamiento intachable. Nadie se explica los motivos de unas vidas tan modélicas. Johanna, recién llegada a Stepford con su marido y sus hijos, decide investigar el enigma, sin imaginar que se verá atrapada en una pesadilla escalofriante… Las Poseídas de Stepford es una novela tan original como sobrecogedora, un nuevo hito en la producción del autor de la célebre La Semilla del Diablo.

Las poseídas de Stepford — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las poseídas de Stepford», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Podríamos arrear con todo lo que nos diera la gana —dijo la negra.

—Y deberíamos hacerlo —dijo Joanna con una sonrisa—; para que aprenda a permanecer en su puesto. —Y señaló hacia el escritorio con un cabezazo.

La negra sonrió:

—¿Siempre está esto tan desierto?

—Yo nunca lo había visto así —contestó Joanna—. Pero siempre he venido por la tarde y en sábado.

—¿Hace mucho que vive en Stepford?

—Tres meses.

—Yo tres días —dijo la negra.

—Espero que le guste.

—Creo que me va a gustar.

Joanna le tendió la mano y se presentó, sonriendo:

—Soy Joanna Eberhart.

—Ruthanne Hendry —dijo la negra, sonriendo y estrechándole la mano.

Joanna ladeó la cabeza y la miró de soslayo:

—Conozco ese nombre. Lo he leído en alguna parte.

La otra volvió a sonreír:

—¿Tiene hijos chicos?

Joanna asintió, intrigada.

—He escrito un libro para niños: Penny tiene un plan. Está aquí. Lo primero que hice fue consultar el catálogo.

— ¡Pero, claro! Acabé de leérselo a Kim hace un par de semanas. ¡La deleitó! Y también a mí. ¡Es tan bueno encontrar un libro donde una niña hace positivamente algo, fuera de servir el té a sus muñecas!

—Ingeniosa propaganda —sonrió Ruthanne.

—Y usted dibujó, además, las ilustraciones. ¡Eran estupendas!

—Gracias.

—¿Está escribiendo otro?

Ruthanne Hendry asintió.

—Tengo planteado uno. Empezaré a concretarlo apenas estemos instalados.

—Perdonen ustedes —dijo Miss Austrian, que llegaba cojeando en ese momento, desde el fondo de la sala—. Está todo tan tranquilo aquí por las mañanas, que yo… —Se detuvo, parpadeó y se acercó a ellas cojeando— …trabajo en la oficina. Hay que poner uno de esos timbres que suenan con unos golpecitos. Hola, Mrs. Eberhart.

Y sonrió a las dos.

—Hola —dijo Joanna—. Le presento a Ruthanne Hendry, autora de uno de los libros que hay aquí: Penny tiene un plan.

— ¡Ooh! —Miss Austrian se dejó caer en su silla pesadamente, y se cruzó de brazos, sujetándolos con sus manos rosadas y regordetas—. Es un libro muy popular —añadió—. Tenemos dos ejemplares en circulación, y los dos son reposiciones.

—Me gusta esta biblioteca. ¿Puedo suscribirme? —preguntó Ruthanne.

—¿Reside usted en Stepford?

—Sí. Acabo de mudarme.

—En tal caso, la recibiremos gustosos. Miss Austrian abrió un cajón, sacó una tarjeta en blanco y la depositó sobre la mesa, junto a los libros.

Ante el mostrador del pequeño bar del centro, sin más parroquianos que dos operarios del servicio telefónico, Ruthanne revolvió su café y, mirando fijamente a Joanna, le preguntó:

—Dígame con franqueza: ¿hubo mucho revuelo cuando se supo que habíamos comprado casa aquí?

—Ni el más mínimo, que yo sepa. En este pueblo no puede haber revuelos… por nada. No hay ningún lugar para que la gente se encuentre con el prójimo, salvo la «Asociación de Hombres».

—Por ese lado, todo anda bien. Royal va a ser recibido como socio mañana por la noche. Pero las mujeres de la vecindad…

—Oh, escuche, eso no tiene nada que ver con el color, créalo. Son así con todo el mundo. Les falta tiempo para tomar una taza de café con usted, ¿verdad? ¿Están siempre atadas a sus tareas domésticas?

Ruthanne movió la cabeza afirmativamente.

—Por mí no me importa —dijo—. Me basto a mí misma, y no necesito a nadie, de lo contrario me habría opuesto a la mudanza, pero yo…

Joanna le habló de las mujeres de Stepford, y también de Bobbie, tan asustada de llegar a ser igual a ellas, que hasta planeaba irse de allí, para evitarlo.

Ruthanne sonrió.

—No hay peligro de que yo me convierta en una fregona. Si ellas son así, estupendo. Me preocupaba que se tratara de un prejuicio de color, únicamente por las chicas.

Tenía dos, de cuatro y seis años, y su marido, Royal, era director del Departamento de Sociología en una Universidad de la ciudad. Joanna le habló de Walter, de Pete y Kim, y de sus actividades fotográficas.

Se dieron sus números de teléfono respectivos.

—Me convertí en una anacoreta cuando trabajaba en Penny —dijo Ruthanne—, pero ya la llamaré, tarde o temprano.

—La llamaré yo —dijo Joanna—. Si está ocupada, no tiene más que decírmelo. Quiero que conozca a Bobbie. Estoy segura de que simpatizarán.

Camino de sus coches, que habían estacionado delante de la biblioteca, Joanna vio a Dale Coba, mirándola desde cierta distancia. Estaba de pie, con un cordero en los brazos, junto a un grupo de hombres que armaban un pesebre cerca del cottage de la «Sociedad Histórica». Lo saludó con una inclinación de cabeza y él, apretando el cordero, que parecía vivo, le devolvió el saludo y le sonrió.

Ella le dijo a Ruthanne quién era, y le preguntó si sabía que Ike Mazzard vivía en el pueblo.

—¿Quién?

—Ike Mazzard, el dibujante.

Ruthanne no tenía noticia de su existencia, lo que hizo que Joanna se sintiera muy vieja O demasiado blanca.

Tener a Adam con ellos durante el fin de semana no fue una bendición. El sábado, los tres chicos jugaron divinamente, dentro y fuera de la casa. En cambio, el domingo, un día de perros, nublado y frío, cuando Walter reivindicó sus derechos al comedor de diario para ver fútbol (cosa bastante justa después del paseo del domingo anterior), Adam y Pete atravesaron una serie de transformaciones, y fueron sucesivamente: soldados del Fuerte Sábana, que improvisaron con una, y la mesa, en el comedor; exploradores en el sótano. (¡Cuidadito con entrar en ese cuarto oscuro!); conductores del Star Treck, en el cuarto de Pete. Y lo curioso era que todos esos personajes tenían un solo enemigo común, llamado Kim-Adoquín, a quien alejaban con gritos y con burlas, vigilando que no estorbara sus aprestos de defensa. Y la pobre Kim, empeñada en jugar con ellos, se resistía como un verdadero adoquín a cualquier otra cosa: no quería dibujar, ni ayudar a poner en orden los negativos, ni siquiera (Joanna desesperada ya no sabía qué proponerle) a hacer galletitas. Adam y Pete ignoraron las amenazas; Kim ignoró las zalamerías: Walter lo ignoró todo.

Joanna se alegró cuando llegaron Bobbie y Da ve para llevarse a Adam.

Pero también se alegró de haberlo tenido allí, cuando vio el aspecto radiante del papá y la mamá. Bobbie, peinada de peluquería, estaba absolutamente preciosa, fuese por el maquillaje o por haber hecho el amor; por las dos cosas probablemente.

Dave parecía ufano, reanimado y feliz. Un frío tonificante entró con ellos en el hall.

—¿Qué tal, Joanna, cómo han andado las cosas? —preguntó Dave, frotándose las manos enguantadas de cuero.

Y Bobbie, arrebujada en su abrigo de zorrino, dijo a su vez:

—Espero que Adam no haya sido una molestia.

—No, ni pizca —contestó Joanna—. Ustedes dos parecen la flor de la maravilla.

—Y así nos sentimos —afirmó Dave.

A lo que Bobbie añadió, sonriendo:

—Ha sido un fin de semana delicioso. Gracias por ayudarnos a conseguirlo.

—De nada. Yo también les voy a encajar a Pete por un fin de semana, uno de estos días.

—Estaremos encantados de recibirlo —dijo Bobbie.

—Cuando se te ocurra, no tienes más que decir una palabra —añadió Dave, y llamó—: ¿Adam? ¡Ya es hora de irse!

—Está arriba, en el cuarto de Pete.

Dave hizo bocina con sus manos enguantadas, y gritó:

¡Adam! ¡Estamos aquí! ¡Busca tus cosas!

—Quítense los abrigos —propuso Joanna.

—Tenemos que buscar a Jonny y a Kenny —dijo Dave.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las poseídas de Stepford»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las poseídas de Stepford» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Las poseídas de Stepford»

Обсуждение, отзывы о книге «Las poseídas de Stepford» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x